¿Sabe la frase aquella de "todas le ponen"? Pues hoy el abogado Gonzalo Boye se la puede aplicar perfectamente. Y, ¿sabe por qué? Porque han coincidido en el tiempo dos circunstancias que le dan la razón en dos cuestiones que, por sí mismas son menores, pero que suman muchos bonus en el global de sus tesis. Me explico.

¿Sabe todo aquello de las euroórdenes? Pues bien, una de las diversas batallas de la guerra jurídica entre el juez Llarena y Gonzalo Boye era saber qué sucedía con la inmunidad de los europarlamentarios Carles Puigdemont, Toni Comín y Clara Ponsatí. El pasado julio el Tribunal General de la Unión Europea (TGUE) rechazó devolvérsela, con lo cual estaba confirmando, contrariamente a lo que defendía Llarena, que las euroórdenes y el procedimiento relacionado con ellas estaba totalmente suspendido. La respuesta del club de fans político y periodístico del juez fue clamar contra la abogacía del Estado. Decían que un informe defectuoso de este estamento tenía la culpa de la decisión europea.

Lamentablemente para Llarena & His Clappers, poco tiempo después al juez le llovió otra colleja a dos manos derivada de esta. Esta vez fue en l'Alguer con aquella detención vista y no vista del president Puigdemont que sirvió para confirmar lo que defendía Boye y que era también la tesis de la abogacía del Estado -porque no era posible ninguna otra- y contra quien el nacionalismo político-judicial radical cargó. Y lo hicieron por nacionalistas radicales y, también y de paso, para desgastar a Pedro Sánchez. Pues bien, la persona que elaboró aquel informe era Sonsoles Centeno. Desde hoy ya no ejerce de abogada del Estado. ¿Y sabe por qué? Porque se ha pedido la excedencia y se ha ido a trabajar como socia de un reconocido bufete que abre sede en Bruselas.

Si oiga, estas cosas suceden. Cuando la gente que sabe y actúa profesionalmente es engullida por un sistema de mediocres para los que la ley es lo que ellos dicen y no lo que dice la ley, acaba harta y se va. El problema es para los que sufrimos los que se quedan. Cuando se valora la fidelidad y la obediencia y no los méritos, el nivel acaba siendo el que es. Y después nos sorprendemos de las decisiones de la Justicia europea que, casualmente, nunca, ni una sola vez, les dan la razón.

Pero es que, un rato después de saberse esta noticia, ha aparecido uno de los flequillos del famoso "Caso Alay" también conocido como el de los "Cien mil soldados rusos entrando por la Diagonal". ¿Recuerda que el "prestigioso" New York Times había publicado hace tres meses una no menos "prestigiosa" pieza donde se afirmaba que existía un informe de la inteligencia europea confirmando la vinculación del profesor Alay con el espionaje ruso? Y, claro, como que Alay es el jefe de la oficina del President Puigdemont, esta era la prueba definitiva que demostraba la connivencia del Procés con Putin y, por lo tanto, validaba la operación Vólkhov. Pues bien, hoy Josep Borrell, en persona y en calidad de alto representante de la Unión Europea para Asuntos exteriores y Política de Seguridad de la Unión Europea, ha salido a decir que... ¡no hay informe! Ni existe ni ha existido nunca. Que, tal vez, haya sido fabricado en la clase de los delfines del hijo de alguno de los dos autores de la pieza, pero lo que vendría ser el Centro de Análisis de Inteligencia de la Unión Europea no tiene ni idea de este tema. Ah, y además, dice que "no sabe quién es el autor del informe en cuestión".

Informe

Por lo tanto quien ahora deben dar explicaciones son 1/ Los autores de la pieza, los señores Michael Schwirtz y José Antonio Bautista -quién por cierto esta tarde tenía fijado esto en su cuenta de twitter-:

Tuit

Pues bien, ellos dos tienen que decirnos de dónde sacaron un informe que ellos dicen que hicieron unas personas que dicen que ellos no saben nada y 2/ El New York Times tiene que aclararnos si sabía que estaba publicando propaganda camuflada de noticia basada en un informe inexistente o si fueron engañados por estos dos señores. En el primer supuesto deberían explicar por qué lo hizo y en el segundo qué piensan hacer.

Y mientras el Estado busca a una nueva abogada del Estado para despachar ante el TGUE y los "prestigiosos" periodistas y el no menos "prestigioso" New York Times nos aclara la cosa, Gonzalo Boye ya puede salir corriendo a comprar lotería porque seguro que le toca. Como siempre. Pero que nos diga qué números se queda. Para comprar los mismos.