Inmersos en la espiral parlamentaria de un pleno que se arrastra desde el mes de julio, me gustaría destacar una muy buena noticia económica que parece que ha quedado difuminada por el frenesí estratégico de la política de los últimos días.

La Generalitat se ha puesto al día en el pago de la deuda histórica con las farmacias catalanas (en el 2013 llegó a ser de cuatro meses). Con el pago de la factura del 5 de octubre se ha recuperado la normalidad. Un esfuerzo que el vicepresident de la Generalitat de Catalunya y conseller de Economia, Pere Aragonès, agradecía a las farmacias que, a pesar de las dificultades, han seguido trabajando sin modificar el servicio.

Sin embargo, no puedo dejar de pensar en aquel 20 de septiembre del 2017. Perdonad. Pere Aragonès explicaba que, mientras se dirigía a la sede de la Conselleria de Economia, oía por la radio que él estaba detenido. Qué locura. Como saben, se trató de un error. No lo fue, sin embargo, la detención del secretario de Hacienda, Lluís Salvadó, y el secretario general del Departament, Josep Maria Jové. "Un ataque a la democracia, a los derechos fundamentales y a nuestras instituciones sin precedentes", así lo calificó Aragonès.

Oriol Junqueras le dejó claro a través del cristal del locutorio de la prisión de Estremera: "Si le pasa algo a ella", dijo, señalando a Marta Rovira, la secretaria general del partido, "te toca a ti". Pere Aragonès tiene muy presente aquella conversación con el presidente de Esquerra Republicana, aquel día del mes de febrero. El resto ya lo saben ustedes. La ausencia forzosa de los dos líderes políticos y Aragonès cogiendo el timón del partido republicano. Una realidad que lo ha llevado a la vicepresidencia del Govern y a la Conselleria de Economia. Con 35 años.

Ahora estamos acostumbrados a ver al vicepresident Aragonès con traje y corbata, pero no se crean que ha sido siempre así. Pere Aragonès lleva media vida en política. Su abuelo fue alcalde de Pineda de Mar, entre 1966 y 1987, y su padre, concejal, como responsable de Hacienda —no podía ser de otro modo—. De su abuelo recuerda la crisis del textil, y de su abuela, que era una gran cocinera. Una pasión que él ha heredado.

Excepto en los años universitarios, en que vivió en el barrio de Hostafrancs, en Barcelona, nunca más se ha separado de su Pineda natal.

Bien joven, con 15 años, ya se estrenó en política cuando se afilió a las JERC, las Joventuts d'Esquerra Republicana. Ahora ya han pasado dos décadas. Aquel chico de patillas largas que de vez en cuando subía al escenario con un grupo de teatro amateur y se vestía de diablo en el correfoc del pueblo, ahora es licenciado en derecho y máster en historia económica. Con estudios en políticas públicas para el desarrollo económico en la Kennedy School of Government de la Universidad Harvard.

Miembro de la ejecutiva nacional de ERC desde el 2003, se estrenó como diputado en el Parlament en el 2006, con el segundo tripartito, y fue escogido nuevamente en 2010 y 2012. Ponente de infinidad de leyes, durante la legislatura 2012-2015 fue el portavoz adjunto del grupo parlamentario de ERC y se convirtió en su portavoz en la comisión de Economía, Finanzas y Presupuesto.

Por si fuera poco, también ha estado comprometido con el municipalismo como concejal. En las elecciones municipales de 2011 y 2015 encabezó la candidatura de ERC - Junts x Pineda.

¿Cómo es el vicepresident Pere Aragonès?

A pesar de su intensa vida dedicada a la política, ha mantenido el grupo de amigos de toda la vida. De café solo y muy corto. Uno de sus libros preferidos es El nostre combat, de Josep Pallach, y daría una Creu de Sant Jordi al protagonista de la novela La iglesia del mar, de Ildefonso Falcones, Arnau, que cristaliza el esfuerzo y las clases populares para levantar un país.

Yo les tengo que decir que lo conozco desde el 2013, cuando pasaba largas tardes en el Parlament para intentar reorientar la memoria perdida de este país. Siempre recibí su ayuda. Lo recuerdo con carpetas bajo el brazo, entrando y saliendo de las comisiones parlamentarias y sentado en su despacho. "Buenas tardes, Pere", recuerdo que le decía cuando entraba.

Un hombre de perfil discreto y talante dialogante. Se casó el año pasado y no tiene hijos. Le gusta ver series de televisión, caminar y el montañismo. Un año hizo la ruta del Govern hacia el exilio, de Agullana a Morellàs y de allí hasta Argelès. Amante de la fotografía, de los animales —especialmente de su perrita— y apasionado de Tintín, de la música y, sobre todo, de cultivar el huerto, del que saca los productos que alimentan una de sus pasiones, la cocina, que casa también con otra afición, los vinos.

Pero no quiero dejar de recordar su Sant Pere de Riu, una antigua rectoría ahora transformada en casa de colonias a las puertas del Montnegre. Un lugar incomparable entre Pineda y el Maresme, donde de niño iba a menudo. Un lugar muy especial de recuerdos de su juventud. Palabras que el mismo Aragonès contaba el 11 de marzo del 2009 a la entrevista del Canal Parlamento. Allí se aprecia su parte más humana, su esencia, su manera de ser, sus pasiones e inquietudes. Una persona que ama pasear por Pineda y hablar con su gente. La Pineda que lo visto crecer. Uno de sus objetivos es mejorarla.

Lejos queda su imagen de diciembre del 2006 cuando se estrenaba como diputado en el Parlament de Catalunya. El joven de pelo corto, sin barba, de patillas largas y anchas, con jersey de pico marrón, camiseta roja y tejanos azul marino. Y con sus gafas inseparables.

Un hombre que se ha pasado más horas en el despacho del Parlament que en su casa. Un extraordinario servidor público, de espíritu incansable, firme e implacable. Un hombre preparado para afrontar los retos del futuro.

Su sueño siempre ha sido "que la gente viva mejor y, para que eso ocurra, necesitamos un estado propio". Su anhelo, la República Catalana.

Un hombre que combina la juventud con la madurez política. La sencillez interior con el traje y la corbata del servidor público al frente del gobierno. Humildad y firmeza. Un hombre que, junto con el president, Quim Torra, hace granítico a un Govern que nos tiene que traer a la República. Confíen en ellos.