El vicepresidente primero del Parlament, Josep Costa (Ibiza, 1976), dio el salto con JxCat del mundo académico a la política después de vivir el 1-O, según explica en su libro Eixamplant l'esquerda. Al aterrizar en el grupo de JxCat en el Parlament tejió rápidamente complicidades con Quim Torra y Laura Borràs. Cuando meses después Torra marchó al Palau de la Generalitat, la complicidad se mantuvo y Costa se convirtió en una de las personas de máxima confianza del president, y pieza clave en la estrategia jurídica de Carles Puigdemont en el exilio. Paralelamente, ha sido durante esta legislatura uno de los protagonistas habituales de las tensiones entre JxCat y ERC. Asegura que estas tensiones han sido provocadas por las diferencias estratégicas entre los dos partidos y no esconde la valoración crítica que hace de esta legislatura.

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El vicepresidente primero del Parlament, Josep Costa, en las escaleras de la Cámara / Maria Contreras

¿Habrá elecciones el 14-F?
Ahora mismo no lo sabe nadie, porque los mismos jueces han cometido una irresponsabilidad que es decidir que decidirán unos días antes de las elecciones. Como si todos los preparativos para hacer unas elecciones no necesitaran mucho tiempo y movilización de recursos y personas, y se pudiera parar el tren en marcha. El daño es irreparable y los perjuicios, también.

Una vez parada la maquinaria, forzar elecciones crea unos problemas probablemente más graves que los que quería evitar

¿Qué se tendría que haber hecho ante los recursos al TSJC?
Una vez se habían aplazado las elecciones y parado la maquinaria, lo más razonable era no hacer las elecciones el 14 de febrero. También desde un punto de visto jurídico y de todos los derechos que hay en juego. Una vez has parado la maquinaria forzar que se hagan las elecciones ciertamente crea unos problemas que probablemente sean más graves que los que se pretenden evitar.

¿Qué pasará?
Hemos hablado mucho en JxCat y la conclusión que hemos llegado es que lo que tenemos que hacer es empezar la campaña, organizar las elecciones, desplegar a todo el mundo, pedir a todo el mundo que vote por correo, que nos encargaremos de velar para que estos votos se cuenten todos, que se custodien con todas las garantías...

Que los jueces fijen la fecha de las elecciones. Ya no viene de una vulneración más. Nosotros nos centraremos en que todo el mundo vote

¿Y la fecha de las elecciones?
La fecha de las elecciones que los jueces la asuman ellos. Como ya han asumido que era su responsabilidad fijar la fecha, que hagan lo que crean oportuno y nosotros nos centraremos en defender los derechos fundamentales de la gente, de participación, expresión y el derecho al voto. Que nos hagan votar cuando consideren oportuno. Ya no viene de una vulneración más, de un atentado contra la democracia más, y una humillación más de nuestras instituciones. Lo que tenemos que hacer es recuperar el empuje político, detener la operación de Estado que han puesto en marcha con el ministro Illa para derrotarnos y reanudar el hilo, la estrategia independentista e ir a un cambio de etapa y un nuevo impulso del proceso de independencia. Ya no decidiremos nosotros qué día se vota, está claro. Tenemos que focalizar todos los esfuerzos en que todo el mundo vote, que ningún independentista se quede en casa.

Se tiene que asumir que no se ha hecho todo bien. Habríamos podido hacer más cosas para que las elecciones se celebraran con todas las garantías

Usted hizo un tuit cuando salió la decisión del TSJC de mantener las elecciones diciendo que después de eso tendría que dimitir alguien. A quién se refería? 
Ahora tenemos que mirar adelante. Todos juntos habríamos podido preparar esto mejor. Tramitar reformas legislativas, que no dependía del Govern, dependía del Parlament, para garantizar el voto de todo el mundo en esta situación de pandemia. Se tiene que asumir que no se ha hecho todo bien. Que nosotros también habríamos podido hacer más cosas para que las elecciones se celebraran con todas las garantías. El Síndic de Greuges nos hizo unas recomendaciones antes de convocarse las elecciones que no se pusieron todas en práctica... Ahora ya está. Ya estamos aquí. Lo que hace falta es garantizar que toda esta situación no acabe resultando en un escenario políticamente adverso para nosotros. No nos podemos despistar de eso.

Cualquier juez nos puede decir que las circunstancias que dificultan el voto eran perfectamente previsibles y eran evitables

¿Su tuit quería decir que había algún error en el decreto que facilitara esta suspensión?
No. Se tendría que haber adoptado más medidas para poder facilitar el voto. Y eso no dependía sólo del Govern y en absoluto dependía del decreto. El decreto desde un punto de vista jurídico estaba bien hecho. El problema de todo es que cualquier juez nos puede decir que las circunstancias que dificultan el voto eran perfectamente previsibles y eran perfectamente evitables. Esto es el problema que tenemos de fondo que no se arregla haciendo el decreto mejor.

Estos tres años de legislatura el independentismo no nos hemos gustado a nosotros mismos. Tenemos que hacer autocrítica

Esta legislatura la tensión entre JxCat y ERC se ha concentrado mucho en el Parlament, como reconoce sin ambages en el libro que ha publicado Eixamplant l'esquerda. Por qué? 
Estos tres años, el independentismo, si de alguna manera lo puedo resumir, no nos hemos gustado a nosotros mismos. Por lo tanto, tenemos que hacer autocrítica y un ejercicio de dar explicaciones. Mi libro tiene esta intención, esta voluntad de hacer un ejercicio de transparencia y dar explicaciones. Decirle a la gente porque no hemos hecho aquello que habíamos venido a hacer. Porque es indiscutible que no hemos conseguido hacer todo aquello que queríamos, empezando por la restitución del Govern destituido por el 155. Muchos pensamos que se tendrían que haber hecho las cosas diferentes para encontrar un resultado diferente.

De hecho, concreta bastante en el libro, dice que "la actual dirección de ERC sencillamente está en el marco mental de la derrota". ¿Qué quiere decir? 
Me ha sorprendido que con el tiempo, progresivamente, se ha ido instalando en bastante gente el relato que en Octubre del 2017 perdimos, fracasamos, no fuimos lo bastante fuertes para ganar. Aquello que es una victoria rotunda, incluso heroica, ante el Estado que despliega todo su poder, el hecho de reinterpretarla como una derrota es una cosa que me ha sorprendido mucho y me ha decepcionado. Cada vez más gente nos explica que en octubre del 2017 o no lo conseguimos, o no sirvió para nada, que fue un fracaso, un error y que, por lo tanto, de esto sacan la consecuencia de que hay que cambiar de estrategia. Esto me desconcierta y me preocupa porque yo no lo veo así.

¿Qué propone ante esto?
Yo veo que el 1-O fue una gran victoria, una demostración de fuerza popular y democrática excepcional, imbatible, que el Estado puso todo su poder para detenernos y no lo consiguió. El Estado tuvo una doble derrota aquel día. Tuvimos el relato de un Estado que envía a la policía a retirar urnas, confiscar papeletas y a zurrar a la gente y a la vez tuvimos una imagen de debilidad del Estado que es incapaz de imponer su ley y que la gente de Catalunya, el independentismo que es mayoritario en el país, es capaz de desbordarlo. Esta es la cuestión que quería poner sobre la mesa en este libro: La idea de recuperar la moral de victoria y recuperar la confianza en nuestra capacidad para desbordar democráticamente al Estado.

La estrategia de aplazar [el procés] nos lleva a ser menos y a darle al Estado una ventaja que no nos conviene. Está equivocada

Su conclusión en el libro es que al independentismo "no hay dos estrategias para avanzar sino una para avanzar y una para no hacerlo". ¿Cree que ERC no quiere continuar en la línea de hacer efectiva la independencia?
No me gusta explicar la posición de los otros, me gusta explicar la nuestra, que es hacer efectivo el mandato del 1-O, hacer la independencia. Es evidente que cuando alguien dice que no somos bastantes está diciendo que tenemos que esperar a ser más. Cada uno explica su estrategia, yo creo que está equivocada. La estrategia de esperar, nos lleva a ser menos y a darle al Estado una ventaja que no merece y no nos conviene.

En su libro crítica el acuerdo de JxCat con el PSC en la Diputación de Barcelona, pero concluye que ERC aspiraba a gobernar con los comuns en la Diputación, apartando a JxCat, y que, de hecho, si gana en el Parlamento és lo que querá hacer. ¿Cree que esta será la estrategia de alianzas de ERC?
Lo dejo así. Aquella situación es un laboratorio, un ensayo de lo que nos podemos encontrar después de las elecciones, en este escenario de proponer un gobierno con partidos que saben perfectamente que no pueden gobernar juntos. Si propones un gobierno que haya los comuns y JxCat, y al cabo de cinco minutos los comuns dicen que nunca entrarán en un gobierno así, tienes que explicar qué gobierno quieres realmente. En la Diputación vimos qué se estaba preparando. Eso condujo a este escenario que consideré un error.

A nadie le pasa por la cabeza que el Govern hará la independencia si tiene consellers de un partido con ministros en Madrid

¿Por lo tanto, esta es la interpretación que hace de la propuesta de un gobierno con los comuns que plantea ERC?
No me gusta un gobierno con los comuns. Primero porque nos veta a nosotros. Y después -que es lo que más me preocupa- porque un gobierno con partidos que no son independentistas no hará la independencia. Eso es una obviedad. Supongo que a nadie se le pasa por la cabeza que el Govern de Catalunya hará la independencia si tiene consellers de un partido que también tiene ministros en Madrid. Para ir a la independencia tenemos que tener un gobierno nítidamente independentista.

¿Ha sido tan tensa como ha aparecido la relación con ERC al Parlamento?
Es público y notorio lo que ha pasado estos tres años en el Parlament: que lo hemos visto diferente a la hora de hacer frente a las injerencias y los ataques que ha sufrido nuestra soberanía. A partir de aquí tenemos que valorar las diferentes estrategias y los resultados que han alcanzado. Si hace falta una nueva etapa y un cambio de estrategia es porque los tres últimos años no lo hemos defendido, no hemos podido presentar a la ciudadanía un balance positivo. Lo que hago al libro es intentar explicarlo y sacar las lecciones. Se mi principal preocupación, como saldremos adelante a partir de ahora.

Hace falta un cambio de ciclo. No me gustaría repetir nada de lo que hemos hecho esta legislatura

De hecho, usted ha estado en el ojo de huracán de muchos polémicas con ERC. La última de esta misma semana a raíz de su tuit, pero antes estuvo la reunión telemática en que participó donde había grupos ultra, previamente la conversación suya con Cs sobre Roger Torrent que se filtró...
Me ha tocado estar en un punto muy delicado. La mesa del Parlament en la legislatura anterior era el epicentro del conflicto con el Estado, donde llegaba a la máxima intensidad. Cuando acepté estar en la Mesa del Parlament ya sabía dónde me metía. Para sorpresa mía, no ha ido exactamente así. En esta legislatura ha sido el epicentro de las discrepancias entre independentistas. Si es así, es lógico que las personas que estamos en la Mesa estemos más en el punto de mira de estas discrepancias. No me queda más que asumir. Muchas de las cosas que se han publicitado en mi caso ni siquiera habrían sido noticia si no hubiera sido en este contexto.

¿Se ve repitiendo este esquema, en la Mesa?
Creo que es absolutamente prematuro hablar de estas situaciones. Tenemos que pensar en la propuesta política que tenemos que presentar a la gente. Yo soy muy insistente que hace falta un cambio de ciclo, un nuevo impulso independentista, y como decía el presidente Puigdemont reanudar el hilo del 1-O. Tenemos que dejar atrás esta etapa del Parlament de Catalunya de los últimos tres años y tenemos que ir a una etapa que dé más frutos, que nos permita avanzar, volver a gustarnos a nosotros mismos. Por lo tanto, no me gustaría repetir nada de lo que hemos hecho esta legislatura.

Las elecciones serán un doble plebiscito para el independentismo: con los partidos del 155, e interno, sobre qué estrategia tiene más apoyo

De hecho, usted afirma que estas elecciones tienen que marcar este cambio de ciclo. Cómo? 
Estas elecciones serán en mayor o menor medida un doble plebiscito. Un plebiscito independentista, cualquier votación es un plebiscito con los partidos del 155 y, por lo tanto, como tal la tenemos que ganar. Y por otra parte hay un plebiscito interno, ver qué estrategia tiene más apoyo para esta nueva etapa. Ya hemos visto los resultados hasta ahora. Nos hace falta este cambio de ciclo. JxCat tiene que ser la fuerza que lidere el independentismo, claramente. Y eso se dirime también en estas elecciones. Es un plebiscito sobre la vigencia del 1-O.

Illa reconfigura el unionismo. Por muy buenos resultados que tenga no romperá la mayoría independentista

¿Cómo puede impactar la candidatura de Salvador Illa?
Illa lo que hace se reconfigurar el unionismo. No veo que haya una frontera entre el independentismo y el PSC. En el 2017 la lista del unionismo era Cs y concentró el voto unionista para intentar derrotarnos, con los apoyos del Estado, de los poderes económicos, mediáticos. Era el voto útil unionista para ganarnos. Y, de hecho, lo consiguieron por nuestra división. Ahora este papel le corresponderá al PSC. Al final, lo que importa es la mayoría independentista. Illa por muy buenos resultados que tenga no romperá la mayoría independentista, concentrará más o menos voto unionista.

En su libro afirma que el conflicto con el Estado es inevitable. ¿Qué debe hacer el independentismo? 
Lo que no podemos hacer, porque no está en nuestras manos, es evitar el conflicto. Cualquier estrategia que plantee evitar el conflicto con el Estado es inviable o es indeseable, porque seguramente si nos rendimos completamente quizás el Estado abandonará la voluntad de someternos y de imponernos su proyecto, pero como eso no lo haremos, eso no pasará, el conflicto existirá. Por lo tanto, lo que tenemos que hacer, desde mi punto de vista es coger este conflicto, gestionarlo de manera inteligente y plantar cara. Tenemos que gestionar el conflicto de manera inteligente para que nos permita ensanchar la grieta, para que al Estado le salga más costoso, se le gire en contra y le provoque un desgaste político y en su reputación.

La independencia se hace como la queríamos hacer en Octubre del 17. No se hace de otra manera

En el libro también insiste en pedir un momentum, como hizo Quim Torra al principio de la legislatura, cuando se suponía que este punto de inflexión tenía que ser la sentencia del 1-O. ¿Por qué no funcionó entonces?
Porque no hubo unidad para que fuera así. Cualquier momentum necesita unidad y como no se quiso que fuera la sentencia del 1-O, no hubo unidad. La independencia se hace como la queríamos hacer en octubre del 17. No se hace de otra manera. Si entonces desbordamos democráticamente al Estado y vimos la grieta por donde hacer la independencia, es evidente que no tenemos que cambiar de estrategia, tenemos que persistir. Lo tenemos que hacer mejor, mejor preparados, más concienciados, con más aliados, a nivel internacional especialmente, pero no tenemos que buscar una estrategia diferente.

¿Cómo se culmina?
Igual como lo queríamos hacer el 2017. En el 2017 tampoco se intentó llegar hasta el final porque se consideró que las circunstancias no lo permitían. Pero eso no quiere decir que no sea la manera de hacer la independencia. Estos tres años ha quedado de manifiesto que las otras vías no producen resultados, que un cambio de gobierno en España, el más progresista de la historia, no ofrecen otra cosa que represión y supresión de nuestra voluntad democrática exactamente igual: los presos y exiliados llevan más tiempo sufriendo la represión del PSOE que no del PP... No hay otra vía. Se trata de prepararnos, concienciarnos y organizarnos para hacerlo mejor.

¿En este contexto la amnistía en qué situación queda?
La amnistía es un instrumento que si el Estado quisiera emprender un camino de resolver políticamente este conflicto ya lo habría abierto. En cualquier cambio de ciclo político la amnistía es un instrumento imprescindible y útil para reconducir las cosas hacia el ámbito de la política, pero este cambio de ciclo en el Estado no se ha producido. Aparte de palabras nadie puede decir ni un solo ejemplo que el gobierno de PSOE-Podemos haya hecho actuaciones diferentes de las que hacía el PP, en cuestión de la represión.

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Foto: Maria Contreras

¿En esta respuesta, el Gobierno del Estado está coordinado con la Justicia o esta actúa por su cuenta?
El Estado es uno. A la hora de la verdad no he visto todavía nada en que se nos permita visualizar que el gobierno, los tribunales y los poderes del Estado no van en sintonía. Aparte del relato político, de las palabras, no he visto nunca el gobierno dar orden a la Fiscalía para solucionar este problema, o presentar un proyecto de ley en el Congreso para cambiar decisiones del PP... No han hecho nada tangible para cambiar toda la arquitectura represiva que nos han impuesto. El conseller Solé ha sido condenado a petición de la fiscalía, la fiscalía que según Pedro Sánchez depende de él.

No tenemos que tener miedo a la represión

En todo este planteamiento suyo la desobediencia civil también es un elemento clave. ¿Qué se esperan de la gente?
Yo creo que el mejor ejemplo de desobediencia civil es el 1-O. Este es el momento en que queda claro cómo funciona la desobediencia, pone al Estado en un dilema entre ejercer la represión o perder autoridad. La represión de un movimiento político mayoritario nunca ha tenido éxito en ningún sitio. Si el Estado ejerce la represión se está debilitando y tirando piedras sobre su techo. Si no lo ejerce, pierde autoridad y queda debilitado. El 1-O resolvió el dilema en el peor sentido, perdió poder y legitimidad. Tenemos que persistir en poner al Estado en estos dilemas. Desde el punto de vista político la represión nos puede fortalecer incluso, si lo gestionamos bien. No tenemos que tener miedo a la represión. Como dice Jordi Cuixart, "si no tenemos miedo, el Estado no tiene poder". Porque la dominación se ejerce por el miedo.

¿Usted está muy implicado en la estrategia jurídica de los exiliados, qué horizonte ven al suplicatorio?
Siempre estuvimos convencidos que los eurodiputados tomarían posesión de sus escaños, y que al día siguiente empezaría la batalla del suplicatorio. Tenemos muchas posibilidades de ganarla en algún momento, tenemos instancias políticas y judiciales antes de que realmente se levante la inmunidad. Después tenemos, evidentemente la otra victoria en el exilio de Bélgica, que es la sentencia de Lluís Puig, que és la culminación de toda la lucha, porque coge el dictamen de NNUU sobre presos políticos. Si este dictamen ha llevado al tribunal a decir que no se tiene que extraditar Lluís Puig, por coherencia dirá lo mismo con los eurodiputados. Pero ciertamente que lo diga Bélgica no quiere decir que todos los otros países tengan el mismo criterio. Estamos convencidos de que tenemos las de ganar. En el ámbito jurídico europeo, la razón nos la han dado casi siempre

Aquello que en España es delito y nos lleva a la prisión, en Europa, no. Y eso equilibra el terreno de juego

¿Pero en qué se traducirá estas victorias en Europa?
La independencia no la conseguiremos en los tribunales, pero el valor político de las victorias que tenemos en Europa es muy claro. La vía de Octubre del 2017 ahora sabemos que en España es delito, pero en Europa no. En España es delito y nos lleva a la prisión, pero en Europa, no. Y eso equilibra el terreno de juego. Nos hace ver que nuestras posibilidades de desbordar al Estado tienen este activo que no tenía entonces. Y eso es lo que podemos poner en valor.