Paco Gas es alcalde de Roquetes y uno de los primeros ediles independentistas de los Països Catalans —si no el primero— en ser escogido en una lista abiertamente independentista. Era el 1991 e irrumpió en el Ayuntamiento de Roquetes como un faro de tramontana. En todo el Ebre no había entonces ningún otro concejal abiertamente independentista, mientras que hoy el Ebro es un territorio ejemplarmente independentista. Si hay personas que con su trayectoria ilustran un proyecto y cómo este ha salido de la marginalidad hasta luchar por la hegemonía es precisamente Paco Gas.

No nos tendría que importar tanto qué dirá Paco Gas ante el juzgado de Tortosa —que no tengo ni idea— como lo que hizo y dijo cuando echar toda la carne en el asador. El alcalde de Roquetes será juzgado este lunes por el referéndum del 1 de octubre, que tres años más tarde sigue bien vivo en los tribunales. Mientras el exministro Illa hace del pasar página su propuesta de futuro, en un ejercicio de cinismo y amnesia exasperante, alcaldes como el de Roquetes comparecen en el juzgado por desobediencia y malversación.

Lo que tenemos que valorar prioritariamente de Paco (y de otras compañeras y compañeros) es una trayectoria ejemplar, constante y admirable. Y también, por su significación histórica, su actitud vital el 1 de octubre, cuando nos lo jugábamos todo, que es precisamente por lo que lo juzgan y lo quieren penar. Eso es, ir cuando tocaba. Ir cuando era preciso. Ir cuando era imprescindible estar para ganar, que es exactamente lo contrario de lo que sentimos habitualmente de este subgénero que ha proliferado desde hace tres años: los milhombres. Golpearse el pecho fanfarroneando y desgañitarse en el espacio sideral es la conducta más estéril, reactiva y falaz posible, actitud a la cual se han abonado los que se han erigido como guardianes de las esencias, los que se han otorgado la autoridad moral de juzgar y romper a diestro y siniestro y que ahora reparten carnés (tan estériles como al uso) de autenticidad como quien emite un certificado.

Al final lo que cuenta no es tanto si en una sala hacemos uno u otro papel si no el papel que hemos hecho cuando de verdad se ha jugado el partido. Lo que me importa de Paco es que estuvo cuando tenía que estar, como el primero, al lado de los vecinos, defendiendo que votar es un derecho y ejerciendo este derecho

Yendo a lo que nos incumbe (obviando las miserias), el primero de los delitos por los cuales juzgan al alcalde de Roquetes es no hacer caso de la prohibición de hacer un referéndum en el municipio, un tipo penal (convocar un referéndum) que no contempla el Código Penal español porque fue despenalizado expresamente el 2005 con Rodríguez Zapatero en la Moncloa. La pena prevista era de tres a cinco años, una penalización infinitamente más benévola que el delito de sedición que permitió condenar a los presos del 1 de octubre, de diez a quince años de prisión. Más el de prevaricación, que comporta una pena de dos a seis años de prisión. Este no ha cambiado y también es la vía que ha servido para extorsionar directamente a decenas de personas por unos importes millonarios. Los millones aportados hasta ahora por el conjunto del movimiento independentista son un castigo económico enorme, si añadimos los cuantiosos costes de los procesos judiciales (sobre todo honorarios), estamos hablando de una cantidad que supera de largo el presupuesto anual de ayuntamientos de capital de comarca.

No sé qué dirá Paco ante el juez y espero y entiendo que se defenderá lo mejor posible. Aunque también entendería una actitud guerrera. O pasiva. Porque al final lo que cuenta no es tanto si en una sala hacemos uno u otro papel si no el papel que hemos hecho cuando de verdad se ha jugado el partido. Lo que me importa de Paco es que estuvo cuando tenía que estar, como el primero, al lado de los vecinos, defendiendo que votar es un derecho y ejerciendo este derecho. De poco sirve reclamar un derecho si llegado el momento no estás dispuesto a ejercerlo con todas las consecuencias.

De Paco podría recordar aquí una trayectoria militante que arranca de las catacumbas del independentismo, podría decir que es una buena persona, podría afirmar (estoy convencido) que, otra vez llegado el momento, será de los que no sólo no fallará, sino que volverá a estar al frente predicando con el ejemplo y que, al mismo tiempo, será comprensivo e indulgente con los que tengan un compromiso más laxo, podría decir que seguirá trabajando para sumar y ser más fuertes y podría decir que es un hombre que quiere a la gente y que ha dedicado toda su vida a hacer de la independencia un proyecto tangible. Y todo es o sería verdad.

Y también espero poder decir que ahora ha tenido todas las compañeras y compañeros a su lado, que los seguirá teniendo y que sea cuál sea la condena, nos tendrá a todos respondiendo por él como uno solo. Porque es así también, a través del compromiso y la solidaridad, que nos hacemos más fuertes y que lanzamos un mensaje de futuro determinante: nunca dejamos a nadie en la estacada.