Todo apunta a que Maragall repetirá como candidato republicano en la capital de Catalunya. Es el mejor candidato posible, demoscopia en mano. Y el único candidato indepe con opciones. El resto, aspiran a recuperar representación (CUP) o a mantenerse (Junts). Lejos, muy lejos de las tres fuerzas que aspiran a ganar (ERC, Comunes y PSC), aunque ganar no es garantía de nada. Ernest Maragall es un firme candidato a volver a ganar, así lo apuntan los sondeos internos de republicanos y socialistas. A pesar de las previsiones del barómetro municipal, Colau es ya la tercera en discordia. Entre otras cosas porque la marca Comuns cotiza a la baja, con fugas significativas tanto hacia PSC como también hacia ERC.

Otra de las constataciones de los sondeos es que el independentismo no suma mayoría absoluta (21) en ninguna de las horquillas. En las últimas elecciones municipales solo sumó 15 (10 Maragall y 5 Artadi) de 41 concejales. También es verdad que la proliferación de candidaturas, con la irrupción de Primàries-Graupera, malgastó más de 28.000 votos. Si añadimos los 30.000 de la CUP, el resultado es que casi 60.000 votos indepes quedaron huérfanos de representación. Con 38.000 votos, el PP consiguió 2 concejales al superar por los pelos el umbral del 5%. Más o menos, 60.000 votos podrían ser hasta 4 concejales en Barcelona, Artadi consiguió 5 con 78.000, el peor resultado del espacio político que representa desde 1979 en la capital del país. Cuatro años antes, Trias había conseguido 10. Y era el segundo peor resultado en 40 años, de aquí la magnitud de la debacle al pasar de 10 a 5. Un resultado que todavía es más sangrante si se recuerda el resultado de 2011, cuando Trias consiguió 15. De 15 a 5 en solo dos legislaturas.

El principal problema de Maragall para ser alcalde no será en ningún caso la edad. El verdadero handicap seguirá siendo el mismo que en mayo de 2019. Fue y será el principal rival a batir. No solo por el eje que determinó en 2019 la Alcaldía sino porque la dirección de Junts tiene con Barcelona una de aquellas estrategias inconfesables. Antes PSC que Maragall-ERC

La apuesta por Ernest Maragall fue una jugada defendida por Oriol Junqueras desde Lledoners y salió redonda. ERC ganaba por primera vez desde la República. Pero enseguida se vio que una victoria tan ajustada (apenas 5.000 votos de diferencia con Colau) podía ser estéril. Colau había abjurado hasta el último momento de recurrir a los votos de la "peor derecha". A la hora de la verdad los aceptó sin ningún problema, con frenesí, con Collboni de maestro de ceremonias. A menudo se alerta del auge de la extrema derecha. Lo cierto es que Barcelona se convirtió en la primera ciudad del Estado en que los votos de la derecha dura — "la peor" según los Comunes— determinaba la Alcaldía. Sin duda, lo mismo que habría intentado Salvador Illa si los votos del PP, C's y VOX le hubieran podido dar la presidencia de la Generalitat.

El principal problema de Maragall para ser alcalde no será en ningún caso la edad. Ya querrían el resto de aspirantes tener su agilidad mental. El verdadero handicap seguirá siendo el mismo que en mayo de 2019. Fue y será el principal rival a batir. Y no solo por el eje que determinó en 2019 la Alcaldía (Collboni, Colau y Valls) sino porque la dirección de Junts tiene con Barcelona una de aquellas estrategias inconfesables. Antes PSC que Maragall-ERC. Es la misma estrategia que mantiene en la región metropolitana, que más que una estrategia es una antiestrategia, en la práctica dinamitar la obstinación de Junqueras por cuestionar la hegemonía metropolitana del PSC.

Aquí radica el principal escollo de Ernest Maragall en caso de superar a Collboni (si es que finalmente Collboni es el candidato). El PSC valora repetir en el Ayuntamiento la operación Illa de las catalanas para arañar votos a Comuns y Ciudadanos y ganar las elecciones en Barcelona. O Ernest Maragall gana con solvencia o lo tiene difícil. Para unos y otros, es el adversario a batir. Collboni u otros es obvio y natural que así sea.