La exdiputada de la CUP Mireia Boya ha sido víctima en los últimos tiempos de ataques fascistas en su casa rural del Aran, por lo que se ha visto obligada a cerrarla. Así lo explica ella misma en varios mensajes en Twitter, donde asegura que su propiedad está cerrada desde el mes de septiembre del año pasado al recibir "decenas de amenazas de muerte y de quema de la casa", tras la publicación de dos artículos sobre ella en Okdiario.

Boya también explica que en agosto una familia fue increpada a la salida del establecimiento, y que en aquella ocasión optó por denunciarlo porque "se ponía en peligro la integridad de otra gente". La exdiputada, sin embargo, se muestra poco optimista con el recorrido de la denuncia ya que reconoce que no tiene "muchas esperanzas de llegar a algún lugar".