El ministro de Exteriores, Josep Borrell, denuncia en una entrevista al diario El País que se ha convertido en el "pim-pam-pum del independentismo". Asegura que el soberanismo ha construido "un maníqueo", que le atribuye declaraciones que no ha hecho y que no tiene "intenciones de hacer". El nuevo jefe de la diplomacia española afirma que no ha percibido "ningún cambio" en el Govern aunque Pedro Sánchez "está haciendo un esfuerzo extraordinario por recuperar el diálogo; el presidente, el primero". Sin embargo añade que "hacer un esfuerzo de diálogo no significa estar de acuerdo con el interlocutor". Reconoce que el conflicto ha llegado a "niveles críticos" durante mucho tiempo y que la solución no pasa "por un par de sonrisas y un paseo por la Moncloa".

Según Borrell, si el president de la Generalitat, Quim Torra, "insiste" en decir que quiere ejercer el derecho a la autodeterminación "no hay manera de impedírselo", pero tendrá que escuchar también al presidente del gobierno español cuando le dice que eso "no pasará".

El nuevo ministro de Exteriores afirma que el independentismo ha sabido construir un discurso "épico y estético" que sitúa España dentro de "la leyenda negra" del "franquismo". Para Borrell se tiene que "combatir" este relato y en eso centrará su ministerio. "Es evidente que ha habido una campaña de descrédito a las instituciones españolas. Y que ha tenido cierto éxito por incomparecencia del contrario", destaca.

Quien fue presidente del Parlamento Europeo ha dado apoyo al discurso que pronunció en Washington, el embajador español en los Estados Unidos, Pedro Morenés. "¿Quién se puede sorprender que el embajador de un país reaccione de manera contundente pero educada a la acusación de que en España hay presos políticos?", se pregunta Borrell.

Sobre la decisión de la justicia alemana de autorizar la extradición del president Carles Puigdemont por malversación pero no por sedición, Borrell pone por anticipado "el respeto a las decisiones judiciales" pero señala que hay un "juicio de valor" dentro de la sentencia. "Lo que dice la sentencia es que en la rebelión no se utilizó la fuerza en un grado suficiente para torcer la voluntad del gobierno español contra la que iba dirigida. No dice que no hubiera: dice que no fue suficientemente fuerte".