El president Montilla y el president Mas se sentaron juntos en la primera fila del auditorio donde se presentaba anoche el libro de Francesc-Marc ÁlvaroEnsayo general de una revuelta, y el acto se ha convertido en el ensayo general de una contrición, pretendidamente transversal en el que han participado algunos de los que pusieron en marcha el proceso soberanista y se han arrepentido, los que no se han mojado nunca y se apuntan al arrepentimiento y los que siempre estuvieron en contra del proceso y les encanta asistir a ceremonias de autoflagelación soberanista para decirles nosotros ya os avisamos y el que avisa no es traidor.

En la Casa del Libro se encontraron empresarios y sindicalistas, financieros y intelectuales, y dirigentes políticos de derechas y de izquierdas. Estaba Josep Sánchez Llibre, de la patronal Foment; el presidente del Círculo de Economía, Javier Faus, y el exlíder de Comisiones Obreras, Joan Coscubiela. Y la plana mayor del PDeCAT, con David Bonvehí; y la plana mayor de ERC, con Sergi Sol, que como todo el mundo sabe es el presidente ejecutivo por delegación de Oriol Junqueras. Y, además del president Montilla, socialistas tan significados como Jaume Collboni. Y para acentuar la visibilidad transversal, Francesc-Marc Álvaro, que escribe en La Vanguardia, le pidió a Ester Vera, directora del Ara, que no deja de ser la competencia, que participara en la presentación junto a Màrius Carol y Jordi Basté. Y precisamente fue Ester Vera quien destacó la transversalidad de la ceremonia, advirtiendo que "este libro no gustará a los maximalistas de una y otra parte". Observando la composición del auditorio, queda fuera de la ecuación el president Puigdemont y todo lo que representa, incluido el actual titular de la presidencia de la Generalitat, con lo cual llegamos a la conclusión de que la transversalidad es cada vez más estrecha. Podríamos llegar a la conclusión de que el colega Álvaro, con el siempre inestimable patrocinio de La Vanguardia, ha sido el artífice del reencuentro del nuevo establishment político catalán dispuesto a asumir el liderazgo de la posguerra que, al parecer, es la prioridad más disputada.

¿Quién puede asumir el liderazgo social y político de Catalunya a base de retractarse, pedir perdón, reconocer el fracaso, proclamar la derrota, llenarse la cara de ceniza y todo al mismo tiempo que la represión llega a su clímax con condenas de prisión?

Sin embargo el problema es cómo asumir el liderazgo social y político a base de retractarse, pedir perdón, reconocer el fracaso, proclamar la derrota, llenarse la cara de ceniza y todo al mismo tiempo que la represión llega a su clímax con condenas de cárcel. Ester Vera, como Jordi Basté y el propio Álvaro, admite que con la "victoria judicial" no se acabará el conflicto. No nos engañemos. Ganas de que acabe, menos Albert Rivera, tiene todo el mundo, pero, por muy cansados que estemos todos, no habrá manera de reconstruir nada mientras haya presos y represaliados. Nadie tiene la obligación de ser independentista, ni soberanista, pero por dignidad democrática, que es la clau del procés català, el liderazgo nunca lo obtendrá el más resignado o el más claudicante.

Vale la pena leer el libro de Francesc-Marc Álvaro porque contextualiza muy bien el proceso en sus precedentes históricos y porque denuncia suave pero argumentadamente los errores cometidos por políticos catalanes mediocres. Dice que su libro es un intento de aclararse él mismo y explicar qué les ha pasado a los catalanes, pero creo sinceramente que es imposible aclarar qué les ha pasado a los catalanes sin conocer algo determinante: ¿Qué les ha pasado a los españoles? Él mismo pide que algún periodista español haga autocrítica de la actitud española. No hay, ni la habrá. Si alguno está dispuesto tendrá miedo y si lo supera no encontrará editorial. Es lo que tiene la democracia española.