Barcelona, año 1078. Se celebraba el matrimonio entre Ramón Berenguer II, de veinticinco años, conde independiente de Barcelona; y Mafalda de Apulia, de dieciocho años, hija de Roberto de Hauteville, duque independiente de Calabria. Mafalda sería la primera y la única princesa de sangre vikinga que se sentaría en el sitial condal de Barcelona. Pero esta excepcionalidad no quedaría en un simple detalle. La llegada de Mafalda y de su séquito revolucionó la cultura bélica de aquellos pequeños condados catalanes que, muy justo, habían iniciado el camino en solitario. Durante el gobierno de Ramón Berenguer II y Mafalda, la cancillería de Barcelona puso los cimientos de la expansión territorial hacia el sur y marítima hacia el Mediterráneo.

Mapa de la expansión catalana durante los siglos XI y XII. Fuente Enciclopedia
Mapa de la expansión catalana durante los siglos XI y XII. Fuente: Enciclopedia

¿Quiénes eran los Hauteville?

Los Hauteville eran una estirpe de señores de la guerra procedentes del ducado de Normandía, y remotamente originarios de Escandinavia; que habían hecho fortuna combatiente al servicio de las principales potencias del momento en la disputa por el extremo sur de la península italiana (siglo XI). Durante décadas los Hauteville habían combatido indiferentemente en las filas pontificales; en las del Sacro Imperio Romano Germánico; o en las del Imperio bizantino; puramente en función de sus propios intereses. Y, después de años de lucha y de una acertada gestión de las victorias militares; habían conseguido que todas estas potencias los reconocieran como soberanos independientes de los ducados de Apulia y de Calabria.

Los Hauteville y el Pontificado

No obstante, los Hauteville no habían renunciado nunca a conservar su relación con el Pontificado. Roberto, el padre de Mafalda, siempre se preocupó por cultivar un curioso diálogo —con hachas encima de la mesa—; que, sorprendentemente, tenía que tener resultados muy positivos para el proyecto de consolidación de su dominio en la punta de la bota italiana. Esta relación, no tan solo lo consolidaría militarmente, sino que también, sería la que le abriría las puertas en las cancillerías más próximas. La curia pontificia, especialmente interesada en obtener un rédito de aquella tempestuosa relación, lo acabaría abrazando como un aliado más. Mejor dicho, como uno más de los pequeños principados del Mediterráneo occidental, que crecían y se desarrollaban bajo la protección pontificia.

Representación del Tapis de Bayeaux (2). Fuente: Museo de Bayeaux
Representación del Tapiz de Bayeaux (2). Fuente: Museo de Bayeaux

Los Hauteville, el Pontificado, y los Bellónidas

Esta es la causa que explica la negociación matrimonial entre Ramón Berenguer II y Mafalda. Los condados catalanes también formaban parte de esta familia de pequeños dominios marítimos que se desarrollaban lentamente bajo la protección de la capa pontificia. Calabria se sumó a la familia formada por Barcelona, Montpellier, Niza o Pisa; para citar algunos. Y Mafalda se convirtió en la primera pieza que movía su padre en esta dirección. Naturalmente, aquella negociación fue promovida por el Pontificado, que siempre vio una oportunidad para "domesticar" definitivamente los belicosos Hauteville; y convertirlos en unos "fieles" y "fiables" aliados de los intereses pontificios.

Ramón Berenguer III

Cuatro años después de aquellas bodas (1082), nacía el primer hijo macho de la pareja, el futuro Ramón Berenguer III. Y si bien es cierto que el camino de aquel heredero hasta el sitial condal de Barcelona fue largo y tortuoso (poco después de su nacimiento, el padre fue asesinado, y la madre y las tres criaturas se tuvieron que esconder bajo las piedras durante mucho tiempo); también lo es que cuando, finalmente, se aclaró la legítima sucesión; los condados catalanes recuperaron el empuje conquistador parado desde la primera independencia (987); y en pocos años duplicaron la extensión de sus dominios. Con Ramón Berenguer III se buscó el Segre y el Ebro, y se empezó a prefigurar el mapa de Catalunya.

Representación de Ramon Berenguer III. Fuente Rollo de Poblet
Representación de Ramón Berenguer III. Fuente Rollo de Poblet

La primera empresa marítima: Mallorca

También con Ramón Berenguer III, hijo de Mafalda, se proyectaría la primera empresa marítima de la historia de Catalunya. Fue en 1113, y fue con los tradicionales aliados de la "familia pontificia", que se llevó a cabo una expedición de conquista de Mallorca, con resultados efímeros, pero en absoluto decepcionantes. Aquella conquista no se consolidó, pero aquella empresa primigenia sería la que inspiraría la conquista definitiva, un siglo más tarde (1229) en tiempo de Jaime I. También, reveladoramente, en el transcurso de aquella empresa se generaría una documentación que sería la que, por primera vez en la historia, identificaría el conde Ramón Berenguer III, hijo de Mafalda, y su gente como "catalanes".

...y Tarragona.

Ramón Berenguer III, hijo de Mafalda, empujó la frontera desde la Segarra hasta al Segre; y desde el Penedès hasta a la vista del Ebro. La conquista de Lleida y Tortosa no sería completada hasta años más tarde, por su hijo Ramón Berenguer IV. Pero la ciudad y Camp de Tarragona —con toda la carga simbólica que representaban—, pasaron definitivamente a los dominios barceloneses. En aquel momento (1117), aquella región era un páramo gigantesco, una tierra de nadie. Y en la empresa colonizadora aparecería la influencia de Mafalda a través de la figura de Roberto de Aguilón, un señor de la guerra y un pariente lejano de la calabresa; que, a petición de Ramón Berenguer III, organizaría la restauración de la vieja Tarraco y la colonización de la región.