Cosas contundentes que no solo lo parecen. Que, además, lo son. Una invitación imprevista para ir a conocer a un CDR al otro lado de la falsa frontera, por ejemplo. Venga, coge un coche y llega como puedas. La extraordinaria capacidad de camuflaje de las urnas el primero de octubre en el territorio hermano es otra de esas cosas contundentes, así como el laberinto de caminos de montaña que puede haber, y la red de implicaciones, de sensaciones, de complicidades en tierra catalana fuera de la España constitucional. Y algún vinito de Ribesaltes que no se olvida tan fácilmente. Y la resistencia de un cráneo insurrecto golpeado por las porras de la policía colonial. Y el Canigó que está ahí, claro, inmenso, impasible y eso que decía antes, contundente. A ver si ahora no será contundente el Canigó para vosotros.

Hablo con Llorenç, 24 años, me sonríe, y me recuerda nuestro pacto, que el nombre es falso, que nos podrían estar vigilando, que tenemos que protegernos, él pero yo también, que no es necesario recordar demasiados detalles personales y que, en caso de detención, debes llevar el móvil limpio para revista, debes ser listo, no sea que te lo trinquen todo, incluso recortes de tu vida personal, como aquella canción revolucionaria de El tiempo de las cerezas, traducida y cantada por Joan-Pau Giné, “fijaos qué corto es el tiempo de las cerezas / pendientes de coral recogidos en sueños...” Contundente también. La revuelta y el amor se parecen porque ambos son furtivos. Y tienes que ir al grano. “Aquí, en la Catalunya Nord, tenemos claro de qué lado estamos, dónde tenemos el corazón. Aquí como allí, los estados tienen miedo del movimiento, porque es transversal, ciudadano pero también rural, con apoyo popular ultramayoritario a pesar de los intentos de diabolización de muchos medios. Siempre han estado en contra de la gente. Ahora con Macron ya ni se esconden de nada. Ni siquiera fingen. Yo, de los Chalecos Amarillos comparto totalmente la inmensa mayoría de las reivindicaciones. Nuestro departamento es el segundo más pobre de los territorios metropolitanos del Estado”.

“Sí, París se ha olvidado completamente de nosotros. No les interesamos excepto por las playas del veraneo y por las residencias de jubilados. Hace casi un siglo que nuestra juventud tiene que irse de aquí por falta de oportunidades profesionales. El desprecio hacia nosotros es cada vez más visible, como con la desaparición en breve del departamento catalán, en 2020, la disolución de la única institución que tenemos en Francia. Desprecio total por la lengua, la cultura, la identidad. Hace años que la gente dice que no debemos esperar nada de París y que tenemos que girarnos hacia Barcelona, que ya está considerada por mucha gente aquí como nuestra verdadera capital. Tendría mucho más sentido acercarnos al resto de Catalunya que no quedarnos en una periferia olvidada de una capital lejana y a la que le importa un bledo todo lo que pasa aquí. Salvo cuando nos sublevamos para rechazar algo. En término de votos claro que somos una minoría. Otra cosa bien distinta es el sentimiento de catalanidad y de pertenecer al pueblo catalán que sí es mayoritario entre los catalanes de aquí. Incluso para muchos recién llegados, la proximidad con el sur es real.”

“Y el catalán se recupera. Justamente por el aura que tiene Barcelona y su comunidad autónoma en general. Con el uso y la defensa de la lengua sin complejos. Esto rompe con la visión de los más mayores que eran perseguidos aquí por hablar catalán y que tenían una mala imagen... el catalán había sido visto como algo “español”, viejo. La gente ahora tiene el sentido de ser catalán, sin saber muy bien qué quiere decir con ello, pero les parece anormal que sus padres o abuelos hablen el catalán pero que no se lo hayan transmitido. Ahora también con internet pueden informarse. Y así se inicia la recuperación. La gente ve también la vergüenza y los rastros mentales de las humillaciones que sufrieron nuestros abuelos, padres... Y ahora, en lugar de tener vergüenza de ser quienes somos, nos hacemos más orgullosos y reivindicativos. Sabemos lo que nos robaron, lo que le hicieron a nuestro pueblo. Y por eso hemos perdido la vergüenza. Viendo lo que pasa en el sur hay un modelo a seguir, una esperanza, sí, una esperanza viendo nuestro a pueblo despertar y levantar la cabeza.”

“Ahora ya no se compara a la lengua catalana con la lengua de los patos o de los gansos, sino con la del Barça y la de sus jugadores, la del Gobierno de Catalunya, de la ciudad del Mobile World Congress, etc, la lengua de una juventud firme defendiendo su tierra. Ahora intentamos que los lazos sean cada vez más estrechos, numerosos y fuertes. Estamos en el buen camino. Todo lo que pasa en el sur nos toca como si nos pasara a nosotros mismos. El primero de octubre fue algo que muchos hemos vivido mal, con lágrimas en los ojos ...”

(Mañana continuará)