Estos últimos días, hemos oído al presidente del Gobierno exigiendo, una y otra vez, que los independentistas reconozcamos que hemos fracasado. Tanta insistencia me ha hecho pensar en aquella máxima latina que asegura que «excusatio non petita, acusatio manifesta». En otras palabras, que, cuando alguien tiene necesidad de repetir tantas veces que otro ha fracasado es porque este supuesto fracaso no existe. Ciertamente, algunos de nosotros estamos en prisión y la represión se abate indiscriminada sobre muchos inocentes. Pero, difícilmente, alguien osaría decir que Mandela o Gandhi fracasaron por el hecho de ir a prisión. De hecho, la cárcel, el exilio y la represión que sufrimos en todas sus formas, no son los síntomas del fracaso de los independentistas, sino todo el contrario: evidencian el fracaso de un supuesto estado de derecho y de una democracia inmadura y fallida que el señor Pedro Sánchez hace ver que quiere defender.

Cuando reina la injusticia es habitual que los inocentes hagan estancia en las prisiones y, en nuestro país y en mi familia en particular, hemos tenido ocasión de constatarlo muchas veces. Por esta razón, antes del referéndum del 1 de octubre de 2017, muchas veces fui avisando de que no podíamos descartar en absoluto que los aparatos del estado nos encerraran en la prisión. Porque, como nos enseña la historia, a veces la prisión es sencillamente una etapa más en el camino para alcanzar la libertad, una etapa para plantar la semilla que tiene que marcar el devenir.

Los dirigentes del PSOE y del PSC –y mucha otra gente– saben perfectamente que somos inocentes, pero aplauden nuestra condena porque piensan que eso protege sus intereses y privilegios, y que de esta manera todo seguirá igual y nada cambiará.

Los dirigentes del PSOE y del PSC saben que algunos de nosotros formamos parte de un partido con 88 años de historia y ningún caso de corrupción. Un hecho diferencial que todavía nos da más legitimidad y bastante moral para reclamar un cambio de arriba abajo en la manera de hacer las cosas, de distribuir soberanías.

Los dirigentes del PSOE y del PSC saben que nosotros hemos garantizado que haya más maestros y profesores que en cualquier otro momento de la historia, mientras ellos han formado parte de gobiernos que han mandado a más trabajadores al paro que todos los otros estados europeos juntos.

Los dirigentes del PSOE y del PSC nos exigen que respetemos la sentencia que nos condenará cuando salga, cuando ha sido dictada por un sistema judicial escogido por organismos que ellos han escogido –conjuntamente con el PP– desde hace 40 años.

Los dirigentes del PSOE y del PSC reclaman que condenemos la violencia que siempre hemos condenado (condenamos y condenaremos), mientras callan ante la violencia policial contra los votantes del 1 de octubre de 2017.

Me parece que hoy es un día tan bueno como cualquier otro para recordar estas verdades tan evidentes. También es un día excelente para mirar adelante. Para recordar que a pesar de todo eso, nosotros seguimos sentados en la mesa del diálogo porque siempre estamos dispuestos a dialogar, aunque la silla de delante siempre ha estado vacía. Siempre. Y seguimos sentados porque sabemos que el diálogo es y será una herramienta imprescindible para trabajar para un futuro mejor para nuestra sociedad, un futuro que siempre es y será más importante que la situación personal de todos nosotros.

Todas aquellas personas que quieran y consideren que la resolución del actual conflicto político pasa y pasará en gran parte por un diálogo sincero pueden votar ERC. Mientras que, a diferencia de ERC, el PSOE solo negociará si se ve en la más absoluta necesidad, si no tiene más remedio. Por eso, mientras se sienta fuerte, el PSOE siempre se saldrá por la tangente y preferirá salvar los (sus) muebles pactando con la derecha española.

Esta noche, mientras los dirigentes socialistas hacen quinielas para repartirse las sillas de los ministerios, los hijos de muchos inocentes seguirán esperando que sus padres y sus madres vuelvan a casa. Estoy convencido de que, para aquellos que piensen en los hijos de todas las familias de este país, ERC es la mejor garantía para hacer las cosas diferentes siempre con la bandera de la honestidad y del respeto mutuo. Y que nadie tenga ninguna duda de ello, pondremos la amnistía y la autodeterminación sobre la mesa, porque nunca renunciaremos a ninguno de nuestros objetivos por mucha represión que quieran ejercer sobre nosotros.

Por todo ello, en estas horas difíciles, seguimos con la mano tan tendida como siempre y con el espíritu más sereno que nunca a la hora de dialogar con todo el mundo. Todo el mundo sabe que somos más independentistas que nadie, lo hemos sido toda la vida, y a la vez más dialogantes que ningún otro actor. Una combinación ganadora y que nos hará avanzar hacia la victoria definitiva.

Desde la celda de Lledoners, con el alma llena de orgullo por el camino recorrido y de esperanza por el que caminaremos, os pido coraje, perseverancia y dignidad. Somos los que nunca nos cansamos, los que nunca renunciamos, los que nunca desistimos. ¡Pase lo que pase, persistamos, porque si lo hacemos, ganaremos!

 

¡Salud, libertad y República!

 

Oriol Junqueras Vías

Lledoners