Como un buen chico me fui a oír una conferencia que daba el otro día el juez Elpidio José Silva. Destripó, a conciencia y ciencia, el mundo de la justicia, ofreció muchos ejemplos de la podredumbre del sistema en el que vivimos. Un sistema que no es una democracia plena. Silva es un buen orador. Añadió más leña al fuego de lo que ya sabíamos y nos convenció de algo que ya intuíamos algunos pero que nos negábamos a creer, porque no quieres hacerte mala sangre. Porque no puedes pasarte el día pensando mal. No, no es cosa de cuatro políticos malvados que manipulen, que adoctrinen a la población. No es eso. La verdad es que una parte sustancial de la población española es profundamente franquista y está bien orgullosa de ello. Y lo seguirá siendo hasta la destrucción del planeta. Son siniestros como siniestra fue la dictadura. Podemos discutir si los votos de Unidas Podemos es un voto circunstancial, o el voto de Ciudadanos, si son realidades sociológicas estables o sólo opciones electorales ocasionales. Pero lo que queda bastante claro es que el espacio electoral de Vox, el espacio de la ultraderecha españolista, es una realidad tan sólida como el Valle de los Caídos. Antes votaba PP y ahora vota Vox, pero no se han movido y siguen ahí. La contundente pervivencia de la España más negra y reaccionaria, la España del garrote y de la ignorancia, la España sobre la que escupía Goya, que mientras en toda Europa resonaban los gritos de la libertad, procedentes de la revolución francesa, gritaba hasta quedar afónica: “Vivan, vivan las caenas” y se arrodillaba ante Fernando VII. Es la misma España de mierda que vive del cáncer del fascismo y que presume de la Legión Española, fundada por José Millán-Astray, el autor de la mejor síntesis de la ultraderecha española: “Viva la muerte” y “Muera la inteligencia”.

Con todo, el juez Silva vino a decir que todavía hay algunas diferencias entre la derecha y el PSOE, que mal por mal, el PSOE no es lo mismo que la derecha, que no exageramos, y que si esto y que si lo otro. Pues muy bien. De modo que cuando volví a casa estuve buscando y buscando por internet un artículo, de hace casi un año, sobre la señora vicepresidenta Carmen Calvo. Y lo reencontré. Dice cosas terribles. Que se debería regular la libertad de expresión en el conjunto de la Unión Europea. Durante la inauguración de la pasada XVIa jornada de Periodismo Coca-Cola ¿Quién paga la mentira? ¿Es de pago la verdad? organizada por la Asociación de Periodistas europeos de Madrid, la vicepresidenta no fue un refresco light. Cito algunas de sus frases: “La libertad de expresión no lo resiste todo, como bien sabemos y como han dejado claro en numerosas sentencias nuestros altos tribunales. No lo acoge todo. Si no lo acoge todo, tendremos que empezar a mirar en qué tipo de regulación conjunta, en el marco de la Unión Europea, habríamos de empezar a tomar decisiones sobre este asunto”. Dicho de otro modo, que el Gobierno nos quiere proteger de la mentira. Sí, precisamente el Gobierno, el que nunca dice mentiras, y ahora, al igual que antes fuela Iglesia católica, nos querría proteger de la mentira y de la deriva moral. Sí, precisamente ellos, los que presumían de rectos y de santos. Hay que tener valor.

 

Y continuaba la vicepresidenta de un gobierno supuestamente de izquierdas. Que la democracia se debe proteger y para asegurar la libertad de expresión... hay que limitarla, por seguridad. Porque no nos hagamos daño. Es como cortarse un brazo para protegerlo. Que el Gobierno sabe qué es verdad y qué no lo es. Y que nos lo dirá. Gratis, además, son muy buena gente y no dice nunca mentiras. Que todos los derechos y libertades tienen límites. Que la pobre gente está “invadida y bombardeada constantemente con información, con noticias evidentemente falsas, con toda una avalancha por diferentes vías”. “Todo ese mundo que presiona sobre cada uno de nosotros nos formatea, nos educa. Tiene la capacidad poderosísima de transformar literalmente la propia concepción de la vida y del mundo que tenemos”. Y que no puede ser que por las redes la gente diga lo que quiera, que la gente pueda mentir. Aquí sólo adoctrinan ellos. ¿Desde cuando puede mentir todo el mundo? Mentir sólo debería poder hacerlo el que manda, que por eso manda. Además (atención a la nota de cursilería, atención al sentimentalismo falso y barato con los menores de edad) “los jóvenes están siendo educados literalmente en estos valores subrepticios, se den o no se den cuenta”. “Ahora las fuentes de autoridad (entre los estudiantes) son internet y los tuits, como fuente de citación y de solvencia académica”. En resumen, que para asegurar el derecho a la información veraz de los ciudadanos, nos quieren recortar internet porque tanta libertad no puede ser.

Si esta es la España progresista, alternativa a Vox, ya podemos huir de ella corriendo. No pueden soportar que la gente opine, que hable, que discuta. Y sí, que mienta. No pueden soportar que los ciudadanos tengamos nuestras propias ideas y podamos enfrentarnos con el poder y decir lo que nos parezca. No pueden soportar la igualdad. Internet es todavía hoy un espacio de libertad y lo quieren manipular con la excusa de la protección de la verdad. Como cuando nos protegieron del grave error de la independencia a garrotazos