El sábado por la noche la bonita localidad del Baix Llobregat denominada Cornellà, junto con otra no menos bonita localidad denominada El Prat, vivieron el espectáculo deportivo, y únicamente deportivo, de un partido de fútbol. Y nada más. Ante la politización permanente que el nacionalismo ha hecho, hace y hará del deporte, el animoso público asistente al match que enfrentó a las selecciones de España y Albania demostraron que el deporte está por encima de todo. Y que cuando se trata de poner en valor a la nobleza de la competición, despojada de injerencias políticas ajenas que sólo ensucian la pureza del espíritu de lo que es una lucha deportiva, quien sale ganando es el espectáculo. Vaya, que fue un acto 100% fútbol, no como los que hacen los otros, y cuando digo "los otros" usted ya sabe de quien hablo, ¿verdad? Sí claro, de aquellos que siempre están meñeñe, meñeñe con las banderas y los himnos.

Antes de empezar el partido ya pudimos disfrutar de los animosos saludos entre viejos amigos que hacía tiempo que no se veían y que, justo en el momento de encontrarse, se daban cuenta de que se habían dejado la entrada en casa y rápidamente pedían un taxi para poder ir a buscarlas. Y, claro, cuando tienes mucha prisa, no estás para llamar por teléfono ni para usar ninguna APP. ¿Y, qué haces? Levantas el brazo con energía, fruto de los nervios, a ver si puedes parar alguno. Naturalmente la prensa subvencionada y golpista ha aprovechado para decir que se trataban de saludos nazis. Y lo dicen los que, como que toda la vida han ido en coche oficial pagado por los lazis, no saben ni cuál es la manera de pedir un taxi en España.

De entre los simpáticos gritos expresados por el público destaca el de "Puigdemont a prisión". Naturalmente dedicado a Cikalleshi, delantero albanés que es conocido como el Puigdemont de Tirana porque se zafa muy bien de las defensas. "A prisión" es el nombre familiar del club donde juega. ¿Sabe como de "Barcelona" salió "Barça"? ¿Sí? Pues al Istambul Başakşehir de Sokol Cikalleshi todo el mundo lo conoce como "a prisión", que en turco quiere decir "ánimo y adelante para marcar muchos goles". O una cosa parecida. Pero vaya, que en ningún caso era un grito político, como algunos han querido hacer creer manipulando, como siempre, la realidad. En relación al grito de "Polaco el que no bote", todo fue fruto de un malentendido consistente en que el público confundió Albania con Polonia. Lógico, entre que los dos están por allí al este y que las últimas tres letras son iguales, costaba aclarar qué país era exactamente el rival.

Pero la prueba definitiva de la no politización del partido y que aquello fue únicamente un espectáculo deportivo, lo hemos visto hoy en tuits de gente anónima. Le pongo un par de ejemplos: "Gritos de 'viva España' en Cataluña y banderas rojigualdas. Esta es la mejor forma de apoyar a los españoles de Cataluña y a los catalanes de España" o "El retorno de la selección española a Catalunya sin incidentes certifica, de manera definitiva, la muerte del procés". Pero la que explica mejor la dimensión puramente futbolística del espectáculo es el de Juan Carlos Girauta, un resumen de la manera con la cual los entrenadores plantearon el partido desde el punto de vista táctico: “Como español de Barcelona, celebro que el himno nacional se haya coreado allí. Vi demasiadas veces denigrar nuestros símbolos institucionales en la ciudad tomada por la canalla nacionalista, resentida y zafia. Tantas que dejó de ser mi ciudad. Ojalá haya esperanza”.

Pero si todavía no quiere ver la realidad de que aquello de ayer fue sólo un partido de fútbol, miremos que dice la prensa. El diario Marca publicaba un "España volvió a Cataluña y lo hizo con ganas de gritar y mostrar banderas rojigualdas cargadas de mensajes a quien corresponda" y El Mundo: "Barcelona quiere a España. Y se lo dijo. En pocos ambientes tan cálidos, tan entusiastas, ha jugado la selección como local últimamente. Ganó el equipo ante Albania, pero eso, el fútbol, fue lo de menos. ¿Lo de más? Que el equipo nacional ha recuperado esta ciudad.

¿Qué, dónde ve usted politización? No nacionalismo en vena. Porque los nacionalistas y los que usan el deporte para hacer política siempre son los otros.