La noche es tramposa. Nos ofrece oportunidades y complicidades, pero también es terreno para la duda, para la angustia y la incertidumbre. La noche oscura de la mística es ya un clásico en la literatura espiritual. Las religiones han explorado mucho la vertiente nocturna, porque la oscuridad y la claridad han formado parte desde tiempos inmemoriales de su génesis. En el catolicismo persiste la tradición de la adoración nocturna, y en Barcelona, por ejemplo, el Tibidabo abre las puertas cada noche a personas que quieran rogar ante el Santísimo, es decir, sentados o arrodillados delante del sagrario. Otras parroquias lo llaman adoración continuada, porque esta praxis religiosa no se detiene ni de día ni de noche y contra todo pronóstico atrae cada vez a gente más joven. Por la noche también hay ideas como los centinelas de la noche, unos católicos que van por discotecas y locales nocturnos hablando de Jesús a la gente que se encuentran.

El mundo digital plantea un reto a las religiones: mientras los templos, las sinagogas, las mezquitas, las iglesias... por la noche cierran sus puertas, en Internet sigue la conversación, la investigación, la curiosidad, las ansias de conocimiento o de espiritualidad. Las religiones están inventando fórmulas para estar siempre presentes, día y noche, pero la falta de personal no siempre lo permite. Mientras el panorama digital se va llenando de aplicaciones, comunidades virtuales, cadenas de plegaria, juegos interactivos... también la vertiente física y offline de las religiones se dispone a ser proactiva.

Las religiones en sí mismas no existen: las religiones son personas

En Barcelona, la noche del 14 y el 15 de septiembre se celebra la 4ª edición de La noche de las religiones, todo un día y una noche en que varias religiones de la ciudad abren las puertas de sus locales e invitan a la ciudadanía a conocerlos.

Esta noche, que emula la Noche en los Museos, está formada por actividades que han pensado, en el caso catalán, 53 entidades participantes. Serán talleres, degustaciones de comida, conciertos, visitas guiadas, conferencias... La iniciativa es de la Asociación UNESCO para el Diálogo Interreligioso (AUDIR), que ahora también ha añadido a su nombre "Interconviccional". Quieren ser un espacio de encuentro y conocimiento de la diversidad de religiones, espiritualidades, convicciones y cosmovisiones presentes en nuestro país. Una oportunidad para el diálogo en que la ciudadanía se puede acercar a conocer la diversidad de la ciudad. Cuenta con el apoyo del Ayuntamiento de Barcelona y la colaboración de la Obra Social "la Caixa" y parten de un principio de Asoka del siglo III aC: "El contacto entre religiones es bueno. Todo el mundo tendría que escuchar y respetar las doctrinas profesadas por los otros. Y si hay motivo para la crítica, se tendría que hacer de manera afable" (Asoka, edicto duodécimo, siglo III aC).

Ya hace años que en Berlin hacen la Lange Nacht der Religionen, la larga noche de las religiones, y son casi 100 las comunidades que participan. La noche catalana se inspira en ella. En el caso alemán, el alma es Thomas Schimmel, que cree que hay razones para "celebrar y unir", pero sobre todo para propiciar discusiones realmente interreligiosas. La fuerza que hay detrás de la idea es que las religiones pueden pacificar y unir. Y para que eso no parezca una declaración de Miss Mundo, se dejan interpelar por personas que no son creyentes, y abren las puertas, en un formato –la noche–, que estimula y se parece más a una actividad lúdica que a una rigurosa celebración religiosa, más institucional y para adeptos.

Las religiones en sí mismas no existen: las religiones son personas. Gente normal y corriente, gente con problemas y soluciones, personas que creen en un mundo en que tienen que convivir con gente que ni cree ni que entiende que otros tengan creencias. La noche los puede unir. Porque la noche nos confunde, dicen los jóvenes cuando salen de fiesta, y sin embargo nos puede ayudar a distinguir, conocer y valorar.