Una cosa es que la CUP sume su fuerza al resto de partidos independentistas para blindar al president de la Generalitat del intento de la Junta Electoral de inhabilitarlo y otra muy distinta es que comparta la hoja de ruta de Junts per Catalunya y de Esquerra Republicana. Los anticapitalistas han adoptado un tono extremadamente crítico con ambos partidos. Especialmente con los republicanos, por su voluntad de entenderse con el PSOE.

El encargado de cargar contra la apuesta pactista de ERC ha sido el diputado Carles Riera. Ha pedido directamente a los comunes y a los republicanos que "no se equivoquen y no nos engañen", porque "al régimen del 78, antes de dialogar hay que derrotarlo políticamente".

A pesar del tono crítico con la obra del actual gobierno de la Generalitat, la CUP ha querido dejar claro que cierra filas con el ejecutivo ante la "represión del Estado". En este sentido, Riera ha hecho un llamamiento al soberanismo de izquierdas para una "movilización continuada" que se arraigue en la "desobediencia civil", con el objetivo "de ejercer la autodeterminación" y alcanzar "la amnistía". Dos demandas que "no se negocian sino que se toman".