Albano y Romina la resumían cantando. La felicidad, para ellos, era un “buen viaje lejano mano con mano”, “un trago de vino por el camino” y también “vivir el cariño como los niños”. La felicidad. Más científicamente, el prestigioso Pew Forum de los Estados Unidos ha concluido que la felicidad es un entramado más complejo de emociones y prospectivas. Se asocia a un proyecto vital y al sentido de la vida. Y han descubierto que las personas activas en grupos religiosos tienen tendencia a ser más felices y más comprometidas cívicamente. Han hecho la investigación en 24 países y han corroborado, por ejemplo, que los miembros de las religiones en los EE.UU. tienen tendencia a fumar menos y a beber menos, aunque en temas de ejercicio no están más sanas y las cifras de obesidad son altas y preocupantes. En investigaciones anteriores de este instituto ya se había dicho que las personas religiosas vivían más tiempo.

Concretamente, este informe examina los niveles de felicidad autoevaluados de los encuestados, así como cinco medidas de salud individual y dos medidas de participación ciudadana. Las tres categorías son: "Activamente religiosa", formada por personas que se identifican con un grupo religioso y dicen que asisten a servicios como mínimo una vez al mes (a veces denominados "activos"); "Inactivamente religiosos", definidos como aquellos que reclaman una identidad religiosa pero que asisten a servicios con menos frecuencia (también llamados "inactivos"); y "religiosamente no afiliados", personas que no se identifican con ninguna religión organizada (a veces llamados "no").

La investigación del Pew puede sugerir que las sociedades con disminución de los niveles de implicación religiosa, como los EE.UU., podrían estar en riesgo de disminuciones en el bienestar personal y social, ya que la afiliación religiosa, por sí misma, se asocia con una mayor probabilidad de felicidad personal o participación ciudadana.

La felicidad, para miles de personas en el mundo, pasa por la religión

La investigación hace saber que hay "conexiones" entre la salud y la religión, pero no prueba que haya una correlación directa entre ser religioso y mejorar la calidad de vida. Parece que ser religioso es positivo pero no está "demostrado". La participación en la vida ciudadana, por ejemplo ejerciendo el voto, está vinculada a la afiliación religiosa, según estos datos. Y una sociedad donde la gente vota es una sociedad más sana. Pero hay que tener en cuenta, por ejemplo, que en algunos lugares como en Chile, votar era obligatorio hasta el 2012, y por lo tanto no emergía el voto como una decisión cívica de participación ciudadana consciente y activa. La gente votaba porque era obligatorio.

Las personas religiosas afirman que son activas en organizaciones de tipo benéfico, sindical o deportivo, así como en voluntariados y grupos. La religión parecería que lleva, por lo tanto, a la acción a favor de la comunidad y también en el cuidado de la propia individualidad. Entre los habitantes de los Estados Unidos, por ejemplo, el 36% de las personas religiosas afirman ser felices, mientras los no religiosos felices son el 25%. Estar con los otros, cuidar la propia salud y la de los otros, ser útil, participar en la construcción de una vida colectiva, mejorar las condiciones del prójimo, hacer felices a los otros, en definitiva, son consecuencias que emergen de quien se mueve interiormente por mociones positivas. La religión ha ofrecido consuelo durante siglos a las personas, y también esperanza y capacidad para salir de sí mismas y conectarse con Dios, con la naturaleza, con los otros. Sin olvidar la conexión con ellas mismas. La felicidad, para miles de personas en el mundo, pasa por la religión. No porque la religión las arregle mentalmente o les ofrezca un consuelo interno y basta, sino porque les obliga a mirar el mundo en el que están y trabajar para mejorarlo. Una religión que haga que la persona se vuelva hermética y taciturna no contribuye al capital social. Una religión punitiva y angustiante, menos. Sí a la religión como posible vía para vivir mejor y como dimensión de la persona humana que la impulsa a mejorar. No a la religión como refugio para inadaptados sociales o personas egoístas que sólo piensan en su salvación.