Se vivía mejor sin móvil. Es así. Es la pura realidad. Sé que, en un primer momento, esta afirmación tan atrevida os chocará y permaneceréis, un rato, patitiesos, soy consciente de ello, pero, tarde o temprano, lo aceptaréis y podréis seguir con vuestra vida. Pero dejadme que me explique. No se puede lanzar una noticia así y salir corriendo. Por lo menos yo no soy de este tipo de personas.

No tener móvil tiene varias ventajas, por supuesto; tantas que me cuesta hacer una lista corta. Así que empezaré por las que me parecen más relevantes e iré avanzando hasta llegar a las que se me vayan ocurriendo a última hora. La primera de estas ventajas tiene que ver con el estado de ánimo y, por supuesto, es la más importante de todas. Si no tienes móvil, nadie sabe dónde estás; por lo tanto, nadie te escucha cuando hablas ni te envía anuncios relacionados con lo que has dicho. Para mí, esto es la piedra angular de la libertad y, por consiguiente, de la felicidad.

La segunda ventaja está relacionada con el poder adquisitivo de cada uno. Si no tienes móvil, te ahorras haber de pagar una determinada cantidad de dinero a una compañía telefónica cada mes. Esto significa que, con este dinero, puedes hacer otras cosas que antes no podías hacer, como, por ejemplo, ayudar a personas sin recursos y, por lo tanto, hacer de este mundo un mundo mejor.

Sin móvil no estarás todo el día en las redes sociales cotilleando qué hace la gente y comparándote con todo el mundo y, por lo tanto, parecerás una persona que tiene una vida muy ocupada e interesante

La tercera ventaja tiene que ver con la educación. Si no tienes móvil, tienes que comprometerte; si dices que vas a hacer algo, tienes que hacerlo. Os pondré un ejemplo para que me entendáis mejor: si yo quedo con alguien a las seis y veinticinco en la plaza del pueblo, tengo que estar a las seis y veinticinco en la plaza del pueblo. Sí o sí, porque no tengo manera de decir a esa persona que llegaré tarde o que, al final, me ha dado pereza ir y me he quedado en casa mirando tiktoks. Es un compromiso que tienes que cumplir si no quieres perder esa amistad o quedar mal.

Pasemos a la cuarta ventaja. No estarás todo el día en las redes sociales cotilleando qué hace la gente y comparándote con todo el mundo y, por lo tanto, parecerás una persona que tiene una vida muy ocupada e interesante. Y, si, por algún motivo, quieres saber algo de alguien, tendrás que quedar con esa persona para que te lo explique, y esto hará que tu vida social se vea recompensada. Matarás dos pájaros de un tiro. ¿¡Qué más quieres!?

La quinta ventaja tiene que ver con el estrés y la hipocresía. Si no tienes móvil, ¡no podrás estar en ningún grupo de Whatsapp! ¿Qué putada, no? Hehe. Por lo tanto, después de cenar, podrás estar relajado en casa mirando una película y no tendrás que estar poniendo emoticonos sonriendo continuamente cuando, en realidad, lo que tienes ganas de hacer es mandar a la mierda a todo el mundo.

La sexta ventaja tiene que ver con la autoestima. Si tienes móvil, es muy fácil enviar un whatsapp a alguien, en cualquier momento, para decir cualquier tontería; sin embargo, si no tienes móvil, cuesta mucho coger el teléfono fijo y llamar a alguien. ¿Qué quiero decir con esto? Pues quiero decir que, si no tienes móvil, antes de llamar a alguien, te lo piensas muy bien, valoras los pros y contras. No es lo mismo enviar un emoticono que hablar en directo con alguien. ¿Y si no sé qué decir? ¿Y si me pongo nervioso? ¿Y si me tiembla la voz? ¿Y si la otra persona se queda callada? Tienes que afrontar muchos miedos y entran en juego muchas dudas existenciales.

Aún podría añadir alguna más, pero ya empezaría a hacerme pesada. Supongo que, después de esta explicación, más de uno dará el paso de dejar el móvil y empezar una nueva vida lejos del estrés, el control y la falta de compromiso. Os animo a hacerlo.

Hasta la próxima semana.