El serial La dinastía de los Franco, con la preciada exhumación del dictador en manos del PSOE, parece que llega al final de la temporada. Y digo "final de temporada" porque está claro que aquí no se acaba nada. Iluso aquel que piense que verá salir el lobo de la guarida y más después de tener servidas en la mesa unas elecciones anticipadas.

La momia franquista hace cuarenta y cuatro años que está en el sarcófago de su propio mausoleo. Más de cuatro décadas después, los restos del mayor genocida de la historia del sur de Europa continúan depositados con "honor y gloria" en el parque temático del fascismo más importante de Europa.

El rey emérito no sólo presidió el funeral del dictador celebrado con todos los honores correspondientes a un jefe de estado, sino que se emocionó al verlo desaparecer bajo la tapa de mármol. Juan Carlos I juró lealtad a "los principios del Movimiento". El juramento en el acto de toma de posesión como monarca resume el engaño democrático perpetuado: "Juro por Dios y sobre los Santos Evangelios, cumplir y hacer cumplir las leyes fundamentales del Reino y guardar lealtad a los principios que informan del Movimiento Nacional”.

Juan Carlos I no sólo relevó a Franco, sino que también heredó su ilegitimidad. Una ilegitimidad que ha pasado de padre a hijo. De “los principios del Movimiento” al “¡a por ellos!”.

Los juramentos del monarca a los "ángeles y santos" encontraron la complicidad de la Iglesia española. La gran tapadera, la cómplice, la cooperadora necesaria con piel de cordero. La que bloquea la exhumación de la bestia franquista con "¡el no pasarán!" del prior de la basílica. Del “atado y bien atado” al “con la Iglesia hemos topado”.

El PSOE ha demostrado fe de conseguirlo ―más que voluntad―. José Luis Rodríguez Zapatero lo intentó con un informe de viabilidad que, un mes después de su aprobación, quedaba sepultado en un cajón al perder los comicios electorales. Pedro Sánchez, sólo llegar a la Moncloa, sorprendió anunciando que la exhumación de Franco cogería a la gente trabajando, insinuando que la cosa sería un "pim-pam" y que antes de agosto del 2018 la cosa sería "dicho y hecho". Ocho meses después, la estrategia de bloqueo de los Franco Family con el litigio contra el Real Decreto con un contencioso-administrativo en el Tribunal Supremo, se suma la infranqueable muralla sacrosanta de la Iglesia española. La Iglesia y los nietos de Franco actúan como los dos ángeles custodios que vigilan el acceso a la basílica de Santa Cruz del Valle de los Caídos, perpetuando y violando la estancia de los más 33.000 republicanos al lado de su verdugo.

Pedro Sánchez quería sacar la bestia del Valle de los Caídos y lo acabará llevando a la Moncloa

Quien iba a decir que Siset duraría tanto y tanto. Ni con Reales Decretos ni con agua caliente. La campaña de marketing del PSOE con esta actuación parece que les puede acabar saliendo mal. Susana Díaz también tenía aprobado sacar al general franquista Queipo de Llano del cementerio de La Macarena y, ahora, el gobierno de los trifachitos andaluces, con el oxímoron de Vox al frente de las políticas de memoria, ya ha dicho que queda paralizado. Que los patriotas héroes nacionales no se tocan.

El dictador ya tendría que estar fuera si realmente esta es la voluntad de Pedro Sánchez. En Pamplona tenemos el ejemplo de lo que es exhumar con la autorización judicial pendiente. Las exhumaciones del general Emilio Mola y del capitán general José Sanjurjo fueron recurridas por su familia. El Tribunal Superior de Justicia de Navarra avaló la idoneidad de la exhumación. El franquismo no se debate, se combate y se gana.

Como explicaba en esta casa hace unas semanas, la lucha por la recuperación de la memoria y la dignidad nunca ha parado de trabajar. Son muchísimas las personas que nunca han perdido la esperanza y que lucharán hasta el final. Firmes y determinados hasta conseguirlo. Hasta que los 33.847 olvidados pierdan el anonimato. Hasta que vuelvan a casa, de donde nunca hubieran tenido que salir. El compromiso para hacer justicia y desenterrar la lucha republicana olvidada bajo el Valle de los Caídos.

Hay una lucha, alejada de la política, que nunca falla. La lucha de la sociedad comprometida en recuperar la dignidad de tantas y tantos. La voluntad de trabajar para construir un país más justo, más libre, más digno y donde los valores de la humildad, la fraternidad, la firmeza y el coraje sean el estandarte. Un país forjado con la lucha contra el olvido y la recuperación de la memoria democrática. Unos valores secuestrados y que tienen que ser el baluarte del procés para hacer realidad aquello que nos robaron hace 80 años.

Me gustaría equivocarme, pero Pedro Sánchez quería sacar la bestia del Valle de los Caídos y lo acabará llevando a la Moncloa. La dinastía fascista continúa. Los Casado, Rivera y Abascal se apresuran para ver quién se apunta el primer tanto haciendo el primer acto de campaña al mismo Valle de los Caídos. Lejos de sacar a Franco de bajo tierra, quien puede acabar a nivel político es el mismo presidente Sánchez. Tiempo al tiempo.

La dignidad que le falta a Pedro Sánchez la tienen los que, hoy, sufren la represión del franquismo judicial. Escuchar la firmeza y dignidad de Oriol Junqueras, Joaquim Forn, Jordi Turull y la del Raül Romeva, el conseller que implantó la abertura de fosas sistemática y el impulso del "banco de ADN" a nivel público, es el aliento que nos anima a seguir luchando. Luchar por vencer a la bestia franquista y por tener de una vez por todas, verdad, justicia reparación y garantías de no repetición.