Siempre me ha gustado mucho la polifonía. Encuentro que es un gran hallazgo del canto coral, y me gusta mucho cuando es utilizada en el acompañamiento musical litúrgico o cuando los orfeones y corales de nuestro país la utilizan para disfrute de los que la escuchan y consuelo de los que cantan.
En política, la polifonía puede ser un poco peligrosa si las voces no están bien acordadas con sus registros. O cuando una voz hace uno agudo demasiado agudo y otra entona un bajo demasiado bajo. Entonces entraríamos en el reino de la cacofonía, que, normalmente, no es agradable de escuchar, al menos, para oídos más o menos experimentados.
Me han venido estas reflexiones a la cabeza al escuchar la cacofonía gubernamental sobre la legalidad y la ética de las infiltraciones policiales en grupos políticos y sobre otras formas de espionaje político.
La consellera de Interior i Seguretat Pública, Hble. Sra. Núria Parlon, hacía unas declaraciones, publicadas en la prensa el pasado 16 de abril, en las que afirmaba que "no veía motivo de alarma en las infiltraciones del Cuerpo Nacional de Policía en los movimientos independentistas y de izquierda". Se supone que estas infiltraciones se realizaban para obtener información de movimientos políticos y sociales que la propia policía considera que generan riesgos para la paz social.
Teniendo en cuenta que no recuerdo que la paz social haya sido alterada en Catalunya desde 2019, cuando se conocieron las sentencias contra los líderes del denominado procés, me parece que estas sospechas son perfectamente infundadas. Si ponemos en contexto la alteración de la paz social que se puede observar en otros Estados (Francia, sin ir más lejos, con los Chalecos Amarillos o los black blocks), en toda Europa deberíamos observar este fenómeno de las infiltraciones policiales, y no es el caso.
Por lo tanto, si uno observa el grado de paz social del que gozamos y la comparativa internacional, las acciones policiales preventivas de infiltración no parecen nada adecuadas a la realidad. Por otra parte, considero que un régimen democrático tiene que saber convivir con alteraciones de la paz social que no pongan en cuestión el ejercicio de derechos fundamentales. Un mínimo de entropía es necesaria para la vida en común.
Hay cosas que pueden ser legales, pero que pueden carecer absolutamente de ética, y entonces no es lícito pedir confianza en el sistema político
Pero todavía me parece peor cuando la propia consellera, en una respuesta parlamentaria, destaca que "la legislación actual y la jurisprudencia dan cobertura a la actividad policial de los agentes encubiertos/infiltrados". Volvemos a ese mantra según el cual todo se hace "de acuerdo con lo que prevé la normativa que las regula, siguiendo los principios de actuación que la ley exige a los funcionarios de policía y observando, especialmente, los de congruencia, oportunidad y proporcionalidad".
Siento discrepar, pero en las actuaciones de infiltración en determinados grupos políticos o sociales o en el espionaje político a determinadas personalidades no sé ver ningún principio de congruencia, oportunidad ni proporcionalidad. A lo mejor tiene cobertura legal, ¿pero es ético espiar a cuatro presidents de la Generalitat (Muy Honorables Sres. Artur Mas, Carles Puigdemont, Quim Torra y Pere Aragonès), en ejercicio del cargo, simplemente porque representaban a la disidencia política respecto de los cuerpos policiales, de sus jefes y de los que les daban cobertura legal?
El debate sobre el equilibrio seguridad/libertad es eterno, pero cuando se produce el desequilibrio es todo el castillo de cartas del sistema democrático el que tiembla.
Cuando se persigue a la disidencia política, o social, utilizando supuestas coberturas legales, es fácil cruzar líneas rojas, las cuales, una vez cruzadas, deslegitiman un sistema político que se afirma democrático.
Hay cosas que pueden ser legales, a mi entender estirando mucho y mucho los principios constitucionales, pero que pueden carecer absolutamente de ética, y entonces no es lícito pedir confianza en el sistema político.
Afortunadamente, el Muy Honorable Sr. Salvador Illa dijo, en sede parlamentaria, que condenaba rotundamente cualquier tipo de espionaje político y que ponía los servicios jurídicos de la Generalitat al servicio de los espiados. Porque, quizás tarde, reconoció que legalidad y ética no van siempre de la mano.
Espero que volvamos a la polifonía, en la que varias voces armónicamente conjuntadas cooperan en un objetivo común, que es proporcionar belleza y paz a los que las escuchan. La cacofonía en términos de infiltraciones policiales y espionaje político solo puede conducir al desastre. Si se tienen unos mínimos principios de ética en la práctica política, por supuesto.