Por fin el Tribunal Supremo (¡Biba!) le pondrá orden a este golpe de estado judicial perpetrado por el desafío independentista y sus secuaces. ¿O qué se habían pensado, que el Tribunal Supremo (¡Biba!) se mama el dedo?

Ahora cuando tengan un momento, los señores (y señoras) Supremo (¡Biba!) se ventilarán en un pim-pam la mandanga esta del 100.2, aquello otro del tercer grado y lo que haga falta. Sólo faltaría. Y será una nueva prueba que demostrará lo que ya sabíamos, que no son presos políticos sino políticos presos. Y lo demostrará porque hasta ahora miles de presos habían disfrutado del 100.2 y del tercer grado sin ningún problema y es justamente ahora, cuando se los aplican a los peligrosos sediciosos, que se revoca y se establece una jurisprudencia inédita hasta la fecha y que cambiará a peor las reglas del juego de los beneficios de TODOS los presos. ¡¡SEN-SA-CI-O-NAL!!

Pero no se vaya todavía porque ahora se reirá. Uno de los grandes argumentos que justifican las medidas del Supremo (¡Biba!) es que hace falta un tratamiento penitenciario específico para el delito de sedición. Es aquello que ya manifestó la Fiscafina y que consiste en lograr la "reeducación" de los sediciosos peligrosos y "enseñarles a respetar la ley".

Esta humilde columna, una vez más se erige en servicio público y se postula para ayudar al Tribunal Supremo (¡Biba!) en una tarea de reeducación tan necesaria como oportuna. Seguidamente detallo algunas de las ideas que propongo implementar con el fin de reprogramar la mente enferma (y obtusa) de los condenados. ¡Por favor, que pasen las majorettes, el elefante con halitosis, el hombre que lo tenía todo doble y adelante!

- Que aprendan a dar la patita y a saltar por un aro de fuego. Como hacían aquellos simpáticos perritos de los circos de cuando los circos eran como es debido y no como que sólo salen afeminados haciendo posturitas y contorsiones, gente de países que todavía viven en cabañas a hacer números elaborados a partir del arrebato expresivo que rasga el corazón del espectador más gélido y payasos comunistas que comen quinoa y tempeh.

- Que cada día digan, al menos cinco veces: "Viva la sagrada Constitución que nos dimos entre todos y biba el Tribunal Supremo". Una situación que se conseguiría a base de varias sesiones de descargas eléctricas y la administración en vena de "rojigualda", un estimulador de la verdad única.

- Conseguir que acepten su propia enfermedad de sí mismos y aprendan a convivir con sus delirios y alucinaciones que los hacen ver independentistas de color rosa.

- Y finalmente, la asistencia a cursos de aprendizaje de no hacer las cosas por ideología y que serán impartidos por los simpáticos "Chicos falangistas de la Blanquerna", una asociación cultural dedicada a organizar encuentros donde se intercambian impresiones desde el diálogo. Concretamente el diálogo basado en la corriente del pensamiento conocido como "ketemeto".

Esperemos que estas medidas sirvan para reeducar y reprogramar a una gente que tiene unas ideas equivocadas y perniciosas de las cuales, sí, se podría hablar, pero siempre en ausencia de violencia.