Bienvenido (y bienvenida) a la feria del todo vale, del vayan pasando que al fondo hay sitio y del tanto da seis como media docena...

Esta es una feria donde nunca deja de tocar. A los de siempre, les toca el premio del aquí no pasa nunca nada. A nosotros, los mismísimos ver la impunidad.

Con Jorge el Afinador, poca cosa a añadir. Falsificar, mentir, inventar, conspirar y difamar le proporcionará una tranquila y relajada jubilación en un lugar donde podrá confesarse cada día millones de veces de sus pecados diversos... Será por iglesias.

Su contertulio de golpe civil, mientras, volverá al lugar de aplicador de la ley que tenía antes de todo y esperamos no caer nunca en sus manos. Ojo, y ningún problema. Y espere que no les condecoren a los dos.

Y toda la trama que ha llevado a cabo el trabajo, igual. Ninguna responsabilidad. Y el dinero que se han gastado, espere que no pidan que lo paguemos por duplicado.

Pero, si sólo fuera eso, ¿verdad? Aquí la sensación es de que para según quien, la impunidad y el silencio son totales. Y pienso, por ejemplo, en los casos de abusos a menores en manos de miembros de la iglesia y llevados a cabo en centros responsabilidad de la iglesia. ¿Se acuerda de que no hace mucho estalló un caso que generó la aparición de algunos otros? Pues, oh qué casualidad, un día dejaron de salir. Y los medios de hablar de la cuestión. De repente.

Nada, oiga, al final ha quedado como que aquello fueron unos pequeños problemitas aislados que nadie podría imaginar que pasaran porque, como que cosas así no han sucedido nunca ni aquí ni fuera, ¿verdad?

O sea, hemos quedado en que al final fueron cuatro manchitas sin importancia en BCN. Y en ningún sitio más. En ningún otro centro educativo ni de Catalunya ni de España ha pasado nunca nada. Y si pasara y se acabara sabiendo, el silencio siempre es la mejor terapia. Tapémoslo todo. Un traslado discreto a otra parroquia del pobre pecador arrepentido y la situación queda resuelta. O si no, se lo llevan a una discreta residencia de descanso a ver pasar los días. Y usted y yo a callar, que todavía hemos tenido suerte de no ser el objetivo ni de que lo hayan sido nuestros hijos.

Cuando preguntan qué es el poder de verdad, la respuesta pueden ser estos dos ejemplos. El poder auténtico es subvertir la legalidad, la decencia, la moralidad social y la convivencia y que no te pase nada. Eso es el verdadero poder.

Poder es que alguien reviente la puerta de tu casa a las 5 de la madrugada, abuse de toda tu familia, te robe lo que le dé la gana, destroce lo que quiera y antes de marcharse tengas que pagarle 30 mil euros en efectivo porque si no serás tú quien irá a la cárcel.

Y últimamente estamos teniendo la sensación de que esta metáfora se produce demasiado a menudo.