"Sigo luchando y dando la cara". Han sido las primeras palabras de Lluís Puig a su salida del Palacio de Justicia de Bruselas. La justicia belga ha decidido aplazar hasta el 30 de marzo la decisión sobre si concede o no la tercera euroorden que ha solicitado el juez Llarena, después de una sesión de tres horas. La causa de quien fue conseller de Cultura durante la última etapa del gobierno Puigdemont se tramita por separado, ya que él no es eurodiputado.

Tras 860 días en exilio y dos intentos fallidos de la justicia española, Puig se enfrenta al tercer asalto para extraditarlo, que se activó después de la sentencia del Tribunal Supremo para el 1-O. Su caso se ha desligado del de Puigdemont y Comín, que una vez escogidos eurodiputados tienen inmunidad y están pendientes de un suplicatorio en el Parlamento Europeo. Él mismo ha expresado su optimismo a través de su cuenta de twitter: "Bueno tiene que ser tener una segunda parte, tras tres horas de juicio, para poder entrar al fondo de todo. Ya querría esta justicia para los centenares de querellados y perseguidos en Catalunya. Gracias por los apoyos recibidos durante 860 días de exilio". 

Minutos antes de las nueve de la mañana y junto a su mujer, Puig ha llegado a la vista oral sobre su euroorden de extradición. Llarena reclama en Bélgica que lo entregue para poder juzgarlo por un delito de malversación, que es por lo que se ha acabado condenando a cuatro de los presos independentistas (Junqueras, Turull, Bassa y Romeva). En un mes deberá volver. El juez belga ha vuelto a citar a las partes para el 30 de marzo. Su defensa, encabezada por Gonzalo Boye y Josep Costa, ha expuesto la vulneración de derechos que está sufriendo su cliente. 

El nuevo proceso abierto contra Puig hará inviable que pueda acompañar a Puigdemont i Comín en el acto de Perpinyà de este sábado, ya que se le ha impuesto como medida cautelar no abandonar Bélgica mientras dure el procedimiento judicial.