Ojo, seguro que la decisión está totalmente fundamentada desde el punto de vista legal. Y seguro, también, que el juez ha tomado la decisión que ha tomado porque considera que es la más justa, lo ha hecho desde la más estricta honestidad moral y tiene argumentos para defenderla. Pero eso no quiere decir que un ignorante en leyes como yo la entienda. Y quizás la solución sería que según qué decisiones judiciales vinieran acompañadas de alguna explicación. Quizás de esta manera entenderíamos resoluciones inexplicables.

Sí, estoy hablando del caso del padre acusado de dar una paliza a su hijo de dos meses y para quien el juez ha decretado este sábado libertad provisional con medidas cautelares como comparecer en el juzgado cada semana, retirada de pasaporte, prohibición de salir del país y acercarse a su hijo a una distancia inferior a 500 metros.

La historia es tan sórdida, tan inhumana, tan incomprensible... Un padre le propinó una paliza a su hijo de dos meses y lo envió a la UCI. Y no era la primera vez porque la semana pasada la madre ya llevó al niño a urgencias con un brazo roto y cinco costillas fracturadas, pero entonces la pareja dijo que la criatura se había dado un golpe.

¿Qué tienes que tener en la cabeza en vez de un cerebro para pegarle a un bebé de dos meses hasta romperle un brazo y las costillas? ¿Cómo se puede llegar a cometer esta barbaridad? ¡Pero es que, además, es tu hijo! Y no lo haces una vez, no, sino que eres reincidente.

Y la madre, callada. La madre viéndolo todo y callando. O bien porque es como él y es cómplice, o bien por miedo. O mejor dicho, por terror. Evitaré juzgarla porque no conozco el caso, pero tiene que ser terrible creer que quieres a alguien capaz de esto.

La tutela del niño ahora está en manos de la Dirección General de Atención a la Infancia y la Adolescencia (DGAIA). Y ahora hay que esperar que se recupere, que encuentre una familia que lo quiera, que pueda tener una vida normal y que salga adelante como persona. Pero, ¿y los padres? ¿Qué hacemos con ellos? ¿Como sociedad, ¿cómo nos defendemos de este par? Él, aparte de ser un salvaje por domesticar, está enfermo. De la cabeza, de los valores y de la humanidad.

Legalmente no podemos impedir que estos dos personajes tengan más hijos. Y pueden tener unos cuantos más porque sólo tienen 20 años. Y si vuelven a ser padres, pueden reproducir la situación. Y puede suceder que entonces la paliza no se resuelva sólo con un brazo y unas costillas rotas. ¿Y si eso sucede, qué? Porque eso mismo de ahora puede volver a pasar en un futuro. Y de hecho en este momento, analizando fríamente la situación, hay más probabilidades que pase que no que no pase.

¿Complicado, verdad? Porque me tempo que usted y yo tenemos la tentación de pensar en soluciones que atentarían contra la libertad y contra los derechos elementales de una pareja que tiene derecho a rehacer su vida, cambiar, convertirse en unos padres ejemplares y dejar atrás este caso para que sea una mancha del pasado que han sabido enmendar.

Y querríamos que eso fuera así. Querríamos un final feliz. Querríamos que el niño y los padres tuvieran un futuro. Pero lamentablemente la vida no es una película y la tendencia es que los finales reales sean de todo menos felices. Como algunas decisiones judiciales.