La monarquía española abre un mar de contradicciones. El punto 2 del comunicado de la Casa Real donde anuncia que el rey Felipe VI retira las asignaciones a su padre Juan Carlos I y renuncia a su herencia, recuerda que la decisión se toma "con coherencia a las palabras de Felipe VI en su proclamación y con la finalidad de preservar la ejemplaridad de la corona". Una coherencia que llega tarde porque reconoce que tenía constancia desde hace un año, en marzo del 2019, que era beneficiario de la herencia saudí de su padre. Y ahora es cuando actúa presionado por el escándalo filtrado en la prensa.

La praxis del Rey no coincide con su discurso. El año 2016, Felipe VI pronunció su primera intervención en el Congreso de los Diputados coincidiendo con la apertura solemne de la XII legislatura donde subrayó: "Los valores éticos tienen que inspirar la vía pública y asentar referencias cívicas para el comportamiento social. Señorías, la corrupción ha indignado a la opinión pública y se tiene que seguir siendo combativos con firmeza para que acabe siendo un triste recuerdo de una lacra a vencer y superar".

Unas palabras que señalaban directamente las tramas corruptas de los partidos políticos, pero en ningún caso la que se vivía en su propia casa, la Zarzuela. En este discurso, Felipe VI premiaba a las fuerzas y los cuerpos de seguridad que "combaten con justicia permanente".

 

Más allá de renunciar a los beneficios de una sociedad offshore creada por Joan Carles I, y que el mismo Felipe VI conocía, ahora hay que ver si también pedirá a la justicia el combate permanente contra la corrupción que alabó ante los diputados hace cuatro años.