Iniciamos esta nueva década con buenas voluntades y los mejores deseos: felicidad, paz, amor y, sobre todo, justicia social y libertad. Empezamos este 2020 pidiendo respeto para todo el mundo, humildad y rigor. Aparcar la inflamación, compartir análisis, dejar de tergiversar, más diálogo y razonamiento. Sentarse, tratar de convencer, encontrar la solución. Analizar, escuchar, compartir, aprender y reconocer los avances sin aspavientos, con paso firme, pero sin dejarnos enjabonar. Seguir descubriendo nuevos espacios que puedan contribuir a aumentar, a crecer, a fortalecernos. La permeabilidad del movimiento como la clave de la lucha de los que la empezaron. Saber seducir y cautivar aquellos que todavía no lo ven. La incomprensible dicotomía de apartar el "Sit&Talk en pro de los psoedollars de la Diputación de Barcelona. Más pragmatismo, más cohesión, más sinceridad y sin más trampas al solitario. Mirada larga y mano tendida. Somos muchos, seremos muchos más. El reto es mayúsculo. La voluntad, la fuerza, la ilusión y la esperanza de la gente, todavía más.

Si por algo recordaremos en el 2019 es por la injusta sentencia contra el movimiento independentista. La alineación de los aparatos del Estado y la intoxicación por tierra, mar y aire para intentar decapitar la voluntad de la mayoría del pueblo de Catalunya: decapitar de cuajo, lapidar, enterrar —tal como hicieron con nuestros abuelos y bisabuelos que lucharon por la legitimidad republicana— y acabar con el movimiento de emancipación nacional. Mira por dónde, uno de los principales promotores de esta farsa ahora está en paro, víctima de sus propias mentiras y esfuerzos para mostrar a una falsa sociedad dividida y llena de odio, el filofascista Albert Rivera.

En la retina todavía colea la imagen de los auténticos gángsteres con toga y maza que, como el sastre que cose parche a parche, cosieron con hilo grueso una sentencia que es una verdadera venganza, un escarnio, el aviso para navegantes a todo aquel que osas cuestionar los pilares de la sacrosanta democracia española. El Tribunal Supremo como el teatro de los esperpentos jurídicos con aberraciones procesales y judiciales tan bestias como ver políticos que, de repente, se habían devuelto amnésicos, mentirosos confesos, mercenarios coleópteros de las fuerzas de seguridad españolas mintiendo para defender la patria o fiscales vehementes extraídos del pasado más pretérito dispuestos a defender con sangre la indisoluble unidad de España. El resultado, más de 100 años de condena y los líderes independentistas entre rejas y con la impunidad como plato principal del día.

El 2019 acaba con dos hechos relevantes: el "pacto" para dar —o no— estabilidad a una nueva legislatura al Estado y el posicionamiento del Tribunal de Luxemburgo y la Abogacía del Estado.

La Doctrina Junqueras ha demostrado que la estrategia de la defensa de Oriol Junqueras no iba por mal camino. Con eso no quiero decir que las otras tampoco, sencillamente que al abogado Andreu Van den Eynde la acertó combinando política y justicia, la discreción y la eficiencia como la base para conseguir la primera gran victoria para avanzar hacia la nulidad de la sentencia contra el procés. El posicionamiento de la justicia europea daba la razón a quien puso todo el hierro al preparar la defensa esperando las resoluciones de la justicia europea. El Tribunal de Luxemburgo ha reclamando la inmunidad inmediata para Junqueras y, de rebote, nos ha dado una imagen muy esperada, Carles Puigdemont y Toni Comín recogiendo las credenciales de eurodiputados.

A falta del posicionamiento del Tribunal Supremo —ya saben, todavía no han tenido bastante tiempo— es incomprensible —o no— que la Abogacía del Estado no haya pedido la nulidad de la condena en el marco de un supuesto Estado democrático y de derecho. Se reconoce que Junqueras es eurodiputado desde el pasado 13 de junio, hecho que supone la primera gran victoria de los derechos y libertades en Europa, un precedente histórico que tendría que suponer su libertad sin ninguna restricción y el ejercicio de sus funciones como eurodiputado en plena libertad.

El Tribunal Supremo tendría que decretar la sentencia contra el procés nula de pleno derecho para dictar sentencia contra quien no podía dictarla. El Tribunal Supremo no podía actuar sin haber comunicado la solicitud del suplicatorio ante el Parlamento Europeo y, como lo hizo sin ningún miramiento, todos los actos que se derivan son de plena nulidad. Por lo tanto, Oriol Junqueras está detenido ilegalmente con la vulneración de su libertad personal y el derecho de sufragio pasivo.

El Tribunal Supremo ha perdido la condición de juez imparcial, se ha inhabilitado él mismo para tomar decisiones que no se podían tomar y ha vulnerando derechos fundamentales. La grieta que ha generado la Doctrina Junqueras en el Estado es épica, no sólo porque se podrá beneficiar todo el mundo sino porque valida la combinación prisión/exilio tan cuestionada.

Y para acabar el camino del diálogo y la negociación. Acabamos el año, podemos decir cómo lo empezamos, con disparidad, con las discrepancias en el seno del independentismo para diseñar el camino que hay que seguir fruto de la falta de la diagnosis compartida.

Creo que a nadie se le olvida que todo pasa por el reconocimiento de Catalunya como sujeto político y por el derecho de autodeterminación. Lo digo porque a veces el ruido enturbia la causa. La dicotomía para encontrar una solución política al conflicto político entre Catalunya y el Estado mientras se gestiona el día a día. Activar la política para encontrar una solución democrática parecía lejos hace unos meses en el permanente escalamiento de la judicialización y la vulneración de derechos. Es evidente que la cosa continúa, que todavía queda camino por recorrer y que estamos lejos del objetivo. Los republicanos han mostrado las cartas. Encima de la mesa una "mesa de negociación entre gobiernos en un espacio de negociación que represente al país". Una mesa de país que represente los grandes consensos de país, donde poder debatir la voluntad de la mayoría de ciudadanos y donde los acuerdos serán sometidos a la validación de la ciudadanía de Catalunya. Hasta hace cuatro días aquellos que lo calificaban como una herejía se lo hacían suyo.

No sabemos cómo acabará la cosa y la incógnita está servida. ¿Habrá investidura o vamos a elecciones? ¿En caso de que todo salga adelante, será capaz el PSOE de moverse un milímetro del marco constitucional? Definitivamente, ¿la entrada de Podemos en el nuevo gobierno garantizará que fuerce el PSOE a avanzar hacia el reconocimiento del derecho de autodeterminación de Catalunya? ¿Oriol Junqueras, Carles Puigdemont y Toni Comín podrán estar en el Parlamento Europeo el 13 de enero?

Tiempo de reflexión y de leer qué quiere y hacia dónde quiere ir el conjunto de la sociedad. La realidad del país nos lleva a seguir construyendo una mayoría social que represente su diversidad y transversalidad. No reconocer eso es dar palos de ciego. Construir una mayoría social con igualdad de derechos y deberes, combatir las desigualdades, las discriminaciones e implementar la justicia y la cohesión social.

¡Feliz año a todo el mundo!