A las puertas de la campaña para los comicios del 21-D, el exlíder de Unió Josep Antoni Duran i Lleida reaparecía en el hotel Ritz de Madrid en un desayuno informativo donde destilaba pesar por la desaparición de su partido, coaligado con el PSC de Miquel Iceta para las elecciones, a la vez que rechazo ante la situación política tras la declaración de independencia. Por eso, Duran reivindicaba el acuerdo con los socialistas por el "barranco" donde estaría Catalunya y avalaba la aplicación del artículo 155, pero instaba al Estado a la reforma constitucional como forma de preservar el régimen de 1978.

"La separación de Catalunya y España sería un tumor con metástasis en la Unión Europea", denunciaba desde el atril sobre los motivos por los cuales los países miembros habrían evitado pronunciarse tras la DUI. El exdirigente de Unió era especialmente duro con ese hecho, considerando que en el siglo XXI no sería posible un Estado propio catalán sin salir de la UE. "No sé si hace dos, tres o cuatro siglos –exponía–, [sin embargo] hoy en día no tiene sentido ser independiente si al día siguiente no te reconoce nadie, ni siquiera el Parlamento de Flandes", denunciaba ahora que parte del Govern destituido se encuentra en Bélgica.

Así las cosas, el día posterior a que Barcelona quedara eliminada para acoger la Agencia Estatal del Medicamento, Duran cargaba sobre los efectos económicos del proceso soberanista. "No es cierto que Europa ha visto la violencia del 1-O", lamentaba sobre el argumento de Carles Puigdemont en cuanto a la respuesta del Estado como detonante del resultado. "La mentira nos ha hecho mucho daño", zanjaba. Por eso, defendía que el 155 no era un "atentado a la democracia", sino la forma de parar una deriva que los catalanes "han vivido en las propias carnes" para convocar unas "elecciones necesarias".

Duran también huía de hacer el juego al independentismo sobre los ocho consellers en Estremera y Alcalá Meco, pues a su parecer no eran presos políticos "jurídicamente" hablando, sino "políticos presos" –pese a afirmar que no compartía la decisión judicial–. Eso sí, en varias ocasiones ha cargado contra el giro ideológico de Convergència. "Yo no había percibido que Artur Mas fuera independentista antes, pero es muy legítimo que la gente cambie", ha denunciado. Incluso, ha mostrado su rechazo a la ruptura de la coalición de CiU por la "voladura de un partido de gobierno" como habría pasado con la extinta Unió.

Ante ese escenario, el ponente exponía su renuncia a volver a la primera línea política, pero reivindicaba el acuerdo con el PSC para el 21-D. "No seré conseller de ningún gobierno", afirmaba. Ahora bien, el acuerdo de Ramon Espadaler con Miquel Iceta respondería a una "situación excepcional" y "de emergencia". "Son tradiciones y familias políticas capaces de levantar Europa después de la Segunda Guerra Mundial, tienen denominadores comunes, pero dudo de que Iceta se vuelva social-cristiano o Espadaler socialista", zanjaba en cuanto a un pacto "para que Catalunya salga del acantilado donde se ha metido", indicaba.

Asimismo, Duran pedía una oferta al Estado que pasaría por una reforma constitucional "no para acontentar al independentismo", sino para todos los españoles. "Nos interesa a todos encontrar un nuevo marco con el que prolongar el régimen del 78", decía como firme defensor de este, como se reivindicaba. "Hay que revisar el pacto constitucional, las constituciones se defienden reformándose", insistía. Eso sí, siempre y cuando se votara lo que previamente se pactase con el Gobierno y en el seno del Congreso, y no apostar por respuestas unilaterales basadas en la "capacidad indiscutible de comunicación" del soberanismo.