Subo la persiana. Hace sol. Y mientras un servidor de usted ve un pequeño trozo de primavera por la ventana, fuera está la primavera entera. Como siempre. Pero esto de estar encerrados nos permite darnos cuenta de que, realmente, sólo vemos una parte del todo. Desconozco si Platón estuvo confinado, pero él eso ya lo captó hace días.

Desde nuestro pequeño fragmento de mundo vemos figuras difuminadas, como esta de poner fechas futuras a las cosas que ahora no podemos hacer. Qué atrevimiento. No, es que no-sé-cuál-carrera finalmente se correrá en agosto. Ya, claro... o no. Y el festival del no-sé-qué lo haremos en julio. Sí, sí, o quizás tampoco. Y en noviembre jugaremos no-sé-qué partidos de fútbol. Ya, o es posible que no. ¿Quién puede asegurar nada? ¿Todavía no hemos aprendido que ya no controlamos el tiempo? Ahora mismo la palabra "previsión" no tiene ningún sentido y poner fechas a cosas es irreal. Si no sabemos qué sucederá la próxima semana, imagínese dentro de dos meses.

Pero nos empeñamos en decir cosas. Hablamos demasiado. Necesitamos hablar mucho para que los otros se piensen que tenemos cosas que decir. Y, sí, quizás tenemos muchas cosas que decir pero para decir según qué, mejor quedarse callado. Porque al final una hemorragia de locuacidad provoca efectos innecesarios. Pasó con las mascarillas, que ahora sí, que ahora no, que ahora pssse, que ahora sí otra vez. Y ahora ha pasado con el aprobado general de este curso. Hay tanta gente opinando y diciendo tantas cosas que la mayoría de la opinión pública afectada piensa que sí, que habrá, cuando resulta que oficialmente no, pero en el fondo será un poquito que sí, sin poder decirlo porque si se dice, ahora eso sería un despiporre. Que lo será igualmente porque ahora mismo la enseñanza tampoco puede poner ninguna fecha a nada, a pesar de la presión. ¿Cuándo será la selectividad? Pues mire, cuando se pueda. ¿Y cuándo se podrá? ¿Usted sabe hablar con los virus? ¿Sí? Pues pregúntele a él.

Y las ganas de charlar hace que la Renta Mínima Vital ya esté en marcha y, a la vez, no lo esté. Otra sombra. El vicepresidente español de Asuntos Sociales decía ayer que hoy se anunciaría, pero a la hora que se tenía que anunciar el ministro de Inclusión y Seguridad Social decía que había sabido del anuncio por la prensa. Y entonces tapan las sombras que todo el mundo ha visto que lo son con otras sombras en forma del mítico eufemismo conocido como "deficiencias en la comunicación". ¿Qué haríamos sin eufemismos, verdad? La gran sombra de la comunicación política.

Y con esta verborrea que manifiesta todo el mundo, resulta que con según qué temas llega el silencio. Por ejemplo con las cifras reales de muertos. Esatmos a punto de cruzar el primer cuarto del siglo XXI, el momento de la historia donde estamos todos más controlados que nunca, cuando lo saben todo de nosotros, qué hacemos, cuando, donde y con quien y resulta que no saben cuántos muertos ha causado el coronavirus. O mejor dicho, cada uno tiene una cifra porque cada uno los cuenta como le sale del cuajo.

Oiga, si está todo inventado. En estas crónicas lo denominamos el método "Marc Castells, alcalde de Igualada", que fue el primero al aplicarlo. Es muy fácil. Vas a las funerarias y les preguntas la media de muertes durante el mes de marzo de los últimos 5 años. Y la media resultante es X. Perfecto. ¿Cuántos muertos ha habido este mes de marzo? X+Y. Muy bien, pues Y es la cifra de muertos por coronavirus, 10 personas arriba, 10 abajo. No falla. Pero entonces sale uno, y nos enseña unas sombras: "No, es que nosotros sólo contamos a los muertos de los hospitales". ¿Ah sí? ¿Y los otros muertos, qué? "No, los de residencias y sociosanitarios, los de casa y los que no queda claro dónde mueren, no los contamos. Nosotros sólo muertos con diagnóstico confirmado". Bien, pues teniendo en cuenta la edad de los usuarios de residencias y sociosanitarios, es muy probable que la mayoría hayan muerto por coronavirus, pero como nadie les hizo la prueba en vida y ya están enterrados, pues Feliz Navidad a todo el mundo y fue un golpe de aire.

Ahora la Generalitat ha decidido contarlos a todos. ¡A TODOS! Pero el Gobierno dice que ellos no lo harán porque Europa y la OMS los cuentan a ojo. ¡SEN-SA-CI-O-NAL! Si todo el mundo lo hace mal, ¡¡¡hagámoslo como ellos!!! Es el modelo Sebastian Piñera, presidente de Chile:

Piñera

Ahora bien, los que generan sombras también acaban sufriendo las sombras en carne propia. Lógico, en las cuevas hay gente muy espabilada y hay quien aprende el truco y también las crea. Es cuando entramos en la discusión de quien tiene el monopolio para crear sombras. Y es así como en la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociologicas, ha acabado apareciendo la famosa pregunta seis:

Pregunta 6

Porque, claro, las mentiras, manipulaciones, tergiversaciones, rumores e inexactitudes poco fundamentadas, en definitiva las sombras, siempre son cosa de los otros. "Créame a mí porque yo nunca miento, no como todos los otros que lo hacen siempre", una declaración que en si misma es un oxímoron como la catedral de Notre-Dame. O sea, quemado y medio en ruinas.

Y mire por dónde ya ha pasado otro día, cosa que quiere decir que falta un día menos para no sabemos qué. Ni cuando. Aunque algunos nos digan que ellos lo saben. Y nos enseñen una sombra y todo.