“Fiable en la fortuna, indigno de confianza en el infortunio. Bonaparte no le reprocha pero, desde ese día, deja de fiarse de él”

Stefan Zweig. Fouché

 

Marlaska nunca ha sido santo de mi devoción. Creo habérselo dicho desde su nombramiento tras la moción de censura. No me parecía bien que un gobierno progresista se pertrechara de un trepa que había puesto velas a dios, la hermana de Rajoy, y al diablo, sus colegas progresistas de la bohemia, para hacer carrera a toda costa. Es imposible engañar a todos todo el tiempo y ahora yace doliente como el burlador burlado. De eso va todo esto, de que no lo hizo bien al llegar y ahora le ha dado un ataque de cuernos al ver cómo se la daban con queso. De ahí a que tenga que dimitir o a que haya cometido algún delito, como van proclamando los de las teas, va todo un abismo.

Esta no es la historia de un ministro (exjuez) que se salta las normas y la ley y de un benemérito soldado, fiel servidor del Estado, que resulta agraviado. De eso ya se habrán dado cuenta. Los hechos son los hechos. Pérez de los Cobos es un hombre de confianza del PP, que además les lió un papelón en Catalunya, y que resultó sacralizado por mor de que de aquella “gesta” todo el mundo salía con banda y bandera y capa de super héroe del patriotismo cañí.

El ministro debió hacer una limpia de los cargos de confianza de su ministerio al llegar, pero se quedó con los quintacolumnistas dentro. A mí no me ha contado por qué, pero puedo suponer que para no recibir el saco de las invectivas de haber cedido a la presión de los independentistas y haber “pagado el peaje” de darles su cabeza. Si lo repasan, al conocerse inicialmente el cese, muchos voceros de la derecha intentaron explicarlo con ese argumento que ya tenían preparado en el bolsillo. Sólo tras la filtración del informe cambian el disco. Pasamos entonces a la versión B, que es la de la proba y honorable Guardia Civil que es represaliada por resistirse a los embates ilegales del Gobierno para defender las órdenes preeminentes de una magistrada que, por cierto, instruye un procedimiento delirante como ya les conté en "El atropello de la juez Medel".

Sucede que la realidad es otra. Sucede que el nido de podredumbre está precisamente en las cúpulas de la Guardia Civil y que esto debería abochornar hasta a sus miembros. Sucede que llevan días diciéndonos sus gargantas profundas que la Benemérita es un estado dentro del Estado, como si eso fuera de recibo democrático.

Aquí tenemos un monumento a la deslealtad al Estado por parte de guardias civiles, de eso no cabe duda, porque su misión no es trabajar para el Gobierno pero tampoco para la oposición. Tenemos eso y un ministro que se lo ha montado peor que mal

Vamos a darle la vuelta a la historia y al relato. Veamos si a Marlaska le dan los siete males cuando llega a la conclusión de que hay un informe que va a salir a la luz y listo para entregar en esa causa, después de que a él se le haya dicho que está paralizado por el decreto de alarma del coronavirus y de que le hayan pegado una bronca de impresión. O sea, vamos a pensar que a Marlaska le mienten y entonces monta en cólera y prepara el cese por pérdida de confianza. El coronel saca entonces la carta de la purga injusta por negarse a hacer algo malo. Al dejar caer el argumento, por terceros, que él no ha hablado, sabe que abajo están los de las antorchas dispuestos a recogerlo.

Marlaska, desde luego, no queda aquí como un Fouché. Yo le creo la media verdad de que la reestructuración estaba en marcha, porque no podía ser tan lerdo de pretender seguir adelante con semejante quintacolumna dentro. Qué curioso que la grasa para la tea se la da al coronel De los Cobos precisamente la mujer que aspiraba a ser nombrada para tomar posesión de esos dominios. La vida está llena de casualidad y Madrid más.

Así que pensemos que Pérez de los Cobos se la dio con queso a su directora general. Después, para que el incendio prenda ha sido preciso que se filtrara el contenido de un informe reservado sólo a los ojos de su señoría y una nota interna de la Dirección General de la Guardia Civil sellada como “reservada” en mayúsculas. Nadie parece haberse conmovido con la revelación de los secretos contenidos en estos documentos. Aquí lo grave es que dicen que el ministro quería conocer el contenido de lo que todos tenemos en el móvil ahora. ¿Si esto es terrible, será en ambos casos, no? Esa supuesta actuación del ministro es la que ha llevado a asociaciones de jueces conservadores a pedir su cese por vulnerar la separación de poderes, dicen, pero han quedado mudos ante la evidente y delictiva violación del secreto por parte de los filtradores de los otros documentos.

El gran pecado ahora, nos dicen, es que un ministro no puede preguntar nada sobre investigaciones en curso, ni siquiera si existen o han terminado. Hay todo un coro de incendiarios riéndoles esta gracia, incluidos los señores que asesoran a Casado y que cuando eran vocales del CGPJ perseguían a jueces, y hasta a mí, para conocer los plazos procesales y los entresijos del trabajo de los jueces para contárselo a Esperanza Aguirre o a Trillo, según terciara. Deberían saber estos jueces dizque indignados que el principal papel que llevan a cabo sus compañeros nombrados presidentes por designio del CGPJ es contarles a los políticos si los procedimientos que les interesan avanzan o no avanzan, si saldrán pronto o tarde los juicios o cuándo se cree que habrá sentencia. Y si se tercia, también lo que dirá esta.

Ni el cese ni el documento filtrado dicen nada más ni nada menos que tenemos un ministro de frenada de burro manso y arrancada de caballo brioso y una directora general más bisoña que una novicia y que dentro del instituto armado les hacen cuchufletas porque, esos señores que dicen servir a España, también tienen sus preferencias en materia de poder y porque, no lo olviden, todo sirve para incendiar Madrid y el Estado entero si es preciso. Además tampoco saben redactar documentos oficiales: “por no informar del desarrollo de investigaciones y actuaciones de la Guardia Civil, en el marco operativo y de policía judicial, con fines de conocimiento”, quiere decir seguramente lo que he traducido arriba pero ni hacía falta ponerlo ni es forma esa de redactarlo bien.

Aquí tenemos un monumento a la deslealtad al Estado por parte de guardias civiles, de eso no cabe duda, porque su misión no es trabajar para el Gobierno pero tampoco para la oposición. Tenemos eso y un ministro que se lo ha montado peor que mal. A veces hacen tan torpemente las cosas que dan ganas de dejar que los de las teas les prendan fuego. Luego, recuerdas de qué va el juego y decides no jugar con los incendiarios porque lo cierto es que con ellas cuecen un proceso judicial de vergüenza y una utilización espuria de la indignación y de la ley para intentar alcanzar el poder que no lograron en las urnas.

Arde Madrid y pretenden que sean las togas las que aviven el fuego. Otro día les cuento por qué creo que, al final, esta estrategia de tierra quemada les va a salir mal. Esto va a ser largo, tenemos tiempo.