La manifestación de los partidos de la derecha en Madrid ha tenido dos beneficiarios, Vox, en primer lugar, y Pedro Sánchez, en segundo término. La fotografía de los tres partidos de derecha comprometidos en la misma batalla política beneficia claramente a Vox que, siendo un partido aún extraparlamentario, se homologa como fuerza política convencional y demuestra que es capaz de arrastrar a PP y Ciudadanos a su terreno.

Esta unidad de la derecha con un discurso agresivo será un factor de movilización de la izquierda. Es lo que ya ocurrió cuando el PP de Aznar se radicalizó tanto que pasó en cuatro años de la mayoría absoluta a la derrota ante un líder novato como fue entonces José Luis Rodríguez Zapatero. El fracaso relativo de la convocatoria del domingo pone de manifiesto el desfase existente entre la opinión pública y la opinión publicada. Como en el mito de la caverna, las sombras que reflejan la estrategia de agitación y propaganda adoptada por los principales medios de alcance estatal tergiversan una realidad social muy diferente, que algunos sondeos han puesto tímidamente de manifiesto. La consigna del "a por ellos" tiene muchos partidarios en España, pero no son ni de lejos mayoría.

En este sentido, Pedro Sánchez tiene la oportunidad de construir una alternativa basada en el diálogo y la reconciliación, que es, según la última encuesta del CIS, el planteamiento socialmente más aceptado y que le permitiría recuperar terreno donde los resultados del PSOE son determinantes, sobre todo en Andalucía y Catalunya.

Como en el mito de la caverna, las sombras que reflejan la estrategia de agitación y propaganda adoptada por los principales medios de alcance estatal tergiversan una realidad social muy diferente

Para Sánchez, pues, la ofensiva de la caverna le favorece electoralmente. El problema lo sigue teniendo en su casa. No hay que olvidar que sigue al frente de un grupo parlamentario que le defenestró y que la vieja guardia ha vuelto a movilizarse contra él. Este hándicap es importante, como pudo comprobarse el mismo domingo. Ante la manifestación ultraderechista, seguro que muchos antiguos votantes del PSC se decidieron a volver a aplicar la teoría del voto útil socialista en España, pero una parte de estos se desencantó enseguida cuando escucharon a Pedro Sánchez, para apaciguar los ánimos internos, reivindicar en Santander el apoyo del PSOE a la aplicación del artículo 155 de la Constitución para suspender la autonomía en Catalunya.

Así las cosas, la única manera de forzar un cierre de filas en el partido en torno al candidato a la presidencia del Gobierno es convocando elecciones. El debate interno en el PSOE sobre el calendario electoral se cerró con la determinación de Sánchez de resistir, con presupuestos o sin, hasta otoño. La revuelta interna liderada por Felipe González, Alfonso Guerra y algunos barones es lo que le ha obligado a replantear sus cálculos. Ahora mismo ya parece imposible resistir más allá del verano sin presupuestos y con el partido hecho un guirigay. Sería un agónico calvario. Por ello, la filtración del 14 de abril como posible fecha para los comicios es un golpe táctico de Sánchez contra su propia caverna. El anuncio, se confirme o no, contribuye de entrada a silenciar a los críticos que tienen aspiraciones a figurar en las listas o en un eventual nuevo Gobierno socialista. Al fin y al cabo, las encuestas siguen situando a Sánchez como favorito en unas elecciones generales. Otra cosa será articular una mayoría parlamentaria, pero, en todo caso, la única manera que tiene Pedro Sánchez de consolidar su liderazgo interno y limpiar el partido de adversarios es reivindicarse con una victoria electoral y actuar en consecuencia.