Hoy el Estado ha tomado una decisión. Y ahora el Estado tendrá que asumir y afrontar las consecuencias de esta decisión. Políticas y ciudadanas.

Pero antes, el argumento que sostiene la afirmación que ha sido el Estado quien ha tomado la decisión, violando de una manera flagrante la separación de poderes. Observe este tuit y observe la fecha en que fue hecha:

Si hace cuatro días ya se daba por descontado lo que sucedería hoy, quiere decir que la decisión estaba tomada. Y, lo más grave, todo el mundo que está en la pomada de Madrit (concepto) ya la sabía. Veremos cómo afronta la Europa democrática esta evidente vulneración del estado de derecho.

Vamos ahora a las consecuencias políticas. Cuando los tempos para afrontar la situación habían dividido el independentismo, cuando las grietas eran evidentes, la prisión de Sánchez y Cuixart une y refuerza el movimiento y le añade los comunes y el PSC, que ya han condenado las detenciones. En este momento PP y Ciutadans se quedan solos y aislados en el Parlament. Y en el país. Entre los dos, una alcaldía.

En la vertiente social, hoy ya hay personas en la calle y este martes el país se llenará de miles de catalanes. De manera pacífica e indignada. No habrá grupos ultras agrediendo ciudadanos, ni amenazando periodistas, ni peleándose entre ellos a sillazos y con una total impunidad. Ni estará la ultraderecha impidiendo que cargos electos salgan de un pabellón de Zaragoza o que la gente se manifieste en València. Eso sólo pasa cuando se manifiestan otros. Y en días como hoy hay que recordarlo.

Seis años de Diades con millones de personas en la calle sin un solo incidente. Otros que se llenan la boca con la palabra ley no pueden decir lo mismo. Es así. La gran diferencia es que cuando quien provoca incidentes es la ultraderecha, aquí nunca pasa nada. Ni un solo detenido. Ni unas excusas de los organizadores. Esta es su democracia y su ley.

Y ahora la gran pregunta es: ¿cuál será la respuesta del Estado a estas concentraciones previstas? ¿La misma que la del 1 de octubre? ¿Si entonces Europa ya censuró duramente la democracia española por su violencia desproporcionada, qué esperan que pase si vuelven a ello, ahora que ya están avisados? ¿Optarán por el "A por ellos, oé"? ¿O bien Rajoy permitirá que la gente tome la calle? Si lo hace, Europa verá las imágenes. ¿Podrá soportar la presión de la opinión pública y los medios de comunicación que no controla? Y, en clave doméstica, ¿podrá soportar la presión de sus sectores hooligans reclamando más mano dura "para que aprendan". ¿Sí? ¿Seguro?

De momento, el diálogo ha sido asesinado por el Estado, en la Audiencia Nacional y con una orden de prisión. Ha empezado la segunda fase del conflicto y el Estado ha optado por la vía del trazo grueso.