Pedro Sánchez resucitó como Leonardo DiCaprio en The Revenant, escondido dentro de las vísceras de un caballo, disfrazado de Pablo Iglesias en su invierno particular tras decir a Mariano Rajoy y a los suyos que "no" quería decir "no". Pedro Sánchez llegó a la secretaría general del PSOE renegando de los poderes fácticos en una entrevista con Jordi Évole que hace subir más los colores que el encuentro entre Ada Colau y Ada Colau. Pedro Sánchez llegó a la presidencia gracias a los votos de Podemos, pero también de los nacionalistas vascos y los independentistas catalanes, que le hicieron pagar a Rajoy la corrupción, pero también el inmovilismo y la judicialización del caso catalán. Pedro Sánchez fue presidente del gobierno gracias a la España que refleja el espejo, que es la que reflejan los mapas electorales. Pedro Sánchez ganó las elecciones como antídoto contra las derechas. Pedro Sánchez sintió la noche electoral como las bases le decían "con Rivera no". Porque Ciudadanos es la derecha. Tan derecha que incluso se le van los de derechas. Pedro Sánchez era una esperanza blanca ―expresión que ahora debe ser políticamente incorrecta―, como lo fue Mister Magorium Zapatero y su tienda mágica de estatutos de nueva generación. Pero, ay, Pedro Sánchez está hoy más cerca de House of Cards que del ala oeste de la Moncloa. Pedro Sánchez es hoy un desagradecido que no quiere saber nada de Podemos ni los soberanistas catalanes. Pedro Sánchez es alguien que no quiere pactar con Iglesias porque el líder de Podemos ve presos políticos donde hay presos políticos. Pedro Sánchez es alguien que cree que defender la democracia es ocultar los excesos y no corregirlos. Pedro Sánchez es un conservador. O lo que es peor. Pedro Sánchez es un marxista, de Groucho, que tenía unos principios, pero ahora le conviene tener otros. Pedro Sánchez quiere que ahora el PP y Ciudadanos hagan lo que él mismo se negó a hacer. Pedro Sánchez es desagradecido con quien le salvó la carrera, con quien lo puso en el mapa de Europa. Pedro Sánchez ha optado por negar la realidad. Y ya hay demasiados ejemplos que la España que niega la realidad queda bloqueada, como se demuestra cada vez que hay elecciones. Hubo elecciones el 15. Hubo elecciones el 16. Ha habido elecciones el 19. Y las podría volver a haber el 19. Cuatro en cuatro años. ¿Por qué? Porque algunos líderes políticos se empeñan en negar la realidad. Se empeñan en decir a los ciudadanos que no votan bien. Hasta que la realidad se impone. Es lo que tiene. Y la realidad se llama Catalunya. Los estorba, lo querrían dar por superado. Querrían volver a la supuesta normalidad. Pero la realidad es la que es.

Hay un problema de diálogo. Hay un problema de empatía. Hay un problema de entendimiento. Hay dos realidades que se dan la espalda, amplificada por los medios de comunicación de Madrid y Barcelona

Hay un problema de diálogo. Hay un problema de empatía. Hay un problema de entendimiento. Hay dos realidades que se dan la espalda, amplificada por los medios de comunicación de Madrid y Barcelona. El último ejemplo lo vemos con el caso del CNI y el imán de Ripoll. Nadie dice que el CNI estuviera detrás del atentado. Sólo se pone en duda su eficacia. Si hubo errores. Si se hubiera podido evitar. Pero ni eso. Ni esta sombra de duda que expone Público se permiten los medios del establishment. Hay dos realidades que se han ido construyendo en paralelo y que se han ido distanciando. Un ejemplo es que el hemos tenido esta semana con Manuela Carmena. La exalcaldesa ha venido a Catalunya a hacer gala de diálogo. Manuela Carmena tiene 75 años. Perteneció al Partido Comunista de España y sufrió la represión política, por lo que vino a Catalunya, donde con Montserrat Roig crearon Mujeres Democráticas. Manuela Carmena fue defensora de obreros y detenidos durante la dictadura y cofundadora del despacho laboralista en el que hubo la matanza de Atocha. Manuela Carmena fue fundadora de Jueces para la Democracia e incluso asesoró a Patxi López sobre la atención a las víctimas de abusos policiales, incluidos miembros de ETA. Pero Manuela Carmena ha venido a Catalunya y no sólo ha negado la existencia de presos políticos y exiliados, no sólo ha culpado al independentismo de la existencia de Vox, sino que tampoco ha denunciado a los cuatro vientos la injusticia de la prisión preventiva. Está en su derecho. Faltaría. Cada uno puede pensar lo que quiera. Pero no deja de ser significativo.

No deja de ser significativo que cada vez queden menos referentes a los que recurrir. Joan Baez tiene 78 años y no conoce al detalle la política catalana. Pero admite la injusticia de la prisión preventiva. Y considera que hay presos políticos y exiliados. Y lo dice públicamente. Y no pasa nada. Joan Baez tiene 78 años y considera al presidente de su país el político más peligroso desde Hitler. Joan Baez entró en Sarajevo ocupado y se ha pasado la vida cantando himnos de protesta y defendiendo los derechos civiles y políticos en todo el mundo. Y lo volverá a hacer bien en sus conciertos de despedida en Catalunya. Y lo hace con sencillez. Joan Baez lamenta que no haya canción protesta, que no haya nuevos himnos, que no haya más implicación de los artistas en los asuntos del mundo. Y no será que no hay. Y tiene razón. En el mundo hay una lista larga de problemas. Muchos compartidos. Y pocas conciencias que lo recuerden. En los sesenta y setenta fue la contracultura musical. Ahora, estas conciencias son en otros ámbitos. Están. En la política, con Alexandria Ocasio-Cortez. En el medio ambiente, con Greta Thumberg y sus discípulos. En el feminismo, con Tarana Buke y todo lo que va detrás. O con Carola Rackete salvando vidas en el mar. Sí, hay esperanza. Pero el poco volumen de voces críticas continúa siendo especialmente ruidoso en España. ¿Dónde están los artistas que reclaman un gobierno progresista a Pedro Sánchez? ¿Dónde están los artistas que reclaman una solución para Catalunya y que denuncian la prisión preventiva así para los políticos catalanes como los dos años que se ha pasado un presidente del Barça? ¿Dónde están los artistas que reclaman que se sepa la verdad sobre los atentados de Barcelona? ¿Dónde están las voces críticas? Están. Pero son pocas. Y no están bien vistas por culpa de "esa cochina prensa madrileña" con "su cerebro cojonudo (tienen testículos en vez de sesos en la mollera)".

En España hay una sociedad progresista en las costumbres, pero que, por una mezcla entre el miedo, el acomodo y el tapón generacional se ha vuelto conservadora en muchos otros ámbitos.