Hoy iniciamos la primera entrega de unos datos que se irán actualizando, pero el punto de partida a poco más de una semana para las elecciones del 14 de febrero viene marcado por los siguientes datos de contexto: sólo el 63,8% de los catalanes mayores de edad manifiestan una preferencia clara por ir a votar (con total o bastante seguridad), y después habrá que ver cuántos de estos electores realmente lo hacen, y también cómo afecta la abstención selectiva a unos partidos más que otros. En términos generales, un 30,7% del electorado todavía no tiene decidido el voto. La primera duda que tienen que resolver muchos ciudadanos todavía, y la última semana de campaña puede ayudar, es decidir entre votar o abstenerse, y si se vota, decidir por qué partido, pues los datos sí que indican volatilidad y cambios en relación al comportamiento de diciembre del 2017, pero como pasó hace tres años, los grandes cambios se producen intrabloques (a favor o en contra claramente de la independencia).

La segura menor participación electoral, sin duda viene motivada por el miedo a contraer el virus de la Covid en el colegio electoral (así lo cree el 55,8% de los encuestados), pero también por una mala valoración transversal de todos los políticos que encabezan las diferentes propuestas: ninguno aprueba y sólo obtienen valoraciones aceptables por parte de los electores más próximos a sus posicionamientos. No hay liderazgos transversales de país. Y otro factor para ayudar a entender el alejamiento entre ciudadanía y partidos políticos: los dos grandes temas que realmente preocupan ahora, (buena) gestión de la crisis sanitaria y recuperación económica, hasta ahora no se han convertido en los ejes de campaña, ni seguramente ningún partido traslada a la ciudadanía que realmente tenga la solución. Finalmente, y relacionado con este punto, hay un gran malestar social que no recogen las encuestas en forma de voto, pero existe, y es cierto que hoy no lo canaliza en exclusiva ningún partido (aunque alguno lo intenta), y por lo tanto, este clima de crispación social, incertidumbre y a veces también de falta de horizonte puede ser otro factor explicativo para la desmovilización.

Se calcula que en torno al 61,2% del censo puede ir a votar, por lo tanto los resultados serán plenamente legítimos y expresarán unas preferencias que dejarán el Parlament con más partidos y más fragmentado de la historia de la democracia

Pero a pesar de todo, los ciudadanos estamos invitados a escoger el Govern para los próximos cuatro años, y hoy en torno al 61,2% del censo se calcula que puede ir a votar, por lo tanto los resultados serán plenamente legítimos y expresarán unas preferencias que dejarán el Parlament con más partidos y más fragmentado de la historia de la democracia. Es un fenómeno que recorre todos los países con sistemas electorales proporcionales, pero en Catalunya los 135 escaños se repartirán entre ocho opciones, con lo que implica de reflejo de una sociedad muy plural y compleja, con muchos matices, y que le cuesta encontrar mínimos comunes denominadores.

Y ya en términos estrictamente de proyección electoral, el punto de partida que nos marca la encuesta de hoy es el siguiente:

  1. A falta de una semana para las elecciones, es muy factible que el PSC sea el partido más votado (si bien no al nivel que alcanzó Cs el año 2017), porque recupera gran parte de los electores que el año 2017 votaron Cs como voto útil contra la independencia, que, combinado con la división a partes similares entre JxCat y ERC, lo convierte seguro el partido más votado en la demarcación de Barcelona (y por poco, quizás también en Tarragona); pero el desigual reparto de apoyos por todo el territorio y el prorrateo de asignación de diputados por demarcaciones sitúan sus resultados con un empate técnico en términos de escaños con las dos principales formaciones independentistas.
  2. Sigue el empate técnico entre JxCat y ERC, que se disputan la segunda plaza en términos de votos absolutos, pero con resultados de escaños muy similares. Y paralelamente dentro del espacio independentista, la menor participación electoral refuerza los partidos con bases más movilizadas como es el caso de la CUP (y también generacionalmente más jóvenes y, por lo tanto, con menos miedo de contagiarse de la Covid en el colegio electoral). Resultado: incremento del apoyo electoral para la CUP.
  3. La suma de los votos independentistas llega al 48% (JxCat, ERC, CUP, PDeCAT y Primàries), y si se ponen de acuerdo los tres partidos que obtendrán representación, tendrían mayoría absoluta en el Parlament.
  4. Cs es uno de los grandes perjudicados de estas elecciones, por un efecto de retorno de parte de sus electores al PSC, fugas a favor de Vox, pero también porque tiene el porcentaje más alto de sus bases del año 2017 con poca o nada predisposición para ir a votar.
  5. Vox entrará con fuerza en el Parlament, por la menor participación electoral, pero sobre todo porque recibe significativos apoyos de votantes procedentes de Cs y del PP; mientras que este último partido no encuentra su lugar en las elecciones al Parlament, ya que por su discurso nítido contra los independentistas resulta más efectista Vox, a juzgar por lo que dicen los electores encuestados.
  6. En Comú Podem mantiene los apoyos con una posible tendencia moderada al alza, siempre en función del grado de pérdidas que tenga a favor del PSC de Salvador Illa. La suma ECP y PSC queda lejos de la mayoría absoluta, en el mejor de los casos, 44 diputados, pero con un pacto con ERC, es la otra opción de gobierno que dan hoy los datos.
  7. Finalmente, el PDeCAT se quedaría sin representación parlamentaria, y con él los herederos directos de la antigua Convergència. Este amplio espacio de hace unas décadas se ha fragmentado, se ha fijado nuevos horizontes y parece que el electorado no sienta nostalgia. El país ha cambiado.

Seguiremos observando durante la próxima semana los cambios que se producen a medida que se acerque la fecha del 14 de febrero.

 

Jordi Sauret es doctor en Sociología y el director-gerente de Feedback