La habían confundido por la mujer del Papa. Fue en uno de los viajes a África con Juan Pablo II. La irrecuperable periodista Paloma Gómez-Borrero se dio cuenta de que los autóctonos la trataban demasiado bien. Todo el mundo era excesivamente atento con ella. Casi acumulaba tantas reverencias como el Papa de Polonia. Al bajar del avión la condujeron solemnemente hacia una cabaña, sólo para ella, con un séquito de tambores que suavemente la acompañaron toda la noche. De los otros periodistas, ni rastro. Y ella, en vez de inquietarse, lo encontraba "divertido". Paloma ponía mucho misterio en la cabaña y los tambores, y a mí era una historia que a pesar de conocer, como los niños pequeños, pedía que se me volviera a explicar, siempre.

No fue hasta muchas horas después, ya casi cuando se despedían del país, cuando le confesaron que se habían pensado que era la mujer del "gran cabeza blanco", que no era otro que el inefable Juan Pablo II. No podían concebir que el Papa no tuviera mujer. Y por como vieron que esta mujer hablaba al Papa, intuyeron que era su pareja. Paloma Gómez-Borrero ciertamente no fue su mujer, pero sí una de las más próximas al papa polaco, que con afecto le decía "Papaloma". Había una complicidad altísima entre los dos.

Sospecho que en el cielo la han fichado en la puerta, así colabora dejando pasar a todo el mundo, porque probablemente también los encuentra "realmente estupendos"

Ahora que se ha muerto Paloma, todo el mundo ha recordado que fue la primera mujer que RTVE envió como corresponsal, y se ha alabado su carácter afable y acogedor. Italia la modeló muy bien. Imposible olvidar sus cafés en la casa-museo en Roma, o también en Madrid, donde hace pocos meses me ofreció la que ya es la última grappa. Era un licor que le habían llevado "unas monjas encantadoras", porque para Paloma todo era siempre "fenomenal y maravilloso". Menos una cosa. No podía soportar la idea de la división. Hablamos a raíz de Catalunya. Estaba preocupada por las voces que le llegaban, más en Madrid que en Roma. Temía una "fractura", y le daba miedo que hubiera violencia. Lo mismo le pasaba con el papa Francisco: "Míriam querida (porque lo decía así al revés), ¿no piensas que el Papa argentino quizás está haciendo demasiado alboroto?". Le respondí que me parecía "fenomenal" esta movida. Y sobre Catalunya, le pregunté cómo lo vivía ella, cuando cada primavera venía: "Sois estupendos". Y mostrábamos que nosotros no éramos diferentes del resto de ciudadanos, y que si se encontraba acogida, si podía empezar una conversación política y nadie sacaba los cuchillos, eso le tenía que hacer pensar. Cuando llegaba a destino siempre nos escribía y nos agradecía la hospitalidad catalana y nos recordaba que se sentía "como en casa". Viniendo de una mujer que ha hecho centenares de viajes por el mundo, que en Catalunya se encuentre en un ambiente doméstico, era un piropo. En el último correo que conservo de ella me hablaba del Papa y Ada Colau, y socarrona como era, concluía impecable: "¿Qué te ha parecido la carta que el papa Francisco ha escrito a vuestra alcaldesa? ¡¡¡Debe estar "que flipa" de contenta!!! Espero que de la emoción vaya a la Misa del Gallo". Así era Paloma. Podía hablar de fantasmas, de las pinturas de Raffaello y en la misma frase incluir un "flipa". Conocía bien Catalunya. Tenía anécdotas muy divertidas en tierras catalanas, como la de Portlligat con Gala y Dalí "y esos efebos que venían y desfilaban ante nuestro: os habría encantado". Y tanto. También mantenía relación con el mundo de la ópera, y con los carmelitas: últimamente estaba concentrada en Santa Teresa de Ávila. Y hacía pregones en fiestas mayores, participaba en tertulias y seguía yendo de Roma a Madrid. Se interesaba por nuestra cocina. Cuando íbamos a comer al Estevet pedía albóndigas con sepia y gambas, porque se dejaba aconsejar y quería probarlo todo. Sospecho que en el cielo la han fichado en la puerta. Así colabora dejando pasar a todo el mundo –conoce a mucha gente–. Y a los desconocidos, porque probablemente también los encuentra "realmente estupendos".