Pedro Sánchez ha ido al cine a ver a As bestas y le han criticado que lo publicite. Él mismo hizo un tuit: “Hoy he tenido la oportunidad de ver As bestas, de Rodrigo Sorogoyen. Una historia de una intensidad impresionante, que te atrapa con su atmósfera asfixiante y el espectacular trabajo de sus actores. Qué buen cine se hace en España. ¡No vemos en los #Goya2023!”. Los Goya de este año se presentan como un pulso entre As bestas y Alcarràs, película de la que Sánchez tuiteó cuando fue preseleccionada para los Oscars: “Alcarràs sigue haciendo historia y será una excelente representante de España en los Oscar de esta temporada. Una historia conmovedora sobre el mundo rural que exporta la riqueza lingüística de nuestro país de forma maravillosa. ¡Enhorabuena, Carla, y mucha suerte!”. También es curioso que hable de “riqueza lingüística” en Alcarràs y no en As bestas, que es en buena parte en gallego, pero en fin.

Si hace veinte años 'Los lunes al sol' eran sólo un presagio de lo que vendría, es curioso o sintomático que tanto 'As bestas' como 'Alcarràs' retraten un mundo rural donde el conflicto surge por culpa de las energías renovables de las que tanto hablamos

El caso, como decía, es que se le ha criticado a Sánchez que vaya al cine y se haga la foto, pero es que, obviamente, acudió al cine como gesto político. Era un mensaje francamente diferente a aquella frase de Cristóbal Montoro: “Los problemas del cine no tienen que ver sólo con las subvenciones… también tienen que ver con la calidad de las películas que se hacen”. Declaración respondida por la Academia de Cine: un ministro tiene fecha de caducidad, la creatividad, no. Y es curioso, porque ignoro si es de forma buscada o no, pero el apoyo de Sánchez al cine español llega justo cuando se cumplen 20 años de la gala más célebre de los Goya. La del No a la guerra. Fue el 1 de febrero de 2003 en el Palacio Municipal de Congresos del Campo de las Naciones de Madrid. Un año en que el morbo parecía estar en si Fernando León de Aranoa y su drama sobre el paro, Los lunes al sol, vencería a Almodóvar y su Hable con ella. Pero días antes, José María Aznar había apoyado a George Bush en su intención de invadir Irak. Los responsables de esa ceremonia fueron los integrantes del grupo de teatro Animalario, con Alberto San Juan y Willy Toledo a la cabeza. Toledo acabó pagándolo muy caro personalmente, como chivo expiatorio y en forma de aviso para navegantes. Y el PP declaró la guerra a la industria del cine. Ahora, el gobierno Sánchez —que con José Guirao como ministro de Cultura tuvo muy buena relación con el sector, pero empeoró con José Manuel Rodríguez Uribes— ha aprobado la nueva ley del cine con la que espera hacer la paz. Ah, y en la que el incombustible Miquel Iceta ha sido pieza clave.

Y, por cierto, si hace veinte años Los lunes al sol eran sólo un presagio de lo que vendría, es curioso o sintomático que tanto As bestas como Alcarràs retraten un mundo rural donde el conflicto surge por culpa de las energías renovables de las que tanto hablamos. En Alcarràs son las placas solares. En As bestas, los molinos de viento. Queremos energías renovables para salvar el planeta, ¿no? Pero queremos preservar los paisajes, ¿no? ¿No queremos lugares deshabitados, verdad? ¿Pero queremos convertir la España —y la Catalunya— vacía en la fábrica de luz de las ciudades? ¿Y qué debate abre esto al mundo rural? Unos, preferirían cobrar y dejar un trabajo que quizá tenga menos de romántico de lo que pensamos con la calefacción del piso a todo trapo. Otros dirán que por encima de su cadáver. Y, cobrar, ¿cuánto? ¿Y qué riqueza deja en la zona? ¿Y si estos otros que no quieren irse son unos neohipies recién llegados que no saben en realidad lo que es malvivir en el culo del mundo? Renovable sí, ¿pero no así? ¿Cómo, pues? Para eso sirve el cine. Para combatir a quienes no les interesa que pensemos.