Hay expresiones que provienen de las negras épocas de persecuciones varias. En nuestras regiones tenemos una retahíla de frases contra alguien que aparentemente no lo parecen. El motivo no es que seamos un país de perseguidos y perseguidores, sino que simplemente somos humanos y nos movemos no siempre por los más altos y excelsos instintos. De cuando por aquí se expulsaba a los judíos nos ha quedado el fer dissabte [lit: hacer sábado], una manera de decir que usamos para referirnos a dejar la casa en condiciones. Para arreglar cosas, ordenar y recoger hay que activarse. Precisamente los judíos reservan o guardan el sábado por motivos religiosos (el Shabat). Y aquel día no hacen nada que implique acción manual. Ante la homogeneización de creencias que quisieron los Reyes Católicos, algunos judíos optaron por la conversión, forzada, al cristianismo. Aun así, mantenían en secreto su religión. Una manera de demostrar a todo el mundo que eran "buenos cristianos" consistía precisamente en romper el precepto del sábado, airear la casa y demostrar así a todos los vecinos que realmente habían dejado atrás su religión anterior. Recordemos que Catalunya tiene mil años, pero el judaísmo ya hace dos mil que estaba, como nos dijo Manuel Forcano en uno de los cursos sobre judíos catalanes que programa el CCCB.

La papanostalgia está costando cara a la Iglesia actual. El papa Francisco es visto como un usurpador por algunos sectores que no lo quieren reconocer como legítimo sucesor de Pedro

Fer dissabte, pues, parece una neutra y bonita expresión para limpiar, pero es una navajazo contra los judíos y sus costumbres. Su significado, hacer limpieza, es positivo y reclama orden y renovación. Fer dissabte es lo que le conviene a la Iglesia, y no lo digo yo, sino el director del histórico diario Osservatore Romano, Andrea Monda, que en el Rimini Meeting, un multitudinario encuentro de católicos vinculados al movimiento Comunión y Liberación que se celebra cada agosto en la localidad italiana de Rimini, ha pedido a los católicos que sean "más abiertos". Que el director del diario vaticano Osservatore Romano tenga que pedir a los católicos que sean "más abiertos" no quiere decir sólo que los católicos no son suficientemente abiertos, sino que la institución misma ya se da cuenta que sus seguidores, los de las primeros filas, están demasiado anclados en el pasado y no avanzan. O no quieren avanzar con su Papa. Porque este es uno de los problemas, los católicos sin Papa o con uno "otro Papa".

A todas las instituciones ha habido nostalgia del líder anterior. Tienes un presidente y te ponen otro, y a ti te gustaba el anterior. O un director general. O un obispo. O un Papa. La papanostalgia está costando cara a la Iglesia actual. El papa Francisco es visto como un usurpador por algunos sectores que no lo quieren reconocer como legítimo sucesor de Pedro. Andrea Monda, que proviene del mundo de la enseñanza secundaria de la literatura, hace ver a los católicos que el Papa es un hombre que rompe un sistema de "reglas y esquemas". Saludé e Monda brevemente al inicio de su mandato, no hace ni 9 meses. No lo tiene fácil. Tiene que encarar la difícil tarea de dirigir un diario en un momento en que la política comunicativa vaticana camina hacia una sinergia que todavía no ha se ha acabado. No se hace una reforma estructural uniendo varios medios de comunicación con una sola visión. Roma es centralista, pero el Vaticano es un mundo con muchas corrientes. Monda ha intentado trasladar a quien lo escucha que en este mundo sistémico hace falta aire porque sino "nos asfixiamos". Sin fer dissabte, el polvo se lo come todo. Están surgiendo voces de auxilio desde la misma estructura. Cuando un líder político tiene que pedir calma a la militancia, es que los que protestan o se resisten no son cuatro tarambanas, sino que hay mar de fondo. A la Iglesia también le pasa. Et voilà.