Hay que reconocer que el franquismo no sólo ganó la guerra y después lo dejó todo “atado y bien atado”, sino que, además y mucho más importante, dejó una sociedad tan enferma que medio siglo después permanece indiferente cuando no aplaude la delincuencia de los poderosos. El debate parlamentario de esta semana en Madrid se titulaba "debate de política general sobre el estado de la nación" y cuando han trascendido hechos que ponen objetivamente de manifiesto lo podrido que está el sistema político con connivencia judicial, los principales medios han callado o han pasado de puntillas y en el Congreso de los Diputados hasta los propios perjudicados han preferido mirar hacia otro lado. Han trascendido nombres y apellidos de jueces conocedores y cómplices de la guerra sucia de la policía contra representantes electos; se ha informado cómo dirigentes del partido más corrupto de Europa maquinaban con el poder judicial afín para que tal juez y no tal otro asumiera sus casos de corrupción; ha quedado demostrado cómo se intervino para adulterar varios procesos electorales y cómo jueces y policías celebraban haber impedido la reelección de Xavier Trias como alcalde de Barcelona. Y no ha funcionado ningún organismo de contrapoder. Ni el Consejo General del Poder Judicial, ni la Fiscalía, ni el Ministerio del Interior, ni siquiera el defensor del pueblo. En Estados Unidos, quienes participaron en la trama rusa para ayudar a Donald Trump a ganar las elecciones fueron condenados a penas de cárcel. Aquí, absolutamente nada y ninguna voluntad de rectificación, más bien la constatación de que esto seguirá funcionando de la misma manera.

El abogado general de la Unión Europea, Richard de la Tour, ha dado la razón al magistrado Llarena en el asunto de las euroórdenes, argumentando que “una autoridad judicial no puede denegar la ejecución de una orden de detención europea basándose en el riesgo de vulneración del derecho a un proceso equitativo de la persona reclamada si no se demuestra la existencia de deficiencias sistémicas o generalizadas que afecten al sistema judicial del estado miembro emisor”. Con todo lo que ha trascendido de persecución política, ideológica y prevaricación judicial, si el Tribunal de Justicia de la Unión Europea no es capaz de observar las deficiencias sistémicas de la justicia española, deberemos concluir que la regresión democrática se esparce como una metástasis también en las instituciones continentales.

Con todo lo que ha trascendido de persecución política, ideológica y prevaricación judicial, si el Tribunal de Justicia de la Unión Europea no es capaz de observar las deficiencias sistémicas de la justicia española deberemos concluir que la regresión democrática se esparce como una metástasis también en las instituciones europeas

La democracia en España se ha convertido de facto en un simulacro parlamentario para tener a la gente entretenida y donde se intercambian mensajes publicitarios a ver quién gana, pero el Poder, lo que se entiende por Poder, se mantiene intacto. En la pieza teatral de esta semana, Pedro Sánchez ha salido vencedor como el Barça salió del Bernabéu habiendo goleado al Madrid. “Vamos a por la Liga”, dijo entonces el presidente Laporta; "Vamos a por todas", ha dicho el presidente Sánchez. En el caso del Barça, el optimismo duró pocas semanas. Los blaugrana perdieron en casa con el Cádiz y la cruda realidad acabó imponiéndose, como acabará imponiéndose en el escenario político. Ningún gobierno resiste una crisis como la actual por muchos conejos que saque de la chistera el presidente y, según todos los presuntos expertos, lo peor está por llegar. Sin plantear ningún cambio estructural, Sánchez ha logrado varios titulares propagandísticos que le permiten romper la espiral pesimista propiciada por las elecciones andaluzas, pero llegará el otoño y todo será aún más caro. Los socialistas parecen no escarmentar. Sánchez ha hecho exactamente lo mismo que Zapatero en plena crisis de 2009 y en el mismo debate. Zapatero repartió calderilla y prometió mil y una medidas para favorecer a las clases medias, pero al cabo de un año la Sra. Merkel le obligó a realizar el recorte social más bestia de la historia y a cambiar la Constitución para obligar a los gobiernos españoles a pagar la deuda antes que las pensiones. Y como no podía ser de otra forma, acto seguido Zapatero cedió el paso a M.Rajoy para presidir el Gobierno más corrupto e infame de la historia, como los hechos que se han ido conociendo han demostrado. Y ahora estamos en la misma situación, de desgaste socialista y de incomprensible ascenso demoscópico del partido de los facinerosos. A Núñez Feijóo le ha ido muy bien no tener que hablar en el Congreso, primero porque nada tiene que decir y porque la estrategia del Partido Popular se limita a dejar que el Gobierno de Sánchez se cueza en su propia salsa. Los estrategas encargados por las alturas de recuperar las riendas del ejecutivo para la derecha extrema descabalgaron a Casado porque no callaba y a Feijóo le han ordenado que se calle tanto como pueda, porque si habla, lo más probable es que la cague y porque sólo necesita esperar, dado que buena parte de la sociedad española, tal y como se expresa en las encuestas, añora la indecencia.

PD.: No comento en este artículo la reunión de los presidentes Sánchez-Aragonès porque no he sido capaz de averiguar qué se han dicho más allá de convocar la mesa de diálogo antes de empezar. Para eso no hacía falta la reunión, para decir que el diálogo es necesario, tampoco, y si no tienen nada más que decir, pues yo tampoco.