Las máquinas, poco a poco, han ido formando parte de nuestras vidas: la lavadora, el lavavajillas, el Thermomix y el Roomba (los he puesto en masculino a posta porque son el robot de cocina y el robot aspirador) nos han dejado horas libres para ir al gimnasio y hacer el ejercicio, que ahora ya no hacemos porque ni lavamos a mano, ni barremos, ni cocinamos, ni lavamos los platos; la radio, el televisor y las videoconsolas nos han entretenido cuando lo necesitábamos, cuando preferíamos no pensar; el móvil y el ordenador nos han permitido estar en contacto con todo el mundo desde la distancia y no tener que quedar personalmente ni con amigos ni familiares y poder ser más antisociales que nunca. Nos hemos ido acostumbrando a estar en contacto con las máquinas y a normalizarlas en nuestra zona de confort. La mejor manera de transformar la realidad sin que nadie se dé cuenta es hacerlo lo más despacio posible, así nadie será capaz de percibirlo. ¿Verdad que solo te das cuenta de que una persona ha envejecido si hace mucho tiempo que no la ves? Pues ocurre lo mismo con todo. Si hubieran introducido la inteligencia artificial en nuestras vidas de un día para otro, habrían saltado todas las alarmas y todo el mundo la habría rechazado; pero como lo han ido haciendo poco a poco, nos parece que es una más de la familia.

Los humanos somos vagos por naturaleza, si hay alguien que nos hace el trabajo, estoy segura de que dejaremos de realizar cualquier esfuerzo que sea evitable

El ChatGPT cada vez sabe más cosas de nosotros: cómo pensamos, cómo nos expresamos, cómo hablamos, qué errores cometemos, qué sentimos, qué deseamos, qué nos da miedo... Confiamos más en el ChatGPT que en una persona que no sea de nuestro entorno más cercano (lo entiendo porque hay mucha gente malvada). Aparentemente, nos parece que el ChatGPT nos aporta más beneficios que desventajas y que todo es muy inocente, pero, como afirma el lingüista estadounidense Noam Chomsky, el ChatGPT no es como la mente humana, sino que es «una tecnología avanzada de plagio», «una máquina estadística y glotona de cientos de terabytes de datos en pos de obtener la respuesta más plausible a una conversación o la más probable a una pregunta científica». Los humanos lo nutrimos con nuestra inteligencia y nuestros conocimientos; por eso necesita que interactuemos con él constantemente: cuanto más lo hacemos, más información consigue y más afinado es el resultado que nos da o que almacena. Como muy bien dice Chomsky: «Dejemos de llamarla inteligencia artificial y llamémosla por lo que es: software de plagio», «No creas nada, copia obras existentes de artistas existentes y lo altera lo suficiente para escapar de las leyes de derechos de autor. Es el mayor robo de propiedades desde que los colonos europeos llegaron a tierras nativas americanas».

¿Estamos preparados para este cambio de paradigma? O, mejor dicho: ¿nos conviene? Hasta ahora, solo nos han mostrado y vendido las ventajas, que no son pocas; pero, ¿y los inconvenientes? ¿Cómo nos afectará todo esto? De momento, por lo que he empezado a percibir, puedo afirmar que la gente no aprovecha el tiempo libre que le aportan las máquinas para aprender más o para hacer cosas productivas como intentar buscar soluciones para estar bien con uno mismo o socializar, sino que lo utiliza para holgazanear y no dar ni golpe. La mayoría de la gente confía en las máquinas ciegamente, no las ponen en duda: han dejado de cuestionarse las cosas y dejan que sean las máquinas quienes busquen las soluciones. Decidir es difícil, comporta una gran responsabilidad; si puede hacerlo una máquina, ¿por qué debo asumirlo yo? Creo que la tecnología nos conducirá más hacia una infantilización y una estupidización de la población que hacia una sociedad culturalmente avanzada. Los humanos somos vagos por naturaleza, si hay alguien que nos hace el trabajo, estoy segura de que dejaremos de realizar cualquier esfuerzo que sea evitable. Esto puede parecer muy paradisíaco, pero puede tener consecuencias nefastas para la mente humana y nos convertirá en personas totalmente dependientes de las máquinas: sin ellas no sabremos hacer nada. Esto solo puede significar una cosa: estaremos sometidos a ellas. ¿Qué pasa si alguien cierra el grifo de aquello de que dependes o, no hace falta que lo cierre, qué pasa si alguien amenaza con hacerlo? Veo un futuro muy desolador de gente sola y aislada que depende de las máquinas para vivir. ¿Nos dirigimos hacia un mundo deshumanizado? Dejo todas estas preguntas abiertas para que pensemos en ello.