Independentistas, soberanistas, republicanos… Hasta hace poco, estos eran los principales enemigos de la monarquía en el Estado español, liderada desde hace once años por Felipe VI. Al mismo tiempo, también eran fácilmente identificables sus defensores: los partidos de derechas y ultraderechas, los monárquicos y también el PSOE, que si bien se ha alejado de la figura de Juan Carlos I a raíz de todos los escándalos que arrastra el emérito, se ha aferrado a su hijo, a quien defiende prácticamente a capa y espada. Ahora bien, la situación en los últimos meses ha dado un giro muy curioso y que podría parecer impensable: la extrema derecha más radical le ha dado la espalda al Rey. Lo acusan de no levantar la voz contra Sánchez y los pactos que ha suscrito con el independentismo o EH Bildu en los últimos años o de no defender suficientemente la unidad de España. 

Rebautizado como Felpudo VI, el último elemento que ha hecho que los ultras pongan el grito en el cielo ha sido el discurso de Navidad, que se emitió la noche del 24 de diciembre, tanto por la forma como por el contenido. Mientras Vox, de momento, esconde sus críticas al monarca, sus votantes o simpatizantes se revelan en las redes sociales, especialmente X, donde su discurso está amplificado. Por un lado, se quejaron de que el líder de una monarquía católica no incluyera un belén o un nacimiento en su discurso, como sí se había hecho otros años, enmarcando esto en la teoría de que la inmigración, especialmente la musulmana, hace que desaparezcan las tradiciones. La red se llenó de críticas por parte de perfiles de ultraderecha que le recriminaban que hubiera diluido la presencia del catolicismo. Era mentira. Aunque no se veía tanto como en otros años, en la sala donde se grabó el parlamento había un belén, tal como defensores de su figura remarcaron a posteriori ante el revuelo. 

El belén no fue el único elemento de la discordia. Las otras quejas a Felipe VI fueron por sus referencias a los "extremismos y radicalismos", palabras ante las cuales los ultras se sintieron identificados. O por el hecho de que no hiciera ninguna mención a la corrupción que afecta al PSOE y al entorno del presidente del Gobierno, cuando años atrás sí había hablado de ella en su discurso de Navidad. Todo lo que ha rodeado las fiestas de este año ha sido motivo de crítica para los ultras. También se quejaron de la imagen que empleó el jefe de Estado para felicitar la Navidad, donde aparece la familia en un prado de Asturias. Aunque en años anteriores sus padres, Juan Carlos I y Sofía de Grecia, habían utilizado pinturas religiosas, la de este año también ha perdido carga católica: son unos perros bajo un abeto. 

A Felipe VI también le llovieron críticas a finales de octubre, coincidiendo con el aniversario de la DANA. Para conmemorarlo, la delegación del Gobierno organizó un funeral de Estado, pero evitó hacerlo en una iglesia (las víctimas eran de todas las religiones) y optaron por un espacio icónico de la ciudad, el Museu de les Arts i les Ciències. Concretamente, se eligió una sala donde había presentes objetos científicos, cosa que no gustó nada a los ultras, que reprocharon a Felipe VI que hubiera aceptado presidir ese acto. 

Banderas agujereadas

Aunque las críticas se han intensificado en las últimas semanas, no son una novedad. Las manifestaciones contra la ley de amnistía y los pactos con los partidos independentistas ante la sede de Ferraz en noviembre de 2023 ya nos quedan lejos, pero fue allí cuando se empezó a hacer patente el distanciamiento entre los ultras más radicales y el monarca. Algunas de las banderas de España que hacían ondear los manifestantes contra Sánchez estaban agujereadas para eliminar el escudo del Estado en protesta contra la monarquía y la figura de Felpudo VI, a quien no paran de reprochar que está sometido a su enemigo número uno: el presidente del Gobierno. Entonces, ya se oían cánticos como "Felipe, masón, defiende tu nación" o "Los Borbones, a los tiburones".