"Ahora veremos quién está por el diálogo y quién por la unilateralidad". Con estas palabras, el portavoz del Gobierno español, Íñigo Méndez de Vigo, cerraba el viernes el Consejo de Ministros. Eso después de añadir que la cumbre para el referéndum es una exigencia de la CUP, "a quien el Govern necesita para aprobar los presupuestos".

Méndez de Vigo verbaliza la respuesta del ejecutivo español a la cumbre que el president, Carles Puigdemont, anunció el jueves. El detalle temporal no es baladí porque el president hizo el anuncio al día siguiente de que la vicepresidenta del Gobierno español, Soraya Sáenz de Santamaría, se entrevistara en Barcelona con los líderes de los partidos constitucionalistas, Inés Arrimadas (C's) y Miquel Iceta (PSC).

La contraprogramación de Puigdemont eclipsó la burbuja mediática del primer capítulo de la Operación Diálogo de Santamaría en Barcelona. La triangulación Soraya/Millo, Arrimadas e Iceta era el tema del día del miércoles, en plena semana de sequía de noticias como consecuencia del puente de la Constitución e Immaculada. Pero, como si se tratara de una pop-up, el efecto de la píldora duró 24 horas.

Liturgia

El delegado del Gobierno español, Enric Millo, señalaba después de la entrevista de Santamaría con Arrimadas e Iceta que hay un antes y un después de la toma de posesión de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno español.

Rajoy encomendó la carpeta Catalunya a Sáenz de Santamaría, su mano derecha. Desde entonces la estrategia de la Moncloa con Catalunya se concentra en la palabra diálogo. ¿Y cómo se materializa? Pues con la vicepresidenta pidiendo un despacho en el palacete de la Delegación del Gobierno español en Barcelona y con las entrevistas de Santamaría con diferentes interlocutores.

El Gobierno español quiere erigirse como contrapoder a la Generalitat, "hacerse necesario en Catalunya" en palabras de la misma vicepresidenta. Eso pasa por buscar interlocutores en diferentes ámbitos –política, cultura, empresa– y aislar al Govern.

Eso hizo Santamaría esta semana: reunirse con empresarios y con el líder del PSC y la líder de C's.

El relato del equipo de Rajoy es evidente: mostrar que están dispuestos a sentarse y hablar con todo el mundo y dejar para la Generalitat el papel del poco dialogante.

Incompatibilidad de relatos

El discurso del PP y el equipo de Rajoy es totalmente incompatible con el del Govern y el president Puigdemont y con el vicio de la contraprogramación, Puigdemont volvió a romper la baraja y alterar la agenda política y mediática. Un movimiento que ha obligado al Gobierno español y partidos de la oposición catalana a posicionarse.

Reacciones a la cumbre

Miquel Iceta, el primer secretario del PSC asegura que la cumbre "es un nuevo error" como "cualquier medida unilateral" relativa a este proceso, que "está condenada al fracaso".

"Hace mucho tiempo que decimos que el problema del encaje de Catalunya en España solo puede abordarse por la vía del diálogo, los pactos y la negociación," argumenta Iceta, que también recrimina a Puigdemont que el encuentro del día 23 "parece enmarcarse en la vía de «referéndum o referéndum»".

Por su parte, C's reprocha al Govern que priorice este tema y no una negociación con el Estado, por ejemplo, sobre financiación: ¿Qué hacen ahora convocando esta cumbre en lugar de estar preparando las negociaciones con el Gobierno? ", ha declarado esta semana la diputada Sonia Sierra.

El paquete de la seducción de la Moncloa

Por su parte, el delegado del Gobierno español en Catalunya, Enric Millo, considera que la cumbre podría ser, incluso, una "oportunidad" para que los participantes reflexionen sobre la necesidad de priorizar el diálogo a la confrontación.

La valoración de Millo –que asegura que el ejecutivo español seguirá con la mano tendida– se avanza a una probable oferta de Madrid que la Moncloa podría concretar después de la cumbre de presidentes autonómicos, a la que Puigdemont no asistirá.

Según algunas fuentes, el paquete de la seducción pasa por ofrecer mejoras en el sistema de financiación, inversiones en alrededores y compromisos concretos con respecto al corredor mediterráneo.

Si es así, tanto PSC como C's podrían convertirse en buenos aliados para el Gobierno de Rajoy. De hecho, esta semana varios líderes del PSC pedían a Puigdemont que rehuyera la confrontación y apostara por la vía vasca.

La fotografía

Probablemente Puigdemont hace de la necesidad virtud y convoca la cumbre, en parte, para contentar a la CUP, a quien efectivamente necesita para sacar adelante los presupuestos. La jugada, pero, tiene también un valor simbólico: la fotografía de la unidad del soberanismo en un momento de máxima tensión entre bloques, mientras que, de momento, el diálogo de Madrid con los máximos representantes del Govern es humo. Las reuniones Puigdemont-Rajoy y Santamaría-Junqueras siguen sin fecha.