El famoso crimen de Susqueda ya tiene culpable oficial. Los Mossos han anunciado esta semana que habían detenido a la persona que asesinó a la pareja del Maresme y que no tenían "ninguna duda" de su culpabilidad. E hicieron otra cosa, revelaron su identidad. Nombre, dos apellidos, pueblo donde vive, lugar donde vive su madre y sólo faltó el número de la tarjeta de crédito. La mayoría de medios de comunicación, televisiones, radios, diarios de papel y digitales, todo el mundo, se tiraron en plancha a ofrecer todos los detalles posibles sobre esta persona declarada oficialmente culpable. Y, no sólo sin haber habido ninguna sentencia, es que no ha habido ni juicio. Ah, sí, y también falta un pequeño detallito: hay más certezas que pruebas definitivas.

Todos los medios han mostrado su cara, pero sorprende favorablemente la decisión del diario valenciano Las Provincias. Lo sacaron en portada, pixelándolo. Fueron los únicos:

Por lo que han filtrado los Mossos, el declarado por todo el mundo como asesino podría haber confesado el crimen a un familiar, pero con eso no se puede condenar a nadie. Hacen falta pruebas. Y estas pruebas que en un primer momento parecían definitivas, se han ido desvaneciendo. Pero, claro, para qué queremos pruebas si tenemos contra él la mayor de las evidencias, que es la que ha permitido la opinión pública condenarlo definitivamente: su pasado. La persona detenida, JMG, cumplió 15 años de prisión por asesinar a su exmujer. Y cuando cumplió la condena salió en libertad. Y eso hace que cuando clama su inocencia, nadie se lo crea.

¿Estoy diciendo que este señor es inocente y hay que dejarlo libre? No, estoy diciendo que este señor tiene derecho a que nadie lo declare públicamente culpable antes de tiempo. Y este nadie incluye la policía y los medios. Y este señor, sobre todo, tiene derecho a no sufrir la llamada "pena de Telediario", consistente en mostrar repetidamente su imagen esposado entrando y saliendo de declarar. Por eso he escrito sus iniciales y no su nombre y apellidos, una práctica que el periodismo antiguo, aquel que ha muerto definitivamente, hacía siempre. Porque podemos tener el convencimiento de su culpabilidad, pero este señor 1/ puede ser inocente y 2/ hasta que no sea declarado culpable, se le tiene que respetar el anonimato porque si resulta ser inocente, tiene derecho a que nadie le pueda decir por la calle que es un asesino.

Y la prueba que demuestra estos dos puntos es el hijo del presunto culpable. Todo el mundo publicó que había sido detenido en relación al asesinato. Finalmente lo pusieron en libertad. Con cargos, sí, pero por tráfico de marihuana. Por lo tanto, es un camello, pero no un asesino. El problema es que, como se ha hecho pública su identidad, todo el mundo sabe quién es y ya no hay marcha atrás a la hora de estar señalado.

Todo eso en relación a la vertiente mediática, pero entremos un momento en la legal y judicial. A raíz de este caso hemos conocido varios casos de asesinos que han cumplido condena, han salido a la calle y han vuelto a asesinar, han cumplido una segunda condena y cuando han salido, han vuelto a matar. Si se confirma la culpabilidad del ahora detenido, hay algunas preguntas que da miedo hacérselas: ¿quién nos protege de los asesinos? ¿Cómo se defiende la sociedad de gente como esta? ¿Existe la rehabilitación total y absoluta? ¿Cuándo alguien ha matado, quien nos garantiza que no lo volverá a hacer? Y la más terrible: ¿puede llegar a ser posible que pase el mismo tiempo en prisión un asesino que algunas personas que sólo querían que los ciudadanos votaran?