Los burgesitos de la piscina que durante la Transición pactaron con los socialistas españoles para mantener la casa en Cadaqués ahora pactarán directamente con los chicos de la ultraderecha para proteger su posición. Como que sus hijos hace tiempo que han desconectado de la política y sólo pierden el culo por los coches y el dinero, se han comprado a Manuel Valls para que venga de París a hacerles de chacha. 

El político más mal considerado de Francia ha sido llamado a Barcelona con la idea supuestamente audaz que se convierta en un nuevo Pasqual Maragall, que ya entró en el Ayuntamiento de la mano de su tío falangista. Se trata de resucitar la épica de anuncio de compresa del PSC de los años noventa, pero con un barniz de cariz autoritario que conecte con la influencia de China y que deje espacio al procesismo para explotar el victimismo identitario.

Ada Colau sirvió para parar el primer asalto del independentismo en Barcelona. Pero el discurso de la alcaldesa no sirve para atacar el derecho a la autodeterminación. Además, Colau transmite una imagen de trabajadora aragonesa de la Seat que excita el clasismo de los nuevos amigotes de Valls. No es casualidad que los mismos unionistas que se lamentan que Colau hunda Barcelona, se dediquen a promover el nepotismo en lugares como Esade para mirar de barnizar la mala fama del mercenario de París. 

Los chicos del Upper Diagonal están a punto de descubrir que, en democracia, no puedes ejercer de clase dirigente si no sabes respetar el voto del pueblo. Una cosa era reírle las gracias al franquismo, cuando la sangre y los comunistas corrían por Europa, y otra cosa muy diferente es tener tratos con los herederos de la dictadura que humillaron a tus padres y tus abuelos para evitar la independencia y para convertir el choque democrático con España en una nueva tentativa de chantaje catalanista.

La segunda transición está en marcha y los señoritos de Pedralbes han pactado con Ciudadanos quedarse Barcelona a cambio de ayudarlos a conquistar España, igual que, el 1978, pactaron con el PSOE a cambio de contribuir a poner a Felipe González en la Moncloa. El plan tiene la complicidad de los líderes procesistas, que no sólo piensan cómo servir a España para poder salir de la prisión, o poder volver del exilio. Además, también aspiran a continuar mamando de las instituciones como si, desde el 2009, aquí no hubiera pasado nada.

Los consultores de Esade tendrían que hacer más caso de los expertos americanos que ya han notado como el centro de la democracia se ha desplazado hacia la base. El fenómeno tiene una explicación muy lógica. En un entorno de tecnificación, que elimina intermediarios y que promueve las relaciones horizontales, las clases dirigentes que lo confían todo al dinero y a los tópicos amortizados están condenadas a fracasar o a crear monstruos peligrosos. 

Le lo pueden preguntar a Hillary Clinton. Mientras los chinos no gobiernen Occidente, la democracia exigirá cada día más espíritu y creatividad y, para poder tener un discurso, Valls necesita demasiado que El Periódico diga que Barcelona está llena de ratas y que Puigdemont es un payaso. Cualquier candidato que salga de las primarias propuestas por Jordi Graupera tendrá bastante con dirigirse libremente a la intuición de los ciudadanos para devolver el orgullo a Barcelona. 

Valls es un intento de reproducir el clima político de la LOAPA, que sirvió para cerrar la Transición, después del golpe de estado de Tejero. La diferencia es que el 1 de octubre no fueron las unidades del ejército español y de la Guardia Civil las que salieron a la calle, por orden de la casa Real. Fueron la mayoría de los barceloneses, que no dudaron en enfrentarse a la policía española, mientras los cuerpos de seguridad de la ciudad, los Mossos y la Guardia Urbana, se lo miraban. 

El colapso de los países comunistas y la caída del Muro de Berlín demuestra que la vida pone una resistencia natural más corrosiva de lo que parece a las tentaciones autoritarias de los Estados. Después de la embadurnada que los partidos soberanistas han hecho con la herencia de Pujol, ahora tendremos la ocasión de ver como los burgesitos de la piscina contribuyen a esparcir el caos con sus experimentos neocatalanistas. 

Algunos de mis amigos hace tiempo que los esperan. Tienen ganas de hacerles pagar que, pudiéndose apuntar a la autodeterminación, hayan elegido una vía tan facilona y rematadamente reaccionaria.