El PP toma al asalto la Justicia. Habrá de pasar mucho, mucho tiempo, para encontrar un día tan nefasto como este 23-F -debe ser una casualidad- para que la Justicia española sufra un atropello de dimensiones tan colosales por parte del poder político. Del gobierno y del partido que lo sustenta, pero también del PSOE y de Ciudadanos, que en esta especie de cameo que practican a la vista de todos permiten la vulneración permanente de derechos fundamentales. Sin recato alguno y con los partidos como rehenes de una investidura que debieron pensarse dos veces antes de facilitarla, se está desmantelando -mejor derruyendo- la separación de poderes, norma característica de cualquier Estado y sin la cual la democracia no puede llegar a funcionar.

¿Qué decir de la actuación fiscal con Undargarin, retractándose de su petición de prisión inmediata, corrigiéndola por una multa menor y poniendo la Audiencia de Palma el lazo final que devuelve al ex duque a Suiza, sin fianza y con la única obligación de pasar por el consulado español a firmar? ¿O del cese fulminante de los fiscales de Murcia que acusaban al presidente de la comunidad, casualmente del PP? ¿O del nombramiento de fiscal anticorrupción al fiscal que intentó enterrar los correos secretos de Miguel Blesa, el expresidente de Caja Madrid? Cada uno por si solo dejaría en cualquier otro país muy tocados a los diferentes estamentos judiciales, pero este Gobierno ha aprendido a actuar por acumulación. Desbordando lo imaginable con un control también mediático desconocido en que el pope mayor de la comunicación española se permite hablar de la supresión de la autonomía catalana, el encarcelamiento de Mas o el envío de la Guardia Civil como el que elige una botella de vino en un restaurante de cinco tenedores.

En este marco de pérdida de derechos fundamentales la tropelía de la Fiscalia presentando una querella contra la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, y tres miembros de la Mesa y, al mismo tiempo, exculpando de los mismos hechos al diputado Nuet simplemente porque no es independentista, no hace sino fortalecer la idea de que estamos ante un proceso político. Cuando se persiguen ideologías y no hechos, la Justicia deja de existir. Y solo existe la fuerza en un lado y la resistencia en el otro.