Eduardo Zaplana está ingresado en un hospital público de Valencia para ser tratado de la leucemia que sufre bajo estrictas medidas de aislamiento y vigilancia policial. "Yo ya lo que quiero es morirme", ha confesado en los últimos días Zaplana a su entorno. Asegura que su objetivo es marcharse para que su familia "no tenga que sufrir más por el proceso judicial en que está inmerso", según informa El Confidencial de fuentes próximas al exdirigente del PP.

El exministro de Aznar y expresidente de la Generalitat Valenciana se ha visto afectado en los últimos días de una enfermedad de injerto contra huésped, una afección motivada por el rechazo de su cuerpo al trasplante de médula ósea a qué se sometió para tratar sus problemas linfáticos. Como consecuencia de este proceso, el exministro del PP se encuentra más débil. Sufre anemia, ha perdido mucho peso y la pigmentación de su piel ha adquirido un tono morado, dicen.

Ni familiares ni llamadas en el exterior

La jueza que instruye el llamado caso Erial sobre la presunta trama de lavado de dinero de Zaplana, la titular del Juzgado número 8 de València, Isabel Rodríguez, autorizó su ingreso hospitalario. Ha ordenado que se le apliquen medidas de seguridad. Ha rechazado que pueda estar acompañado por un familiar, como recomendaban los médicos y había exigido su defensa. La puerta de su habitación está custodiada por una pareja de agentes de la Policía Nacional durante las 24 horas del día. La jueza también le ha prohibido hacer llamadas desde el hospital, al contrario que en la prisión, donde tiene permitidas las comunicaciones. Además, sólo puede reunirse con su abogado.

Este sábado cumplirá siete meses en la prisión provisional.