Desconfiad de la debilidad aparente. Para ser un hombre de frágil salud, Giovanni Battista Montini (1897-1978), el papa Pablo VI, fue pontífice 15 años. Provenía de una de las zonas más golpeadas hoy por el Covid-19, la zona lombarda de Brescia y sus alrededores. Su pontificado abarca desde el 1963 al 1978, y sucede al papa Juan XXIII. El suyo es conocido como un cónclave breve, tres días justos y ya el arzobispo de Milán, Giovanni Battista Montini, fue escogido y decidió el nombre Pablo, el apóstol de los gentiles. Era muy conocido y se le prefiguraba como el sustituto ideal en un momento en que los Estados Unidos y la URSS mantenían una tensa relación. El mundo sufría convulsiones diversas: las revoluciones de los años 60, la crisis del petróleo, las Brigadas Rojas y el terrorismo que acabó con la vida de Aldo Moro, amigo suyo, y las nuevas libertades que todo lo sacudían.

Montini provenía de una familia burguesa de Consesio, cerca de Brescia, y su padre era director de un diario de la zona y más tarde fue político. Montini siempre reconoció que su padre le había transmitido coraje y la cualidad no rendirse nunca. Por salud frágil, este futuro Papa estudió con los jesuitas pero tuvo que continuar en casa, privadamente, sin posibilidades online como ahora. Autodidacta también en los estudios de teología, que empieza presencialmente en el Seminario de Brescia, los tiene que seguir desde casa. Solo y a distancia. Se formó sin contacto social, leyó muchísimo y socializó relativamente poco en aquella fase vital de formación. Después de la formación lo enviaron a Roma a universidades como la Gregoriana, el Laterà, o el Accademia dei Nobili Ecclesiastici. Ya con un perfil político lo envían a Polonia, pero el rigor del tiempo lo hizo volver.

Después de una época de dedicación al cuidado de los estudiantes universitarios, su ascenso dentro de la Secretaría de Estado fue fulgurante: a los 40 años ya era el número 3, después del Papa y del secretario de Estado. Fue tildado de progresista "moderado", en palabras del historiador Battista Mondin, y fue enviado a Milán, pero su destino seguía siendo Roma, y directamente el Vaticano. Y así fue. El papa Juan XXIII lo hace cardenal. Su exquisitez de formas y la lenta reflexión lo llevaron a ser calificado de hamletiano, dudoso. Su drama más conocido fue la incomprensión que generó la encíclica Humanae Vitae sobre la vida humana y la negación que supuso a los contraceptivos. Y ahora es santo. El Papa lo canonizó al mismo tiempo que a Oscar Romero, asesinado en El Salvador el 24 de marzo de 1980.

Dos hombres con trayectorias tan diferentes pero convencidos de que había un valor, la esperanza, que era lo que sostenía su vida. A uno lo asesinaron mientras decía misa. El otro murió de un infarto en 1978, el año en que hubo tres papas. Pablo VI parecía un niño escuálido y poca cosa, y ha sido en cambio un Papa que ha marcado la historia de la Iglesia con su fuerza. No os confiéis. Detrás de gente que parece poca sustancia, se pueden esconder las fuerzas de la naturaleza.