El jefe de la oficina del presidente Puigdemont, Josep Lluís Alay, que es profesor de historia en varias universidades, se ha indignado al ver cómo está la muralla romana de la ciudad de Barcelona. Alay se ha encontrado la muralla levantada en el siglo IV llena de pintadas y grafitis. El historiador ha estallado contra la gestión que hace el Ayuntamiento de la capital catalana del patrimonio de la ciudad: "Sobrevivir mil setecientos años para acabar así con el actual gobierno de la ciudad". Finalmente ha exclamado: "Vergüenza es poco". Su mensaje ha sido ampliamente compartido por las redes sociales, que se han llenado de réplicas de internautas que también han apuntado en la misma dirección crítica contra la inacción del gobierno de Ada Colau sobre el mantenimiento del patrimonio de Barcelona.

La gran muralla que rodeaba la metrópoli se mantuvo intacta durante más de mil años, hasta que Jaume I el conquistador, en el siglo XII, exigió una ampliación de la fortificación. Durante siglos, la ciudad estuvo encapsulada por los límites de esta muralla, que dibujaba un octágono alargado y ocupaba toda el área comprendida entre la plaza de la Catedral y la calle de Gignàs, de norte a sur, y entre las calles del Subteniente Navarro y d'Avinyó, de este a oeste. En varios puntos del barrio Gótico todavía son visibles los fragmentos de muralla, e incluso se puede recorrer gran parte de su trazado. La plaza Nova, a la derecha de la catedral, es un buen punto para empezar y observar restos de la muralla. Esta fortificación que es patrimonio de la ciudad ahora se encuentra en muy mal estado de conservación. Prueba de eso son las multitudes de pintadas que hay por toda la muralla, que denuncian los ciudadanos a través de las redes.

Turismo controlado

En el barrio donde principalmente se encuentra la muralla romana se han limitado las visitas turísticas. El ayuntamiento de Barcelona limitará los grupos turísticos a 15 personas, eso sí, únicamente en el distrito de Ciutat Vella y no en otros espacios de alta densidad turística como la Sagrada Familia o el Park Güell. La medida llega después de que el martes pactara con las asociaciones de guías habilitados y acreditados un catálogo de buenas prácticas que incluía la reducción de los grupos turísticos. Además, el Ayuntamiento también prohíbe el uso de los altavoces por parte de los guías en todos los barrios, con el fin de minimizar su impacto acústico en un decreto que se ha publicado este jueves y establece también un sentido único de circulación por algunos espacios donde se ha considerado necesario intervenir para priorizar los usos vecinales, y armonizar la actividad de estos guías con la vida cotidiana de los y las vecinas. El decreto se somete ahora a un periodo de exposición pública y de alegaciones. Está previsto que, una vez resueltas estas, entre en vigor previsiblemente en unos treinta días. El texto normativo establece flujos de sentido único en calles y plazas para los grupos guiados, una obligación que permitirá mejorar la circulación en espacios especialmente repletos del distrito