Los partidos de la eventual mayoría parlamentaria que debería apoyar la investidura de Pedro Sánchez, desde el PNV hasta Junts per Catalunya, pasando por Compromís, ERC e incluso Sumar, plantean iniciativas que suponen cambios estructurales en el funcionamiento del Estado. Así que Pedro Sánchez deberá decidir si se atreve a liderar el cambio histórico que supondría el reconocimiento y la institucionalización de la realidad plurinacional de España o se conforma con forzar una repetición de las elecciones, esperando que le sean más propicias que las anteriores.

Pedro Sánchez deberá decidir si se atreve a liderar el cambio histórico que supondría el reconocimiento de la realidad plurinacional de España o se conforma con forzar la repetición de las elecciones esperando que le sean más propicias que las anteriores

  Los comicios de 23J han vuelto a confirmar que pese a que jueces, militares, empresarios, policías y medios de comunicación se arrogan en connivencia con PP y Vox la propiedad del Estado, España no es solo suya. Y se ha vuelto a cumplir la estadística electoral que señala que la derecha española gana cuando se disfraza de moderada y pierde cuando le sale la bestia que lleva dentro y se radicaliza. La alianza del PP con Vox, además de no sumar mayoría, ha inhabilitado al partido que hoy por hoy aún lidera a Alberto Núñez Feijóo para establecer alianzas con otras fuerzas. Esto se comprobará si Feijóo, como anunció, intenta su investidura. Tiene todo el derecho a hacerlo, pero todo el mundo sabe que fracasará y que una derrota siempre tiene consecuencias. I la ruta hasta la repetición de elecciones será para Feijóo una difícil prueba de resistencia.

Esta perspectiva es la que alimentan a los estrategas socialistas partidarios de ir a nuevas elecciones. Feijóo, dicen, es ahora un perdedor y Sánchez tiene la imagen del hombre que nunca se da por vencido y que ha logrado movilizar a los ciudadanos progresistas con el viento en contra. Para ir a elecciones repetidas, seguramente Sánchez también tendrá que pasar el trámite de fracasar en su intento de ser investido presidente, pero el argumento será patriótico porque no se habrá sometido a las exigencias de Puigdemont, con lo que, de cara a la nueva campaña electoral, el PP se quedaría sin su único argumento de campaña: el pacto del PSOE con los independentistas.

La cuestión es si hay algo que Sánchez quiere y puede ofrecer a Puigdemont, algo que el presidente exiliado no pueda rechazar y que al mismo tiempo garantice a Sánchez investidura y estabilidad

Aun así, la repetición de elecciones tiene también riesgos para el PSOE. Es probable que ante nuevas elecciones la llamada al voto útil del PP tenga más éxito que en julio. Un traspaso de votos de Vox a PP mejoraría considerablemente el resultado del PP en escaños, dado que la ley de Hondt favorece a los principales partidos. Esto pondría más difícil la victoria electoral de Sánchez.

La opción de Sánchez de liderar el cambio hacia la España plurinacional se encontraría con algunos obstáculos. Se trata de un cambio estructural en el funcionamiento del Estado y el Estado no se dejará reformar así como así y opondrá mucha resistencia, como ya ocurrió con el Estatut catalán del 2006. El exasesor de Sánchez, Iván Redondo, ha escrito sobre la posibilidad de la amnistía a los miles de catalanes represaliados por el proceso soberanista, algo que haría difícil el voto en contra de Puigdemont, pero automáticamente ya intervino Nicolás Redondo Terreros al frente de un colectivo socialista advirtiendo a Sánchez contra ningún acuerdo con el presidente catalán exiliado. “Es imposible cualquier negociación sobre cualquier cuestión con una persona que huyó de la justicia española. Punto.” expresó el hijo del histórico líder del sindicato UGT. Yolanda Díaz ha propuesto incorporar el uso del catalán al Congreso y todo el mundo se lo ha tomado casi a broma, menos el PSOE, que ya ha dicho que no "por problemas técnicos". La cuestión es si hay algo que Sánchez quiere y puede ofrecer a Puigdemont, algo que el presidente exiliado no pueda rechazar, y que al mismo tiempo garantice a Sánchez la investidura y estabilidad.

Sánchez sabe que todos los partidos de izquierdas y soberanistas no tienen más remedio que apoyar gratis su la investidura porque la alternativa es PP-Vox. Además, algunos tiemblan ante la posible repetición de elecciones porque tienen mucho que perder y nada que ganar, como es el caso de Esquerra Republicana, sobre todo teniendo en cuenta el protagonismo de Puigdemont. JXCat y Puigdemont son una excepción porque no ven diferencia respecto a Catalunya entre PP y PSOE, pero también, y no menos importante, porque Puigdemont sabe que una solución al conflicto con Catalunya hace imprescindible el concurso del PP entendido en toda su dimensión política, institucional y judicial. Esto quizá se note en la elección de la Mesa del Congreso y la presidencia de la Cámara prevista para el día 17.

No pocas voces en Junts per Catalunya ven la repetición de elecciones como un riesgo muy alto para el partido y temen que si ahora no se aprovecha la ocasión de sacar tajada, su gente no lo entenderá y se desentenderá de un instrumento tan poco útil.

Sin embargo, no pocas voces en la sociedad catalana y también en el propio partido Junts per Catalunya consideran que la repetición de elecciones supone un riesgo muy alto para el partido y para el país. Sostienen que dado que la independencia queda lejos, hay que aprovechar la ocasión de ser decisivos para sacar más tajada que nunca. Es la visión convergente, la de aquel partido que abanderaba la estabilidad y la gobernabilidad. La presión a la dirección de Junts y al propio Puigdemont reclama, como dijo el otro día Artur Mas, “ser exigente pero no intransigente”. Temen que si ahora no se aprovecha el poder de decisión, su gente no lo entenderá y se desentenderá de un instrumento tan poco útil.

Manteniéndose firme en la reivindicación de la amnistía y la autodeterminación y asumiendo la responsabilidad de provocar la repetición de elecciones en España, Puigdemont quiere, y quizás logre, aglutinar y liderar definitivamente el movimiento de los independentistas militantes. Sólo falta saber si son muchos o pocos y qué más harían.

También es cierto que los tiempos están cambiando, que diría Dylan. Hay un sector dentro del mismo partido nada partidario de apostar por la estabilidad y la gobernabilidad en España. Ni que decir tiene que en Waterloo consideran amortizada la estrategia de ERC, que se ha quedado sin discurso, sin protagonismo y condenada a depender del PSOE para todo. Y en este sentido, también parece obvio que después de todo lo que ha pasado desde el año 2017 hasta ahora y todo lo que le ha pasado al propio Puigdemont, el presidente exiliado no está en condiciones de establecer ningún acuerdo autonómico a cambio de la investidura de Pedro Sánchez. Cercanías, financiación autonómica... todo lo que era tan importante ahora les suena a miseria. Manteniéndose firme en la reivindicación de la amnistía y la autodeterminación y asumiendo la responsabilidad de provocar la repetición de elecciones en España, Puigdemont quiere, y quizás logre, aglutinar y liderar definitivamente el movimiento de los independentistas militantes. Solo falta saber si son muchos o son pocos y qué harían a continuación.