El escritor Fernando Palomas denunció hace unas cuantas semanas haber sido violado cuando tenía ocho años por Jesús Linares, un mosén que le daba clases en La Salle de Premià de Mar. Palomas escribía hoy en su cuenta de twitter: "Anteayer me escupieron por la calle. Fue una señora. En Valencia. Camino a la estación. Se me acercó, se bajó la mascarilla y me preguntó con una sonrisa si era Alejandro Palomas. Asentí. Entonces ella torció el gesto y me escupió en la cara: "Sois unos mentirosos hijos de puta". El tuit tiene decenas de respuestas. Una de ellas dice: "Si te interesa luchar contra TODA la pederastia no sólo hay que luchar contra la de los curas del 1960-80. Las estadísticas lo dicen claro. El % más elevado de abusos se ha producido dentro de las propias familias. Luchando contra un 10% del problema nunca se erradicará el problema".

O sea, la oferta del día de dos por uno incluía primero condenar a la víctima, criminalizarla, faltarle al respecto y después blanquear al verdugo. Un clásico. Justo el día que la Fiscalía de Mataró ha emitido el informe que le pidió el juzgado sobre la mencionada denuncia. Y, ¿sabe qué dice? Ni se lo imagina... Son hechos anteriores al año 1980 y, por lo tanto, se tienen que tramitar con el código penal vigente antes de esta fecha. Y eso quiere decir... ¡caso prescrito! ¡Ohhh, ha perdido el coche! Vaya, como siempre les sucede a las víctimas.

Y todo esto, el día que la Conferencia Episcopal ha decidido hacer lo que no había hecho en sus 56 años de historia. O sea, hacer ver que le preocupan los casos de pederastia que practican sus curas y anunciar una investigación que irá a cargo de un bufete de abogados. Y ahora usted me preguntará: "¿Y esto, señor juntaletras, no se lo cree? Seguro que será una comisión que hará limpieza". Pues mire, querría penar que sí, pero no me los creo. Cuando una institución, y durante tantos años, ha tapado miles de casos, ha escondido a los abusadores y se ha olvidado de las víctimas, ¿por qué ahora tendría que cambiar de manera de hacer? En todo caso, aquí la presunción es de culpabilidad y son ellos los que deben ganarse la confianza de los ciudadanos.

"Oh, pero en Francia -me comenta ahora usted- se investigaron los abusos de la iglesia, aparecieron 330 mil casos y la Conferencia Episcopal francesa pidió perdón a las víctimas". Bueno, a ver, Francia es un estado laico de verdad donde la iglesia no tiene el poder que tiene en España. Y eso de pedir perdón a las víctimas, sí, se ha dicho mucho pero no fue exactamente así. Pidieron perdón por decir que el secreto de confesión está "por encima de las leyes de la República", que no sólo no sería exactamente lo mismo, sino que no tiene nada que ver con ningún perdón.

Hasta ahora todos los casos de abusos en la iglesia -TODOS- los ha destapado la prensa y siempre porque alguna víctima ha reunido las fuerzas necesarias como para denunciarlos. Y a partir de aquí, detrás suyo SIEMPRE han empezado a aparecer más casos. ¡Siempre! Porque los depredadores sexuales nunca actúan una sola vez. Pero nunca -NUNCA- ha aparecido un caso porque lo haya denunciado la iglesia. No ha sucedido nunca que, en vez de enviar al cura en cuestión a otra parte a ver si el problema se despejaba, hayan salido públicamente a hacer una denuncia moral, previa a la judicial, y a ofrecer todo el apoyo, ayuda y consuelo a la víctima. Porque hace siglos que les ha resultado más taparlo y que prescriba.