Estrenamos año y con él, los mejores deseos para que consigamos aprender de los errores y atinar en los aciertos. 

Para ti, que lees estas letras, gracias por hacerlo. Por dedicarme tu tiempo, cada domingo, cada día donde te asomas para compartir conmigo este ratito. Por estar de acuerdo y, también, por no estarlo pero respetar mis opiniones. Gracias. Porque escribir como muchos hacemos a veces es lanzar nuestras ideas al aire esperando que sean recibidas, bien entendidas y sirvan para hacer pensar, para ser mejoradas. 

Gracias también a quienes cada día mantenéis el rumbo, aunque vengan días nublados, aunque haya incertidumbre. A quienes siempre tenéis como eje fundamental los principios y la ética. Porque solamente podremos mejorar lo que necesita un arreglo si hay personas comprometidas más allá de ideologías políticas, más allá de etiquetas, más allá de bandos. Salirse del redil no es fácil, pero, sin duda, es el camino para poder tejer alianzas fraternales, de las que se preocupan porque a nadie le falte lo más importante y esencial. 

Un recuerdo a quienes ya no están, porque su memoria es un regalo del que debemos cuidar. A veces todo va tan rápido que olvidamos los logros por otros conseguidos, y no valoramos suficientemente que los frutos que hoy tenemos hay que agradecerlos a quienes, muchas veces, nunca los vieron. No nos olvidemos de cuidar de nuestros mayores, de respetarles, de escucharles y, sobre todo, de jamás abandonarles. 

Comenzamos un nuevo año y de nosotros depende que, en la medida de nuestras posibilidades, hagamos de él un tiempo de objetivos cumplidos, de conflictos resueltos, de diálogo y, sobre todo, de grandes dosis de empatía y escucha activa

Que cuidemos de nuestros pequeños, que miremos por sus ojos y prestemos atención a la enorme cantidad de peligros que, por desgracia, les acechan. Enseñémosles a vivir sin odio, sin rencor, a aprender a respetar las diferencias y a comprender que ahí es donde precisamente está la riqueza que los demás nos aportan. Plantemos en ellos las semillas tan necesarias para un futuro sin nuestros tozudos errores. 

Que vivamos pendientes de aportar, de sumar, de proponer y resolver, en lugar de destinar tanta energía a criticar por criticar. Reflexionemos antes de decir lo primero que se nos pase por la cabeza y dudemos un poco de todo. Nunca viene mal cuestionarse hasta lo más principal. 

Valoremos, sobre todo, a quienes nos quieren, a quienes nos cuidan, a quienes siempre están. Aunque no sepamos verlos. Y revisemos si somos capaces de estar a la altura y ofrecer, por lo menos, lo mismo que nos dan

Apostemos por ser valientes, por no conformarnos, por ser útiles para los demás. De la manera que sea, pero intentémoslo. 

Miremos a nuestro alrededor, sin necesidad de irnos lejos. Busquemos ese pequeño lugar donde seguro que tendrán cabida nuestros proyectos, nuestra pequeña ayuda. Y no perdamos el tiempo ni la energía en pelear por pelear, en discutir por discutir. Ojalá seamos capaces de hallar en cada debate un reconocimiento al adversario, un compromiso para intentar acercar posturas. 

Que este nuevo año no nos carguemos con más de lo que seamos realmente capaces; y que tampoco creamos que no podemos iniciar aquello pendiente. Que encontremos el equilibrio justo para ser flexibles sin rompernos. 

Mis mejores deseos a los valientes que dan la cara. Que comparten su verdad, dispuestos a cambiar de opinión si los argumentos les convencen. Mi gratitud a los que se levanten cada día con su mirada puesta en mejorar. 

Comenzamos un nuevo año, y de nosotros depende que, en la medida de nuestras posibilidades, hagamos de él un tiempo de objetivos cumplidos, de conflictos resueltos, de diálogo y, sobre todo, de grandes dosis de empatía y escucha activa. Que nunca sobra.