Una semana después de haber empezado la campaña electoral, los datos apuntan que se incrementa todavía más la expectativa de una participación récord, incluso superior a la que se produjo el año 1982 en unas elecciones generales concebidas como plebiscitarias a favor de la democracia después del intento de golpe de estado del 23 de febrero de 1981. A mí, particularmente, me cuesta creer que se supere de mucho el 80%, pero los ciudadanos así nos lo manifiestan (83,14%); habrá que ver si esta expectativa se mantiene hasta el último momento. Pero más allá de la cifra exacta final de participación, el solo hecho de que vote mucha más gente que el año 2015 no es neutro, pues el comportamiento de estos nuevos electores beneficia claramente a Cs, en primer término, y mejora las expectativas del PSC.

Más participación implica que la suma entre los partidos que forman los dos bloques antagónicos se acorta: 46,84% de los votos para ERC-JxCAT-CUP y 44,22% para Cs-PSC-PPC, y las posibilidades de que los partidos independentistas obtengan mayoría absoluta en escaños no es imposible, pero los intervalos se ajustan a la baja (65-69 escaños).

Todavía faltan muchos días de campaña electoral, y parece que la suma de votos de los partidos independentistas será —por un pequeño margen— superior a los partidos constitucionalistas, y CeC en el medio con una expectativa de voto en torno al 8%. De hecho, el partido de Xavier Domènech quizás no repetirá los resultados del año 2015, pero la evolución de la campaña parece que lo favorece y lentamente moviliza electorado potencial, de manera que aparte de ser decisivo para decantar mayorías entre bloques, parece que no sufriría el hundimiento que algunas encuestas le habían pronosticado, si bien tampoco mejoraría resultados.

Cs gana porque se impone claramente en la demarcación de Barcelona y por poco en Tarragona (gracias en muchos casos a los nuevos electores ahora movilizados), mientras que en Girona y Lleida consolida las posiciones obtenidas el año 2015 y mejora sobre todo a remolque del PPC en estas dos demarcaciones. Son vasos comunicantes. Y la misma fortaleza de Cs como "voto útil contrario a la independencia" limita el crecimiento del PSC. Lo que falta de campaña electoral marcará la pugna por los votos transversales entre estos tres partidos, todo lo que aumente el PPC y el PSC será en detrimento de Cs.

Y una cosa similar pasa dentro del bloque independentista: ERC pierde fuerza, que se redistribuye entre JxCAT y la CUP. Lentamente la base de Junts pel Sí del año 2015, aunque casi a partes iguales, se está inclinando más a favor de Junts per Catalunya que por ERC, en cambio, los nuevos votantes independentistas (en muchos casos gente joven) se inclinan más por ERC que por JxCAT, y una bolsa significativa de votantes (o potenciales votantes) de la CUP podrían favorecer a ERC en el último momento, en magnitudes más altas que las actuales. Los días que faltan de campaña y las estrategias de los diferentes partidos intentarán cambiar estos resultados, dado que dentro de cada bloque hay muchos electores que podrían votar más de un partido.

 

Jordi Sauret es doctor en Sociología y el director-gerente de Feedback EIS