Estamos en puertas de unas elecciones anticipadas al Parlament donde uno de cada tres catalanes con derecho al voto todavía no sabe qué hará el día 12 de mayo (1.884.000 personas). Obviamente, algunos decidirán no votar y otros dudan entre una o varias opciones, y justamente por eso sirve la campaña electoral: consolidar decisiones, hacer cambiar otras y movilizar un segmento significativo de electores ahora vacilantes.

Habrá que ver también qué relato dominará en esta campaña: gobernabilidad-estabilidad, políticas concretas, restitución, resiliencia, pasar página, la fuerza de los partidos versus los liderazgos, etc. Todo se definirá en dos semanas, por este motivo, el lector tiene que entender que cualquier diagnóstico que se haga ahora, al principio de la campaña, parte de la base de que muchos teóricos indecisos, a partir de sus preferencias y proximidades, se han asignado como voto potencial a alguna fuerza política, pero estas preferencias de hoy pueden verse alteradas durante los próximos días, y de manera especial durante los últimos días de campaña (el alejamiento social con respecto a las ideologías clásicas, cierto rechazo a las estructuras de los partidos y el papel de las redes sociales hacen que cada vez haya más gente que decide —y cambia— el voto en el último momento).

Para situar el marco de partida y que explica los pronósticos actuales, hay que ser conscientes de que las elecciones de febrero del año 2021 se celebraron en un contexto anómalo de salida de la pandemia y solo votó el 51% del censo, y de manera significativa se abstuvieron en mayor medida los votantes menos identificados con el eje catalanista en sentido amplio, por lo tanto, un incremento previsible y normalizador de la participación electoral se basará en la activación de personas menos identificadas con el eje nacional catalán, no solamente, pero este segmento seguro que ahora participará en mayor medida, y eso claramente juega a favor del PSC, PP y Vox.

A la espera de los efectos de la campaña electoral que está a punto de empezar, estamos ante unas elecciones que hoy previsiblemente volverían a generar un Parlament con dificultades para alcanzar mayorías de gobierno

También hay que recordar que el espacio independentista tiene dos nuevas ofertas electorales (Aliança Catalana y Alhora), que se suman a las tres ya existentes (ERC, Junts y la CUP), por lo tanto, cinco opciones situadas en un mismo vector electoral, a pesar de las evidentes diferencias en otros temas, pero cinco opciones que, incluso hoy, cuando todavía las proyecciones no les asignan diputados, ya recogen como mínimo el 3,5% de los sufragios, y esta cifra subirá más, por lo tanto, más dispersión del voto implica más fragmentación en este espacio y repercute significativamente en el reparto de escaños por demarcación. Es decir, hace menos eficiente la translación de votos en escaños en este espacio político, con pérdidas de sufragios que no se traducen en escaños.

Otro dato a tener en cuenta: el año 2021 el 4% de los votos emitidos no se tradujo en escaños, en la demarcación de Barcelona se situó solo en el 3% de los votos emitidos, en Tarragona alcanzó el 8%, pero en las demarcaciones de Girona y Lleida, el 14% y el 16%, respectivamente, de los sufragios no se tradujeron en escaños, y por lo tanto, algunos partidos obtuvieron un plus de representación gracias al reparto de escaños con el sistema D'Hondt. Ahora parece que el PP es competitivo en las cuatro demarcaciones y el PDeCAT ha desaparecido, por lo tanto, dos de los principales afectados por este problema de desigual implantación territorial y los umbrales efectivos para alcanzar representación según el número de diputados que escoge una demarcación, ya no se dará tanto; si bien los partidos con menos apoyos (CUP, Comuns-Sumar y las nuevas formaciones) siempre tendrán el riesgo de no maximizar sus votos en escaños.

Con respecto a los resultados de la proyección a 25 de abril y, por lo tanto, a la espera de los efectos de la campaña electoral que está a punto de empezar, estamos ante unas elecciones que hoy previsiblemente volverían a generar un Parlament con dificultades para alcanzar mayorías de gobierno más allá de un tripartito entre PSC, ERC y Comuns-Sumar, con independencia de si se dan las circunstancias políticas para llevarlo a cabo. También se constata que dentro del espacio españolista, Cs desaparece, pero la suma del PP y Vox podría superar los 20 diputados actuales que representa este bloque electoral, unos buenos resultados que consolidan un espacio político minoritario, no relevante para constituir mayorías de gobierno en Catalunya, pero significativo en términos de representación ciudadana.

Los datos actuales también apuntan a una estabilidad a la baja del espacio que se mueve en torno a Comuns-Sumar, con fuertes dosis de resiliencia en las demarcaciones de Barcelona y Tarragona. También se detectan muchos diputados en juego entre ERC y Junts per Catalunya, y con niveles de indecisión muy altos en este espacio de frontera; también la CUP, en fase descendente, puede tener problemas para alcanzar escaños allí donde ya tenía menos implantación. Más y nuevos actores en juego en el ámbito soberanista. Finalmente, cabe destacar el liderazgo del president Carles Puigdemont, que hoy sitúa a su partido por delante de ERC, pero por detrás del PSC de Salvador Illa y lejos para liderar una mayoría de gobierno en su entorno.

Este es el punto de partida de una campaña que tendrá que resolver cómo se decanta el tercio de electores indecisos; qué efecto tiene el anuncio de posible dimisión del presidente Pedro Sánchez, y si se mantienen o se alteran las tendencias apuntadas hasta ahora, y finalmente, qué gobierno efectivo será posible después de la nueva distribución de escaños. Todo muy volátil en estos momentos.

 

Jordi Sauret, doctor en Sociología y CEO del Institut Feedback d’Investigació Aplicada